sábado, 30 de noviembre de 2013

Ep. 28 - El mejor trámite del mundo



Me pidieron que me sentara en el diván y me rodearon. Enseguida cada uno de ellos me acercó el pene y empezó a pasármelo por toda la cara. De nuevo volví a tener esa sensación tan rara en el estómago, la sed instantánea, las manos temblorosas y las orejas ardiendo.

Apenas habían pasado unos minutos cuando el Rojo se me acercó, con el miembro de fuera y me lo metió a la boca, yo no sabía si esto era parte del ritual, pero decidí seguir con el juego y comencé a chupárselo con ganas. Escuché claramente cómo los demás decían:

-Oh sí! Así mero, venga! Déjanos ver como lo disfrutas!- 


Todos los miembros del grupo, fueron acercándose a mí, de uno por uno, con el pene de fuera y totalmente erecto. Cuando menos lo pensé, ya estaba alternando entre Leonardo, Alejandro y Paul el doctor, haciéndoles sendas mamadas, ellos también se turnaban para ponerme la mano suavemente en la nuca y metérmela despacito pero con buen ritmo. Alguien tuvo la idea de tomar mi mano y hacer que lo masturbara, y pronto tenía las dos ocupadas con Leonardo y Alejandro. No pude ver quién se sentó detrás de mí pero sentí como un par de manos comenzaban a tocarme por dentro del saco y recorrían lentamente mi pecho, mi abdomen, mi cuello y  acariciaban mi corbata. Estuve así unos minutos disfrutando enormemente, rezando para no eyacular espontáneamente, pues simplemente no podía ni creer lo que estaba pasando.

De pronto sentí como alguien me empujaba para que me recostara sobre el diván, era Abraham, el chef, que con su 1.95 de estatura y 105 kg de peso fácilmente tomó el control de la situación. Primero comenzó a olisquear mi ropa, recorriendo desde mi pene hasta mi cuello, y luego comenzó a besarme detrás de la oreja, en las mejillas, y sin dejar de aspirar fuertemente, como si quisiera memorizar mi olor. De pronto su lengua se abrió camino en mi boca sin preguntarme siquiera si quería o si me gustaba, aunque no hacía falta, me rendí en el primer segundo, Abraham era un excelente besador, me succionó la lengua con tales ganas que literalmente, se me puso la mirada en blanco, yo simplemente me abandoné. 

Después de ese increíble beso, me miró con sus penetrantes ojos verdes y se dirigió a mi pene que lubricaba lubricaba y lubricaba, estaba tan excitado que no podía dejar de hacerlo. Comenzó a lamer mis testículos, a recorrerlos con esa lengua experta y me hizo sentir en la gloria, para cuando comenzó a lamerme el glande, yo sentí que no podría resistir más. Fue Xavier el chico bajito quien se dio cuenta y le dio una palmada en la espalda y le dijo

-Tranquilo, que está a punto de explotar- Abraham entonces dejó de chupármela y me guiñó un ojo.
-Tienes razón hermano, la noche es joven y esta ‘bienvenida’ apenas comienza.

Xavier fue la sorpresa de la noche, pues para ser tan bajito de estatura, tenía un pene bastante grande, se lo comencé a mamar y puse particular empeño en que lo disfrutara, y parece que así fue, pues a los minutos ya lo escuchaba gemir y que me decía
– Sí! Así, así, así!-

Igual para cuando sentí que estaba a punto de explotar, me detuve, me incorporé sobre el diván y me lo senté a horcajadas con tal facilidad que hasta a mi me sorprendió, claro, también ayudaba que pesaba muy poco. Xavier olía delicioso, el olor lo identifiqué  de inmediato, Armani Code, hacía algunos años yo mismo había usado ese perfume, y aunque eventualmente lo cambié, me seguía encantando. Xavier y yo seguimos fajando unos minutos más hasta que Alfonso se acercó y le dijo

 –Hermano, me permites la siguiente pieza?- Xavier sonrió y se apartó cortésmente.

