Crucé esa puerta haciéndome mil preguntas, aunque al final
todas se reducían a la misma –Qué me va a pasar?!-
La habitación a la que entré era un salón amplio, de por
lo menos unos 100 metros cuadrados, de techo alto. Las paredes eran de un color
ocre intenso y tenían una cenefa con un diseño contrastante en la parte más
alta. Había dos ventanales grandes en tres de las cuatro paredes, pero estaban
cuidadosamente cubiertas por grandes cortinas black out en color beige y enmarcadas
por otras de brocado de un color entre naranja y café.
Había otra cantina bien surtida y una mesa de billar hasta el fondo y
varios divanes a lo largo de las paredes. El lugar estaba iluminado tenuemente
por lámparas de araña que corrían a lo largo y ancho de la habitación. Igual
junto a cada diván había un buró con una lámpara de pantalla y una lámpara de
pie en cada esquina.
Me pidieron que me sentara en uno de los divanes y los doce
formaron un semicírculo alrededor de mí.
Víctor, que era quien había presidido la reunión durante la
noche estaba justo en medio, y tomó la palabra.
-Has manifestado tu interés de unirte a nuestra hermandad,
después de lo que has visto y oído esta noche, sigue firme tu deseo de ser uno
de nosotros.
-Sí, lo deseo más que nada en este mundo!
-Estás dispuesto a guardar y hacer guardar las reglas con las
que nos regimos?
-Sí, estoy más que dispuesto!
-Estás consciente de que de ahora en adelante estarás
obligado a mantener en secreto no solo las actividades que se desarrollen aquí
sino incluso la existencia de este grupo ante cualquiera que no forme parte del
mismo?
-Sí.
-Quiero que entiendas que no se trata de un juego, es algo
muy serio, todos los que estamos aquí tenemos un fetiche en común, pero también
tenemos vidas completamente separadas de esta faceta que nos une y no queremos
que esa parte de nuestras vidas se vea afectada en lo absoluto. Si llegaras a
cometer una indiscreción, es necesario que sepas que habrá consecuencias
serias.
-Lo entiendo.
-Excelente.
Me hicieron leer en voz alta el siguiente juramento:
Yo, E.P.G, juro solemnemente
guardar en la más absoluta secrecía, las identidades y actividades de mis
hermanos con los cuales establezco en este día un vínculo de pertenencia.
Juro lealtad a todos ellos
en cualquier circunstancia que pudiera presentarse y declaro que a partir de
este momento los consideraré como miembros de mi familia hasta el último día de mi vida.
Todos aplaudieron después de que hube pronunciado estas
palabras. Fue entonces que Víctor se acercó a mí y me dijo:
-Ahora tienes que conocernos íntimamente a todos y todos
tienen que conocerte para que todo quede concluido.
Dicho esto, comenzó a acariciarme la entrepierna, no tardé ni
tres segundos en tener una erección.
Con una mano bastante hábil, Víctor me
abrió la bragueta y me sacó el pene, que estaba firme como un soldadito,
esperando instrucciones. Se puso de rodillas frente a mí, y se lo metió a la
boca. Pude sentir sus labios cálidos y húmedos, succionándome el pene 7 veces.
Se puso de pie y me dijo que ahora yo me pusiera de rodillas. Rápidamente intuí que era
lo que esperaba de mí, así que igual, le abrí la bragueta y tomé su pene, mismo
que me metí a la boca gustosamente, e igual que había hecho él, se lo succioné
siete veces. Volteé hacia arriba y pude ver que sonreía. Me puse de pie, y me
besó apasionadamente en los labios.
-Bienvenido hermano – me dijo.
Volteé a ver a los doce restantes, y todos sin excepción se acariciaban el paquete por fuera del
pantalón, como anticipando lo que vendría a continuación.
Estaban acomodados sin ningún orden en particular, o al menos
eso creía yo, hasta que Víctor me dijo que empezara por la izquierda, pues
estaban alineados conforme al orden en que se fueron uniendo al grupo. El
primero era el Sr. Gibrán y el último a la derecha era Abraham, el chef alto y
osuno.
Me puse frente al Sr. Gibrán y él se puso de rodillas frente
a mí, me chupó el pene también siete veces, pero lo hizo lentamente, como si
quisiera extender ese placer lo más posible. Yo traté de devolverle el gesto,
aunque de entrada me costó trabajo hacerlo ya que si bien no tenía el pene particularmente
largo, si lo tenía muy grueso y cabezón. Cuando le di sus siete chupadas, nos
dimos un beso muy húmedo, y me dijo también:
-Bienvenido hermano-
Así los recorrí de izquierda a derecha, al Sr. Gibrán, al
Rojo, a Paul, a Roberto, a Tony, a Rodrigo, a Leonardo, a Alfonso, a Xavier, a Alejandro, Joseph y Abraham.
Con todos ellos fue el mismo acto, se ponían de rodillas
frente a mí, me hacían siete succiones cada uno de ellos y yo hacía lo mismo,
después un beso de lengua y el apretón de manos con un:
–Bienvenido hermano-
Mientras estaba en el recorrido, la excitación era tanta que
me temí que fuera a eyacular de improviso en la boca de alguno de ellos, así
que tuve que concentrarme en pensar en una tarea de la escuela que tenía
pendiente a fin de evitar correrme., tarea o mujeres en bikini, lo que hiciera falta.
Cuando Abraham me dijo –Bienvenido hermano- me sentí
tranquilo, ahora si era parte de ellos, mi familia, su familia. Ahora solo
restaba disfrutar del resto de la noche, y si todo seguía como hasta ahora,
sería la más inolvidable de mi existencia, o al menos empataría con la primera
vez que el Rojo y yo habíamos tenido relaciones.
Entre Xavier y Alfonso movieron uno de los divanes al centro
de la habitación. Me hicieron la seña de que me acercara y me sentara.
-Falta lo mejor ahora – me dijo Xavier guiñándome un ojo.
Wow, increíble. Cuanto desearía que grupos así realmente existieran.
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