En la pantalla se podía ver a sí
mismo, en la recámara de su tío, abriendo el closet, recorriendo las camisas,
las corbatas y sobre todo, como descolgaba la camisa azul y como se la ponía
con los gemelos y la corbata, finalmente cuando se sacaba el pene y comenzaba a
masturbarse.
-Tío, le juro que le puedo
explicar…
-No te preocupes- le dijo su tío
divertido- desde hace tiempo había empezado a notar que las cosas no aparecían tal
y como yo las había dejado, pensé que era yo mismo y que no me fijaba bien,
pero un día apareció una camisa blanca con el cuello y los puños sucios, y yo
estaba seguro de que no me la había puesto. Y como no creo en duendes ni cosas
de esas, pensé que alguien más se estaba escabullendo aquí. Tenía la duda de
que fueras tú o tu hermano, pero él casi nunca viene para acá, así que se me
ocurrió esconder esta cámara, para averiguar de una vez por todas quién se
estaba poniendo mi ropa-
El Rojo a punto de echarse a
llorar solo alcanzó a decir:
-Tío, por favor no le vaya a
decir a mis papás!
-Tranquilo, cálmate, por supuesto
que no les voy a decir nada, créeme, a mi no me molesta para nada que utilices mis
cosas.
-Ah no?
-Mira ahijado, la verdad es que tú
y yo tenemos más cosas en común de lo que te imaginas – le dijo su tío apagando
la televisión.
-A qué se refiere?
-Dime, con esto que haces? Qué
sientes?
-No sabría explicárselo muy bien
con palabras, pero me hace sentir diferente, como si no fuera yo cuando traigo
esta ropa, mas adulto, más poderoso, todo un hombre.
-Ya también te excita vestirte
así?
-Sí, la verdad sí, se acuerda de
aquél traje que usé para mi primera comunión?
-Trajecito gris oscuro, camisa
blanca, y corbata azul marino?
-Ese mismo, en verdad se acuerda?
-Claro que me acuerdo!
-Bueno, desde esa vez empecé a
sentir estas cosas.
-Me imagino.
-Y entonces usted sabía?
-Me imaginaba, pero quería que tú
me lo dijeras personalmente.
-Entonces no le va a decir nada a
nadie?
-No, y es más, creo que ya no
será necesario que te escondas, puedes venir cuando quieras y probarte lo que
quieras de aquí del closet.
-Es en serio?
-Totalmente en serio.
-Oiga tío, y a que se refería
cuando me dijo que teníamos mucho en común?
-Puedes prometerme que no vas a
decir nada de lo que te platique?
-No se lo prometo, se lo juro.
-Mira, quiero que entiendas que
esto no es una promesa como cualquier otra que hayas hecho en tu vida, lo que
tú y yo platiquemos aquí JAMÁS puede salir de esta casa, así como yo te prometo
que no le diré nada a tus padres, tú tienes que prometerme lo mismo.
-Es un trato – le dijo el Rojo
ahora con verdadera curiosidad acerca de qué es lo que tendría para platicarle
su tío.
-Ahijado, la verdad es que esto
que compartimos tu y yo se llama fetichismo, quizá alguna vez lo hayas
escuchado el término.
-No, no me es familiar.
-Bueno, el fetichismo es una de
las muchas manifestaciones de la sexualidad humana, en nuestro caso particular,
nosotros nos excitamos con la ropa formal, ya sabes, trajes, corbatas, camisas,
todo eso. Te suena conocido? – le dijo su tío mientras se sentaba en el sofá
frente a él.
-Pues muchas veces me pregunté si
yo sería el único, a mis amigos de la secundaria solo parece interesarles las
tetas y las nalgas de las mujeres, cuando la verdad es que a mí no me provocan
ni curiosidad.
-Así me pasaba a mí, solo pensaba
en corbatas, corbatas y mas corbatas.
-Entonces usted se ponía
la ropa de su papá?