Alfonso se sentó junto a mí, se inclinó y metió una mano por dentro de mi saco, recorriendo mi camisa, mi cuello, mi corbata y finalmente me besó. Con su otra mano tomó la mía y la puso en su pene, que estaba duro y rebosante de líquido seminal, comencé a masturbarlo al tiempo que nos besábamos. Entonces sentí que alguien más se acercaba, era Tony, que también esperaba su turno. 

Volví a recostarme en el diván y les hice señas a los dos para que se acercaran, primero besé a Tony y después a Alfonso, parece que entendieron mi idea porque comenzaron a alternarse para besarme en la boca. Mientras tanto yo no perdía el tiempo y masturbaba a cada uno dándoles pequeños jaloncitos. 

Aprovechando que había un espacio libre, Joseph y Rodrigo se pusieron de rodillas uno a cada lado del diván y comenzaron a chuparme el pene al tiempo que se masturbaban, también siguiendo el mismo juego, uno y uno, ocasionalmente coincidían los dos y pude ver como se besaban, lo que me excitó muchísimo, digo, si es que se podía mas, la verdad es que ya comenzaban a dolerme los huevos de tanto estar haciendo cosas y sin poder eyacular, sin embargo, decidí que eso tendría que terminar pronto, definitivamente ver a dos hombres tan bien vestidos y besándose, era un punto de no retorno para mí, o eso creí. 

Escuché que alguien dijo –Mi turno-

Era Roberto, quien me hizo poner en 4 patas sobre el diván, y comenzó a masajearme las nalgas con unas manos firmes. Víctor aprovechó que mi boca había quedado libre, y se puso frente a mí, yo inmediatamente comencé a mamársela y a acariciar sus testículos, que se contraían cada vez que les pasaba las yemas de los dedos por los vellos cortos que comenzaban a salirle. De pronto sentí que me dieron una nalgada fuerte!

-Hey!!! – grité

Los demás, que nos rodeaban contemplando la escena soltaron una sonora carcajada.

-Disculpa, no era mi intención que te doliera… mucho- me dijo Roberto.

Pensé para mis adentros –vaya, esto es nuevo- , había leído alguna vez sobre el sadomasoquismo, pero no se me había ocurrido que se llevara con los trajes y las corbatas, pero qué es esta vida sin sorpresas? Supuse que habría una historia interesante detrás de esta afición de Roberto, quien aparte de dar nalgadas fuertes, sin duda sabía cómo masajearle las nalgas a uno. Había encontrado el punto exacto en el que se juntaba algo, no supe si sería algún nervio, o un par de huesos que ni sabía que tenía, pero al ejercer presión se sentía muy rico, como una comezoncita a la vez de unos espasmos involuntarios en las piernas. De pronto sentí como colocaba su pene erecto contra mi trasero, y se restregaba contra él. A mí me gustó sentir esa dureza y dudé si bajarme los pantalones  y pedirle que me penetrara, aunque caí en cuenta que hasta entonces ninguno había hecho el intento de metérmelo, no sabía si eso era parte de la iniciación o si todos serían pasivos.

De pronto el Rojo sin decir –agua va- se acercó, se colocó al lado de Víctor y comenzó a masturbarse frenéticamente, apenas unos 20 segundos después, eyaculó sobre mí, después tomó mi corbata y se limpió el pene con ella. Yo estaba tan excitado que no me importó, siempre podría conseguir otra igual en internet.

Justo después del Rojo, Víctor igual, eyaculó sobre mí. Me encantó sentir su semen caliente sobre mis labios.

