sábado, 30 de noviembre de 2013

Ep. 28 - El mejor trámite del mundo



Me pidieron que me sentara en el diván y me rodearon. Enseguida cada uno de ellos me acercó el pene y empezó a pasármelo por toda la cara. De nuevo volví a tener esa sensación tan rara en el estómago, la sed instantánea, las manos temblorosas y las orejas ardiendo.

Apenas habían pasado unos minutos cuando el Rojo se me acercó, con el miembro de fuera y me lo metió a la boca, yo no sabía si esto era parte del ritual, pero decidí seguir con el juego y comencé a chupárselo con ganas. Escuché claramente cómo los demás decían:

-Oh sí! Así mero, venga! Déjanos ver como lo disfrutas!- 


Todos los miembros del grupo, fueron acercándose a mí, de uno por uno, con el pene de fuera y totalmente erecto. Cuando menos lo pensé, ya estaba alternando entre Leonardo, Alejandro y Paul el doctor, haciéndoles sendas mamadas, ellos también se turnaban para ponerme la mano suavemente en la nuca y metérmela despacito pero con buen ritmo. Alguien tuvo la idea de tomar mi mano y hacer que lo masturbara, y pronto tenía las dos ocupadas con Leonardo y Alejandro. No pude ver quién se sentó detrás de mí pero sentí como un par de manos comenzaban a tocarme por dentro del saco y recorrían lentamente mi pecho, mi abdomen, mi cuello y  acariciaban mi corbata. Estuve así unos minutos disfrutando enormemente, rezando para no eyacular espontáneamente, pues simplemente no podía ni creer lo que estaba pasando.

De pronto sentí como alguien me empujaba para que me recostara sobre el diván, era Abraham, el chef, que con su 1.95 de estatura y 105 kg de peso fácilmente tomó el control de la situación. Primero comenzó a olisquear mi ropa, recorriendo desde mi pene hasta mi cuello, y luego comenzó a besarme detrás de la oreja, en las mejillas, y sin dejar de aspirar fuertemente, como si quisiera memorizar mi olor. De pronto su lengua se abrió camino en mi boca sin preguntarme siquiera si quería o si me gustaba, aunque no hacía falta, me rendí en el primer segundo, Abraham era un excelente besador, me succionó la lengua con tales ganas que literalmente, se me puso la mirada en blanco, yo simplemente me abandoné. 

Después de ese increíble beso, me miró con sus penetrantes ojos verdes y se dirigió a mi pene que lubricaba lubricaba y lubricaba, estaba tan excitado que no podía dejar de hacerlo. Comenzó a lamer mis testículos, a recorrerlos con esa lengua experta y me hizo sentir en la gloria, para cuando comenzó a lamerme el glande, yo sentí que no podría resistir más. Fue Xavier el chico bajito quien se dio cuenta y le dio una palmada en la espalda y le dijo

-Tranquilo, que está a punto de explotar- Abraham entonces dejó de chupármela y me guiñó un ojo.
-Tienes razón hermano, la noche es joven y esta ‘bienvenida’ apenas comienza.

Xavier fue la sorpresa de la noche, pues para ser tan bajito de estatura, tenía un pene bastante grande, se lo comencé a mamar y puse particular empeño en que lo disfrutara, y parece que así fue, pues a los minutos ya lo escuchaba gemir y que me decía
– Sí! Así, así, así!-

Igual para cuando sentí que estaba a punto de explotar, me detuve, me incorporé sobre el diván y me lo senté a horcajadas con tal facilidad que hasta a mi me sorprendió, claro, también ayudaba que pesaba muy poco. Xavier olía delicioso, el olor lo identifiqué  de inmediato, Armani Code, hacía algunos años yo mismo había usado ese perfume, y aunque eventualmente lo cambié, me seguía encantando. Xavier y yo seguimos fajando unos minutos más hasta que Alfonso se acercó y le dijo

 –Hermano, me permites la siguiente pieza?- Xavier sonrió y se apartó cortésmente.

