jueves, 16 de mayo de 2013

Y así pasó - Ep. 12


-Tío, voy a pasar a su baño-
-Claro, ya sabes que no ocupas avisarme cada vez que vayas.

El Rojo ya sabía que a sus catorce años no necesitaba avisar que quería ir al baño, pero tampoco se atrevía a andar husmeando así como así, por lo menos el ir al baño le daba una excusa para entrar al dormitorio de su tío. 
Hacía tiempo que su trajecito de la primera comunión le había dejado de quedar, y tampoco había salido alguna excusa para comprarle uno de su talla, así que con toda regularidad asaltaba el closet de su papá y se ponía su ropa, pero la verdad era que su tío tenía muchísimo mejor surtido y variado el suyo, y jamás desperdiciaba una oportunidad para ir a su casa y por lo menos oler y tocar la ropa.

Como siempre, entró al baño pero solo a lavarse las manos, para lo que le gustaba hacer, era mejor traerlas limpias. Se asomó al pasillo para ver si no había alguien y después con mucho cuidado para que no rechinaran abrió las puertas del closet y allí estaba, toda la colección de camisas, trajes, sacos sport, pantalones, corbatas, zapatos y accesorios que tenía su tío Víctor.

Su papá y su tío se habían quedado afuera bebiendo unas cervezas y platicando de sus viejos tiempos, así que podría decirse que tenía tiempo.

Buscó entre las camisas de su tío a ver si encontraba alguna nueva y sí, había una azul celeste de puños dobles, de solo verla sintió como se le ponía duro allá abajo y no pudo resistirse, la descolgó y se la puso. Se miró al espejo y vio que ya no le quedaba tan grande, la ventaja de la adolescencia era que en poco tiempo había aumentado de estatura y de talla y ahora la ropa de su tío le quedaba mucho mejor que hacía tan solo un año pensó mientras se ponía unos gemelos plateados. Buscó una corbata a juego y se encontró una de franjas azul metálico y azul acero, separadas por franjas mas delgadas de color blanco y negro. Se volteó a ver en el espejo y se hizo el nudo lo más rápido que pudo, ya tenía práctica así que lo podía hacer hasta con los ojos cerrados.



Con mucho cuidado se asomó por la ventana y vio a su papá y a su tío que ya iban por la cuarta cerveza, así que se dio prisa, no pasaría mucho tiempo antes que a alguno de los dos le dieran ganas de orinar y de pasar al baño.

Se bajó los pantalones y dejó salir aquél pedazo de carne de su prisión, la tenía durísima y palpitante, ya se dejaban sentir las primeras gotas de líquido seminal, y supo que no le tomaría mucho tiempo venirse.

Se puso frente al espejo y comenzó a masturbarse, con la mano que le quedaba libre se acariciaba el cuello, se llevaba la corbata a los labios y la acariciaba con ellos, se ponía el puño de la camisa en la nariz y aspiraba su olor que le encantaba.

No pasaron más de cinco minutos cuando eyaculó, sendos trallazos de semen volaron por los aires. El Rojo arqueó la espalda mientras se frotaba el cuello de la camisa y el nudo de la corbata frenéticamente.
Cuando la sensación pasó, se quitó todo y lo volvió a colocar cuidadosamente en la misma posición que lo había encontrado. Limpió el reguero que había en el piso y botó los kleenex en el sanitario, después salió de ahí como si nada hubiera pasado.

Pasó poco más de una semana, y los papás del Rojo iban a salir de la ciudad, por lo que le dijeron que esa tarde al salir de la escuela su tío Víctor lo recogería.

Efectivamente, a la salida de la escuela, su tío lo estaba esperando, tan bien vestido como siempre, traía una camisa azul de rayas muy finas, de cuello y puños blancos (de gemelos por supuesto), una corbata roja con franjas delgadas grises y azul marino; el traje era de un color gris Oxford, aunque el saco no lo traía puesto para que no se arrugara, sin embargo el chaleco le daba un toque distinguido y el Rojo solo sintió un nudo en el estómago como siempre.

Su tío le preguntó cómo había estado su día, que había hecho y demás.

-Nada nuevo, hoy tuve el último examen del bimestre, así que ya podré descansar.

Al Rojo le pareció un poco raro que no estuvieran tomando el camino a su casa, sino mas bien parecía que iban a casa de su tío, pensó que tal vez tendría que recoger algo y ya. Sin embargo, al llegar y aparcar, su tío le dijo que bajara por favor, que no tardarían pero no quería dejarlo afuera.

Entraron a la casa y su tío se fue a la cocina a hablar por teléfono, el Rojo se sentó en la sala a esperar.
Su tío regresó de la cocina y le dijo:

-Ahijado, tengo algo que quiero que veas, podrías poner la VCR?

El Rojo le cambió al canal 3 y le dio 'PLAY', como tantas otras veces.

Lo que vio lo dejó HELADO, sintió como un sudor frío le empapaba el cuerpo en un abrir y cerrar de ojos y que una intensa picazón lo recorría de arriba abajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario