Me acerqué al siguiente grupo, eran cuatro caballeros que
charlaban animadamente.
A dos de ellos ya los había conocido antes, eran Víctor el tío del
Rojo y el Sr. Gibrán a quien había conocido en la tintorería. Los otros dos eran
caras nuevas para mí, pero no por ello menos interesantes.
-Gusto en saludarte de nuevo – me dijo el Sr. Gibrán
estrechándome la mano
-Hola, es un placer encontrármelo aquí en estas
circunstancias, siendo honestos nunca me hubiera imaginado que teníamos esto en
común.
-Yo sí noté esa mirada en tus ojos el día que te conocí, de
haber tenido tiempo yo mismo habría llevado la conversación hacia este tema
cuando me fijé como veías el frac que fui a recoger, desafortunadamente ya iba tarde
y tenía un compromiso que a estas alturas ya podrás imaginar de qué era- me
dijo guiñándome un ojo.
El Sr. Gibrán tendría entre 45 y 50 años, no era para nada
alto como Abraham o Leonardo, era más
bajito que yo, de piel morena clara, unos ojos verdes enmarcados por unas
pestañas inusualmente largas y unas cejas pobladas bien delineadas, nariz aguileña,
cabello negro, con unos toques de gris que ya comenzaban a aparecer en sus
sienes. Vestía un traje negro de raya de gis, camisa blanca de gemelos, y una
corbata de seda de color azul marino y rayas blancas muy delgadas. Traía una
mano en el bolsillo así que pude ver que traía cinturón en vez de tirantes, y
unos zapatos negros lustrosos que hacían juego. Su complexión era un poco
robusta, no era gordo, simplemente no era delgado como por ejemplo Alejandro.
Era evidente que era un oso, pues aparte de la barba bien arreglada que tenía,
sus manos eran velludas, lo cual me daba un buen presentimiento, pues a mí me
encantan los osos.
El otro caballero que estaba en el grupo me extendió la mano
y se presentó.
-Hola, un gusto conocerte, soy Roberto. Desde que me dijeron
que teníamos un nuevo candidato estoy que me consumía de la ansiedad!
-El gusto es mío Roberto, yo ni siquiera pude dormir anoche
esperando este momento!
Roberto era un señor que ya rondaba los 50 años. Un poco más
alto que yo, blanco y de rostro lampiño. Con algunas canas y cejas delgadas, me
recordaba un poco a mi papá. Sus ojos eran azules, y me miraban de arriba abajo
sin disimulo, como si quisiera grabarse mi imagen en la memoria con todo
detalle. Sus labios eran también delgados pero sus dientes eran perfectos, era
evidente que era de personalidad seria, pues no sonreía mucho, su voz era de un registro grave, muy agradable, ideal para trabajar en la radio... o una línea erótica.
Vestía una traje negro de raya diplomática muy delgada,
apenas perceptible, camisa blanca que se notaba estaba muy bien almidonada, una
corbata roja que traía anudada perfectamente y cinturón y zapatos negros. No
pude identificar que loción estaba usando, pero me encantó, era dulce y a la
vez picante y con un toque de maderas, estuve tentado a preguntarle cual era,
pero tampoco consideré que fuera adecuado en ese momento.
El otro rostro nuevo para mí correspondía a un joven de ojos
grises, de unos 26 años, de complexión delgada, blanco y de cabello castaño muy
claro y algo enmarañado. Vestía traje negro de 3 botones, llevaba una corbata
de franjas doradas con gris que le combinaba muy bien con la camisa azul
celeste que llevaba.
Se presentó como Rodrigo y me estrechó fuertemente la mano.
-Tú y yo seremos buenos amigos, escuché atentamente tu historia
y coincidimos en varias cosas, eres un fetichista al 100% como yo, y por
cierto, me gusta tu corbata.
-A mí también me encanta la tuya, de hecho me encanta todo lo
que estás usando – le dije.
-Bueno, ahora somos familia, el día que quieras te lo puedes probar.
-No me tientes! Me encantaría!
-El día que tengamos para nosotros podemos hacerlo, aunque ya
habrá tiempo para hacer planes – me dijo sonriendo y enseñando unos dientes
grandes y muy blancos.
La otra persona en el grupo era Víctor, el tío del Rojo, a
quien ya había conocido aquélla ocasión en el billar. Iba tan impecablemente
vestido como siempre, con un traje y zapatos negros, una camisa blanca de doble
raya delgada en color gris, que le ajustaba perfectamente, llevaba unos gemelos
en color plata y una corbata exquisita de seda, el patrón era de una franja
ancha roja seguida por una línea blanca delgada, otra franja azul marino, línea
blanca delgada y nuevamente una franja roja, había visto antes algunas
parecidas, pero ninguna como esta. Llevaba un pañuelo azul marino un poco más
claro en el bolsillo del saco que le completaba el atuendo.
-Nos encontramos de nuevo – me dijo con una sonrisa.
-Muchas gracias por invitarme, sé que usted fue quien arregló
todo para que esto sucediera tan rápido, en verdad no sé como podré
agradecérselo, esto es un sueño hecho realidad para mí.
-Recuerdo cuando conocí a mi primer amigo suitlover, fue una
emoción tremenda, tardé varios días en asimilarlo. Esa misma mirada que tú
tienes ahorita, la tuve yo hace ya varios años, y me da mucho gusto saber que
ahora tenemos un hermano mas, verás que te va a encantar ser parte de la
familia.
-Y a qué te dedicas? – me preguntó Roberto.
-Estudio administración de empresas.
-Vaya! Serás mi colega entonces!
-En verdad?
-Sí, yo soy egresado de la misma carrera! Claro, en mi caso
ya han pasado algunos años, y creo que a ti te faltan dos o tres años no?
-Sí, apenas voy por el 4to semestre, pero ya me urge
trabajar, me faltan pretextos para usar traje diariamente – bromeé.
-Ah, es lo mejor de dedicarse a los números, no hace falta en
lo más mínimos usar corbata, pero todos esperan que lo hagas y en nuestro caso
es una bendición!
-Y tu a qué te dedicas amigo? – le pregunté a Rodrigo.
-Soy Ingeniero Industrial, trabajo la planta de Audi.
-Y supongo que no usas traje diariamente?
-Te equivocas- me dijo sonriente- aunque el código de vestimenta nos
pide que llevemos corbata, yo aprovecho y llevo traje todos los días,
cuando llego a la oficina dejo mi saco en el respaldo de la silla, pero siempre
llego y salgo perfectamente trajeado, cuando llegué a vivir aquí, me hice la
promesa a mi mismo de que encontraría un trabajo que me permitiera vestir como
a mí me gusta, y pues tuve la suerte de caer ahí.
Platicamos animadamente durante algunos minutos más, después
el Sr. Gibrán me hizo la seña para que volteara a ver a los últimos 5 miembros
del grupo que me faltaba por conocer.
-Habibi, ve a presentarte con ellos, para poder proceder con
tu iniciación.
Sin duda algo interesante tenía que ser ese rito de iniciación, pues parecían muy interesados en que se llevara a cabo.
Me despedí momentáneamente de ellos y me acerqué al último grupo que conversaba cerca del barecito.
Total y completamente identificado con Rodrigo.
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