Alfonso se sentó junto a mí, se inclinó y metió una mano por dentro de mi saco, recorriendo mi camisa, mi cuello, mi corbata y finalmente me besó. Con su otra mano tomó la mía y la puso en su pene, que estaba duro y rebosante de líquido seminal, comencé a masturbarlo al tiempo que nos besábamos. Entonces sentí que alguien más se acercaba, era Tony, que también esperaba su turno. 

Volví a recostarme en el diván y les hice señas a los dos para que se acercaran, primero besé a Tony y después a Alfonso, parece que entendieron mi idea porque comenzaron a alternarse para besarme en la boca. Mientras tanto yo no perdía el tiempo y masturbaba a cada uno dándoles pequeños jaloncitos. 

Aprovechando que había un espacio libre, Joseph y Rodrigo se pusieron de rodillas uno a cada lado del diván y comenzaron a chuparme el pene al tiempo que se masturbaban, también siguiendo el mismo juego, uno y uno, ocasionalmente coincidían los dos y pude ver como se besaban, lo que me excitó muchísimo, digo, si es que se podía mas, la verdad es que ya comenzaban a dolerme los huevos de tanto estar haciendo cosas y sin poder eyacular, sin embargo, decidí que eso tendría que terminar pronto, definitivamente ver a dos hombres tan bien vestidos y besándose, era un punto de no retorno para mí, o eso creí. 

Escuché que alguien dijo –Mi turno-

Era Roberto, quien me hizo poner en 4 patas sobre el diván, y comenzó a masajearme las nalgas con unas manos firmes. Víctor aprovechó que mi boca había quedado libre, y se puso frente a mí, yo inmediatamente comencé a mamársela y a acariciar sus testículos, que se contraían cada vez que les pasaba las yemas de los dedos por los vellos cortos que comenzaban a salirle. De pronto sentí que me dieron una nalgada fuerte!

-Hey!!! – grité

Los demás, que nos rodeaban contemplando la escena soltaron una sonora carcajada.

-Disculpa, no era mi intención que te doliera… mucho- me dijo Roberto.

Pensé para mis adentros –vaya, esto es nuevo- , había leído alguna vez sobre el sadomasoquismo, pero no se me había ocurrido que se llevara con los trajes y las corbatas, pero qué es esta vida sin sorpresas? Supuse que habría una historia interesante detrás de esta afición de Roberto, quien aparte de dar nalgadas fuertes, sin duda sabía cómo masajearle las nalgas a uno. Había encontrado el punto exacto en el que se juntaba algo, no supe si sería algún nervio, o un par de huesos que ni sabía que tenía, pero al ejercer presión se sentía muy rico, como una comezoncita a la vez de unos espasmos involuntarios en las piernas. De pronto sentí como colocaba su pene erecto contra mi trasero, y se restregaba contra él. A mí me gustó sentir esa dureza y dudé si bajarme los pantalones  y pedirle que me penetrara, aunque caí en cuenta que hasta entonces ninguno había hecho el intento de metérmelo, no sabía si eso era parte de la iniciación o si todos serían pasivos.

De pronto el Rojo sin decir –agua va- se acercó, se colocó al lado de Víctor y comenzó a masturbarse frenéticamente, apenas unos 20 segundos después, eyaculó sobre mí, después tomó mi corbata y se limpió el pene con ella. Yo estaba tan excitado que no me importó, siempre podría conseguir otra igual en internet.

Justo después del Rojo, Víctor igual, eyaculó sobre mí. Me encantó sentir su semen caliente sobre mis labios.

Después fue el Sr. Gibrán quien se acercó, y me hizo que me levantara del diván. Comenzó a masturbarme lentamente, primero frotando su pulgar sobre mi glande aprovechando que estaba lubricando mucho, y después se arrodilló y me comenzó a hacer una mamada espectacular. Yo estaba a punto de eyacular cuando se levantó y me volvió a sentar en el diván, y ahí descargó su lefa sobre las solapas de mi saco entre gemidos de placer.

