Su tío le puso los brazos
alrededor y lo acercó a él, y con mucha delicadeza lo besó en los labios.
-Vaya, mi primer beso- pensó el
Rojo, y aunque no era como él lo había imaginado sino infinitamente mejor,
trató de hacer lo mejor que pudo para estar a la altura de las circunstancias.
Como cualquier adolescente calenturiento haría, le devolvió el beso a su tío
con una pasión y unas ganas que más bien parecía un chacal tratando de devorar
el último pedazo de carne en el desierto.
-Tranquilo ahijado, tranquilo! Que tenemos tiempo de sobra!- le dijo su tío divertido.
Fue en esa tarde que su tío le
enseñó que para un buen beso, hay que tomarse su tiempo, no se trata de
abalanzarse y querer tragarse a la otra persona, no, hay que disfrutarlo,
despacito, recorrer los labios con calma, que la lengua vaya reconociendo todos
los espacios que están esperando para ser acariciados, y ya para cuando los dos
están en sincronía, es como si se desconectaran del mundo porque todos los
demás sentidos están sometidos al sentido del gusto.
Después de casi una hora, que al
Rojo le parecieron apenas unos segundos, su tío le pidió que se sentara a
horcajadas frente a él, y entonces pudo tener acceso completo al traje de su
tío, recorrió con placer el cuello de su camisa que estaba durísimo, su corbata
de seda lustrosa y resbaladiza, su pecho por sobre el chaleco y cuando le
metió las manos por dentro del saco sintió volverse loco al poder sentir el
forro de satén en su espalda. Su tío por su parte no perdía el tiempo, le
acariciaba con ganas su redondo trasero a manos llenas, ocasionalmente le ponía
las manos en la espalda y lo apretaba contra sí, en un afán de sentir que
estaban aún mas cerca.
-Ahijado, es tu primera vez?
-Sí- le dijo el Rojo un poco
apenado- lo siento.
-Pero porqué lo sientes? Si apenas tienes 14 años caramba!-
-Pues sí pero me da pena con
usted, esperará que sepa hacer cosas y la verdad es que no sé mucho.
-No te preocupes ahijado, estoy
aquí para enseñarte, y capaz que eres tú quien termina enseñándome algo a mí!
Su tío hizo que se pusiera de pie
delante de él, y con una mirada y una sonrisa pícaras, con una mano ágil le abrió la bragueta y le sacó rápidamente el pene.
-Vaya, en vivo es mucho más
grande de lo que se ve en el video- pensó su tío.
Sin dar tiempo en que pensar, se
lo metió todo en la boca de una vez. El Rojo inmediatamente arqueó la espalda
ante el inmenso placer que sentía.
Su tío ya se imaginaba que por
ser la primera vez, su ahijado no aguantaría mucho, y tal y como pensó, a los 5
minutos, el muchacho se retorcía entre gemidos de placer al tiempo que se
apretaba el nudo de la corbata y se frotaba el pecho. Su tío se tragó cada
gota de esa leche virginal porque hubiera sido una pena que se se desperdiciara pensó.
El Rojo cayó exhausto a su lado
en el sofá, y a pesar de la enorme cantidad de semen que había eyaculado (su
tío contó por lo menos 5 trallazos), seguía tan excitado como al principio.
-Ahijado! Eres insaciable! –
bromeó su tío.
-Lo siento, no puedo evitarlo- le
contestó el Rojo un poco apenado.
-No te preocupes, a tu edad lo
que sobra son energía y ganas.
Volvieron a abrazarse y a
besarse, el Rojo pudo sentir su propio sabor en los labios de su tío y le
gustó. Poco a poco sintió como su pene despertaba nuevamente, ya estaba a punto
de pedirle a su tío que se lo chupara cuando este le dijo:
-Ahijado, bájate los pantalones
-Que vamos a hacer? – le preguntó
el Rojo un poco curioso.
-Algo que te va a encantar!
Mientras el rojo se quitaba los
zapatos y los pantalones, su tío abrió un cajón cercano y sacó un pequeño tubo azul que dejó sobre el buró junto al sofá, tenía unas
palabras en un idioma que no identificó, alemán u holandés quizá, y no tenía ni puñetera idea de qué demonios era
eso.