-Sí, tú también lo haces?
-Sí, aunque le tengo que confesar
que la ropa de usted me gusta muchísimo más- le dijo el Rojo mientras esbozaba una
sonrisa.
-Mi compadre es muy práctico, él
no es muy de prestar atención a los detalles, compra lo que le queda y ya, no
le gusta llamar la atención ni un poquito, él se pone traje para cumplir.
-Bueno, pues yo me tengo que
conformar con lo que hay.
-Y de mis cosas que es lo que más
te gusta?
-Quiere la verdad? Me gusta TODO,
si yo pudiera tener su closet en mi casa no saldría de mi cuarto!
-Bueno, no creo que sea muy
sencillo de explicar que hace toda mi ropa en tu closet si te la llevas verdad?
pero puedes ponerte lo que quieras.
-Es que no sé, me da pena…
-Cabrón, que pena te va dar? Si
ya vi que no te da ni tantita pena!
-Jajaja si, pero no sabía que me
estaban grabando.
-Bueno, en este caso si ya nos
sinceramos no veo porqué te tenga que dar pena. Es más, te quieres poner algo
ahora?
-Le estaría mintiendo si le
dijera que no.
-Bueno, vamos- le dijo tomándolo
de la mano y llevándolo a la recámara.
-Tío, le puedo decir algo más?
-Claro, dime.
-La verdad es que me gustaría
mucho, muchísimo ponerme lo que usted está usando justo ahora.
-Faltaba más! – dijo su tío, que
se empezó a desvestir.
El Rojo sintió como se le paraba
inmediatamente, de tan solo imaginarse que en unos momentos estaría vistiendo
el traje que traía su tío, era como un sueño hecho realidad.
Su tío fue dejando la ropa
cuidadosamente sobre la cama, el saco, el chaleco, la camisa, la corbata, el
cinturón y los pantalones hasta quedar solamente en calcetines y calzoncillos.
-Oiga tío, espero no ser
un aprovechado, pero me gustaría ponérmelo TODO.
-Todo?
-Sí, me gustan sus calcetines- le
dijo señalándoselos, negros de punta dorada con su broche y liga.
-Bueno, te los presto con gusto-
le dijo guiñándole el ojo.
-Y sus bóxers.
-Ah caray, y esos para qué?
-Me gustaría sentir TODO lo que
siente usted cuando termina de vestirse por la mañana.
-Ok, pero seguro que no prefieres
unos del cajón?
-No, quiero los que trae puestos-
le dijo el Rojo con la voz ya mas temblorosa- me gustaría la experiencia
completa.
Su tío finalmente se quitó los
bóxers y se envolvió en una toalla. A pesar de lo rápido del movimiento, el
Rojo tuvo tiempo de alcanzar a verle un magnífico pene y unas pelotas grandes y
lampiñas, amén de un muy bien formado trasero.
Entonces no perdió más tiempo, se
puso los calcetines, le tomó un par de segundos deducir como se ponían las
ligas porque nunca había usado unos de ese tipo, después tomó el bóxer y
disimuladamente lo olfateó, olía a jabón, a sexo y el pulso se le aceleró
sabiendo lo que en unos momentos probablemente pasaría y se lo puso. Después se metió en los
pantalones, que le quedaban un poquito flojos; la camisa de la cual no supo que
le gustaba más, si el hecho de que estuviera rígida y muy bien almidonada de
los puños y el cuello, o el olor del perfume de su tío que lo embriagaba, su
tío se acercó con los gemelos:
-Permíteme ayudarte-
El Rojo le extendió los brazos
para que se los colocara. Después su tío tomó esa corbata
roja con franjas y se colocó detrás de él, le levantó el cuello y comenzó a
anudársela.
-Pude notar que te hiciste un
nudo sencillo la última vez que estuviste aquí, te gustaría que te hiciera el
mismo nudo que me hago yo?-
El Rojo sentía como le temblaban
las rodillas, no podía creer que esto estuviera pasando, apenas alcanzó a
balbucear un sí.