Después fue el Sr. Gibrán quien se acercó, y me hizo que me levantara del diván. Comenzó a masturbarme lentamente, primero frotando su pulgar sobre mi glande aprovechando que estaba lubricando mucho, y después se arrodilló y me comenzó a hacer una mamada espectacular. Yo estaba a punto de eyacular cuando se levantó y me volvió a sentar en el diván, y ahí descargó su lefa sobre las solapas de mi saco entre gemidos de placer.

Y fue así, que de uno por uno, fueron dejando parte de sí mismos sobre mí, algunos en mi corbata, otros en el cuello de mi camisa, y alguno que otro atrevido en mi cara. Ya había visto escenas de bukake en películas pornográficas, y no era algo que me excitara particularmente, hasta ahora. Ver como un grupo de trajeados va desfilando frente a ti de uno por uno y que te van dejando un recuerdo mientras tú mismo te masturbas no tiene igual. Cuando el último de ellos eyaculó sobre mí, mi traje, mi corbata y probablemente mi camisa estaban arruinados completamente, y no me importaba en lo absoluto. Me sentía súper excitado por haber sido el juguete nuevo de un grupo de fetichistas de trajes y corbatas como yo. Jamás habría imaginado conocer a alguien más como yo, y de pronto tener una familia de 13 de ellos era cosa de sueño, tan irreal me parecía todo que sentí que en cualquier momento despertaría, y si mi experiencia no fallaba, eso pasaría justo cuando yo también eyaculara, no quería hacerlo, pero tener todo ese semen sobre mí, con todos esos olores tan íntimos mezclándose me volvía loco. Me tomó segundos descargar mi leche sobre mis pantalones, fue el orgasmo más largo y placentero que he experimentado jamás. Con cada trallazo que me salía, sentía que iba a perder el conocimiento, pero lo único que pasó fue que involuntariamente puse los ojos al revés, los demás sonreían. Oí que alguien decía:

-Daría lo que fuera por volver a sentir la emoción de la primera vez!-

Me dieron unos minutos para que me repusiera, alguien me trajo un vaso de agua que bebí con avidez. Alcancé a ver un reloj que estaba en la pared y no podía creerlo, habían pasado cerca de tres 
horas desde que comenzó el ritual! y eso que para mí solo se habían sentido como unos cuantos minutos!

-Bien, ahora que todo está concluido, tenemos una sorpresa para ti – me dijo el Rojo.

1 comentario:

  1. Esta entrada también es sensacional, llena llena de acción :)

    "De pronto el Rojo sin decir –agua va- se acercó, se colocó al lado de Víctor y comenzó a masturbarse frenéticamente, apenas unos 20 segundos después, eyaculó sobre mí, después tomó mi corbata y se limpió el pene con ella."

    Eso de usar una corbata para limpiarse el pene, sensacional. Aunque también se puede coger la corbata, abrirla por el extremo ancho presionando los dos cantos el uno contra el otro, introducir el pene dentro y masturbarse de ese modo. Así el semen se queda todo dentro de la corbata.

    "Me sentía súper excitado por haber sido el juguete nuevo de un grupo de fetichistas de trajes y corbatas como yo. Jamás habría imaginado conocer a alguien más como yo..."

    Yo tampoco hasta ahora. Aunque yo prefiero gente joven como yo, alrededor de los 25 o un poco más, o que se conserve muy bien. En eso no cedo. Todos con cuerpos delgados y atléticos, o por lo menos que los trabajen de vez en cuando, como yo. Preocuparse por el cuerpo, vamos.

    Y lo del diván también está muy bien, muy práctico para permanecer en el centro de la acción, donde todos pueden ir y venir a hacer lo que les guste conmigo. Se pueden hacer muchas cosas cómodamente en el diván, como darse ligeros masajes por debajo del cuello de la camisa, a la par que sentir el tacto suave de la corbata, y mientras tanto imaginando que alguien está a punto de eyacular sobre uno... sobre la corbata? sobre el cuello duro e inmaculado de la camisa? o sobre la cara?: http://fs1.directupload.net/images/150729/gg6pleet.jpg

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