Su tío se recostó en el sofá y se
abrió la bragueta, fue la primera vez que el Rojo pudo ver de cerca el enorme
pene de su tío, venoso, palpitante, casi morado por la excitación, y claro,
rebosante de líquido seminal. Su tío no tuvo ni que decirle que quería que hiciera,
él lo sabía, y lo deseaba con todas sus fuerzas.
Con todas las ganas que recorrían
su joven cuerpo, el Rojo comenzó a succionar aquél pedazo de carne que su tío
le ofrecía. Nunca antes había probado un pene, y el sabor le sorprendió, era un poco salado al principio, y después pudo percibir el tenue olor del detergente y el suavizante de telas en el
pubis de su tío, finalmente la carne tomó un sabor dulce, que le fascinó y
comenzó a mamar como si la vida se le fuera en ello.
-Así ahijado, así, muy bien,
tienes un talento innato para esto!- le dijo su tío, mientras el Rojo, halagado por
el comentario, hacía su mejor esfuerzo para no quedarle mal.
De pronto sintió como la mano de
su tío lo jalaba hacia un lado para tenerlo más cerca, y después le separó las
piernas y sintió como un objeto extraño y resbaloso se le metía entre las
nalgas, el objeto no era tal, era el dedo experto de su tío que comenzaba a
palpar su ano, se sentía extraño, pero no era algo que le molestara. Con
verdadera maestría, su tío lo estaba calentando, ya se imaginaba lo que pasaría
y la verdad es que sentía un poco de miedo de que le fuera a doler, sobre todo
por semejante pedazo de hombría que tenía en la boca en ese momento.
De pronto su tío delicadamente lo
apartó de él y sintió un poco de tristeza, realmente le gustaba mamar la enorme
tranca de su tío.
Éste le pidió que se quitara el
saco y después le dijo que se echara sobre el descansa brazos del sofá, quedando en mangas de camisa y con el culo al aire.
Su tío se arrodilló detrás de él,
y con sus dedos expertos comenzó a darle un masaje en el ano, círculos lentos y firmes que lo pusieron cachondísimo.
El Rojo sintió
que su hora se acercaba, solo esperaba que la experiencia fuera tan fantástica
como lo había sido todo hasta ese momento.
Con lo excitado que estaba,
dilató muy rápido, pronto no fue un dedo sino dos los que su tío le metía hasta
el fondo y el solamente alcanzaba a empujar hacia atrás para sentir cómo esos
dedos juguetones le entraban hasta el fondo.
-Hmmm que rico culito tienes
ahijado, parece que ya estás listo le dijo su tío mientras se quitaba un guante
de látex que él ni siquiera se había dado cuenta que su tío se había puesto.
-Y ese guante porqué?
-Me gusta manejarme con toda la
higiene posible ahijado, esa es la primera lección que tienes que aprender.
-No se preocupe por eso.
-Cuento con ello– le dijo su tío
guiñándole un ojo- Solamente te voy a preguntar una vez mas, estás seguro de que quieres hacer esto?
-Tengo mis dudas, pero tarde que
temprano tiene que pasar y no me imagino un mejor momento ni una mejor persona
para hacerlo.
-Para mí será un honor- le
contestó su tío con una sonrisa.
Se sacó un condón del bolsillo
del traje, abrió el paquetito y rápidamente se lo puso en aquél magnífico
ejemplar de pene que tenía.
El Rojo temblaba de la
expectación mezclada con un poco de miedo, pero definitivamente quería sentirse
poseído por el hombre que había sido su mayor fantasía desde que supo que existía algo tan fantástico como el sexo.
Su tío lo tomó firmemente de las caderas y
entonces el Rojo lo sintió, recordó aquél verso de una de sus canciones preferidas ‘Knock knock knocking on heaven’s door!’
y se sonrió un poco, aunque la sonrisa se le borró instantáneamente en cuanto
sintió apenas la cabeza entrándole.
-Aaaargh!!
-Tranquilo sobrino, vas muy bien,
es normal que te duela al principio, pero vas a ver que en unos momentos vas a
rogarme por más.