Su tío le hizo el mejor nudo de
corbata que había visto en su cuello, realmente le daba un aspecto enteramente
diferente, pasaba de ser ‘un simple oficinista’ a ‘un alto ejecutivo’
simplemente por agregar una vuelta más.
Su tío le fajó la camisa en los
pantalones y le puso el cinturón, después le trajo el chaleco y notó que le
dejó sin abrochar el botón de abajo.
-Porqué éste último no?
-Te agrega un detalle de
distinción, es como un código entre la gente que sí sabe cómo vestir un traje
para diferenciarse de aquéllos que lo usan automáticamente como una obligación.
-Eso no lo sabía.
-Ya tendré tiempo de irte
enseñando muchas cosas ahijado- le dijo mientras le sostenía el saco para que
metiera los brazos.
Cuando terminó de ponerse los
zapatos, se paró frente al espejo, se veía muy bien, a pesar de que el traje
era una talla más grande que el suyo.
-Ya para el próximo año creo que
te quedarán como hechos a tu medida muchacho- le dijo su tío mientras le
sacudía una pelusa del hombro.
-Tío, podría pedirle algo más?
-Claro, lo que quieras.
-Me dejaría que lo vistiera?
-Pensé que no lo dirías nunca.
El Rojo se dio unos pasos hasta
el closet y pudo sentir en cada centímetro cuadrado de su cuerpo la ropa de su tío, vaya
que se sentía bien, el cuello apretado y delicioso; la camisa almidonada sobre
su torso; su pene dentro de aquéllos bóxers; el vello de sus piernas sintiendo
el forro del pantalón con cada movimiento que hacía; sus pantorrillas sintiendo
la novedad de las ligas y los calcetines, y sobre todo, el olor tan rico que
emanaba aquélla ropa.
No le tomó mucho tiempo
decidirse, hacía tiempo que anhelaba jugar a vestir a su tío como si fuera un
muñeco y ahora finalmente tenía la oportunidad.
Descolgó un traje gris oscuro de
raya diplomática, de tres piezas por supuesto, una camisa blanca de gemelos (su
tío no parecía tener de otras), y una corbata rosa oscuro, casi morada, con un
patrón de puntitos blancos muy pequeños.
Su tío ya se había puesto unos
calcetines, y el Rojo le alcanzó los pantalones para que se los pusiera.
Después se acercó con la camisa blanca y su tío le extendió los brazos para que
se la pusiera, le abrochó los botones lentamente, disfrutando del momento y
aspirando el riquísimo olor de la camisa recién salida de la tintorería. Le
puso unos gemelos y su tío tomó la corbata y le dijo:
-Sabes hacer el cuatro en mano?
-No
-Es un nudo que le va muy bien a
este tipo de camisas – le dijo señalando el cuello que estaba un poco mas
separado- es de cuello italiano.
El Rojo vio como su tío hacía ese
nudo con una facilidad tal que se quedó asombrado, él solo conocía un modo de
anudarse las corbatas y no siempre le quedaban muy bien.
Finalmente le puso el saco a su
tío, y se quedó prendado de lo que vio frente a él, su tío sí que sabía sacarle
provecho a sus trajes, no solo los compraba porque estaban caros y darse una
cierta imagen, no, sabía qué era lo que le quedaba bien y vaya que sabía
lucirlo.
-Solo el último toque - dijo su tío tomando un pañuelo de seda blanca con puntos rojos y se lo puso en el bolsillo. A él nunca se le habría ocurrido esa combinación, pero su tío tenía un don para esas cosas.
-Y ahora qué hacemos? – le dijo
el Rojo
-Solo se me ocurre una cosa
ahijado.
Wow... ¡¿Quién no quisiera tener también un tío como Victor?!
ResponderEliminarPensé lo mismo jeje
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