El Rojo no se imaginaba ni de
chiste cómo es que alguien podía pedir más de aquélla tortura, pero si su tío se lo decía, sería por algo.
Lentamente sintió como aquélla enorme verga lo iba penetrando centímetro a
centímetro. Era una sensación rara, dejen ustedes lo doloroso, lo raro; sintió
en sus entrañas varias partes de su cuerpo que ni siquiera sabía que estaban
ahí, especialmente algo parecido a una pelota pequeña que le apretaba los
conductos urinarios, cada vez que su tío se movía dentro de él, sentía como esa
parte de él se contraía como cuando estaba orinando y cortaba el chorro. Era una sensación totalmente nueva y desconocida y lo tenía totalmente intrigado.
Su tío pasó más o menos unos
cinco minutos dentro de él, para que se acostumbrara al tamaño y su ano
terminara de dilatarse. El Rojo aún sentía un poco de dolor pero su tío lo
calmaba.
-Es que me duele tío!-
-Tranquilo mi niño, ya está toda
adentro, ya va a pasar- lo calmó su tío.
Fue entonces que la verdadera
experiencia empezó. Su tío le sacó todo de un solo jalón y sintió como el alma
le volvía al cuerpo, aunque la sensación no duró mucho, pues casi en cuanto
salió, volvió a entrar hasta el fondo, despacito, pero aún así fue TODO.
Le sorprendió que esta vez casi
no le dolió, amén de que su ano se tragó todo sin la menor dificultad, así que
su tío comenzó a hacer eso varias veces, sacársela toda de un golpe y luego
volvérsela a meter toda. Después de unas 50 veces que te lo hacen, la verdad es
que ya no molesta, al contrario, comienzas a sentir como tu cuerpo coopera con
la causa, en cuanto su tío notó que en vez de un ‘aaarghh’ le salía un
‘aahhhhh’, comenzó a darle velocidad.
Y ahí estaba el Rojo, boca abajo
y con el culo al aire mientras su tío se lo follaba con verdadero arte y maestría, ya el
miedo se le había pasado y se concentraba en esa sensación totalmente nueva que
se apoderaba de sus entrañas. Su tío siguió duro y dale por más o menos otros
diez minutos, se notaba que él también estaba disfrutando muchísimo pero sabía
controlarse, no como él que se había venido cuando apenas empezaba lo bueno.
Su tío se la sacó nuevamente y se bajó los
pantalones, después se recostó en el sillón y le pidió que se sentara sobre él,
cosa que hizo sin preguntar. Podía verse en el reflejo de la televisión
apagada como saltaba sobre el pene de su tío y esa imagen lo enloquecía de
placer. De improviso, una sensación totalmente inesperada se apoderó de él, sin
tocarse ni nada, sintió como tenía un orgasmo, aunque el semen no salió disparado con la
misma fuerza que solía salir sino que más bien se le escurrió del pene, la
sensación fue totalmente similar.
-Tío! Tío! que me pasó?!!- le
preguntó el Rojo genuinamente desconcertado.
Su tío se echó a reír y le dijo
que no era nada malo, era semen igual que las otras veces, pero que era
probable que por estar tan excitado y con una verga metida en el culo, se
hubiera estimulado su punto G, y por lo mismo tuvo un orgasmo sin buscarlo
conscientemente.
-Bueno, puesto que tú ya
terminaste, creo que yo voy también por el mío- le dijo su tío y le pidió que
se levantara, se diera la vuelta y se sentara nuevamente frente él para verlo a
los ojos.
El Rojo obedeció y su tío comenzó
a penetrarlo con mayor fuerza. Lo tenía bien agarrado de los costados, y
se la metía sin piedad; por su parte, él se sentía orgulloso y empoderado de
saber que le estaba causando semejante placer a ese hombre y verlo poseído por verdadera
lujuria.
Finalmente observó como su tío
apretaba los dientes y la quijada, entonces pasó. Soltó un gemido de placer,
sintió como sus dedos se hundían con fuerza en su espalda y como el pene de su
tío se tornaba cálido dentro de él.
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