Y fue así, que de uno por uno, fueron dejando parte de sí mismos sobre mí, algunos en mi corbata, otros en el cuello de mi camisa, y alguno que otro atrevido en mi cara. Ya había visto escenas de bukake en películas pornográficas, y no era algo que me excitara particularmente, hasta ahora. Ver como un grupo de trajeados va desfilando frente a ti de uno por uno y que te van dejando un recuerdo mientras tú mismo te masturbas no tiene igual. Cuando el último de ellos eyaculó sobre mí, mi traje, mi corbata y probablemente mi camisa estaban arruinados completamente, y no me importaba en lo absoluto. Me sentía súper excitado por haber sido el juguete nuevo de un grupo de fetichistas de trajes y corbatas como yo. Jamás habría imaginado conocer a alguien más como yo, y de pronto tener una familia de 13 de ellos era cosa de sueño, tan irreal me parecía todo que sentí que en cualquier momento despertaría, y si mi experiencia no fallaba, eso pasaría justo cuando yo también eyaculara, no quería hacerlo, pero tener todo ese semen sobre mí, con todos esos olores tan íntimos mezclándose me volvía loco. Me tomó segundos descargar mi leche sobre mis pantalones, fue el orgasmo más largo y placentero que he experimentado jamás. Con cada trallazo que me salía, sentía que iba a perder el conocimiento, pero lo único que pasó fue que involuntariamente puse los ojos al revés, los demás sonreían. Oí que alguien decía:

-Daría lo que fuera por volver a sentir la emoción de la primera vez!-

Me dieron unos minutos para que me repusiera, alguien me trajo un vaso de agua que bebí con avidez. Alcancé a ver un reloj que estaba en la pared y no podía creerlo, habían pasado cerca de tres 
horas desde que comenzó el ritual! y eso que para mí solo se habían sentido como unos cuantos minutos!

-Bien, ahora que todo está concluido, tenemos una sorpresa para ti – me dijo el Rojo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Ep. 27 - La iniciación



Crucé esa puerta haciéndome mil preguntas, aunque al final todas se reducían a la misma –Qué me va a pasar?!-

La habitación a la que entré era un salón amplio, de por lo menos unos 100 metros cuadrados, de techo alto. Las paredes eran de un color ocre intenso y tenían una cenefa con un diseño contrastante en la parte más alta. Había dos ventanales grandes en tres de las cuatro paredes, pero estaban cuidadosamente cubiertas por grandes cortinas black out en color beige y enmarcadas por otras de brocado de un color entre naranja y café.

Había otra cantina bien surtida y una mesa de billar hasta el fondo y varios divanes a lo largo de las paredes. El lugar estaba iluminado tenuemente por lámparas de araña que corrían a lo largo y ancho de la habitación. Igual junto a cada diván había un buró con una lámpara de pantalla y una lámpara de pie en cada esquina.

Me pidieron que me sentara en uno de los divanes y los doce formaron un semicírculo alrededor de mí.

Víctor, que era quien había presidido la reunión durante la noche estaba justo en medio, y tomó la palabra.

-Has manifestado tu interés de unirte a nuestra hermandad, después de lo que has visto y oído esta noche, sigue firme tu deseo de ser uno de nosotros.
-Sí, lo deseo más que nada en este mundo!
-Estás dispuesto a guardar y hacer guardar las reglas con las que nos regimos?
-Sí, estoy más que dispuesto!
-Estás consciente de que de ahora en adelante estarás obligado a mantener en secreto no solo las actividades que se desarrollen aquí sino incluso la existencia de este grupo ante cualquiera que no forme parte del mismo?
-Sí.
-Quiero que entiendas que no se trata de un juego, es algo muy serio, todos los que estamos aquí tenemos un fetiche en común, pero también tenemos vidas completamente separadas de esta faceta que nos une y no queremos que esa parte de nuestras vidas se vea afectada en lo absoluto. Si llegaras a cometer una indiscreción, es necesario que sepas que habrá consecuencias serias.
-Lo entiendo.
-Excelente.

Me hicieron leer en voz alta el siguiente juramento:

Yo, E.P.G, juro solemnemente guardar en la más absoluta secrecía, las identidades y actividades de mis hermanos con los cuales establezco en este día un vínculo de pertenencia.
Juro lealtad a todos ellos en cualquier circunstancia que pudiera presentarse y declaro que a partir de este momento los consideraré como miembros de mi familia hasta el último día de mi vida.

Todos aplaudieron después de que hube pronunciado estas palabras. Fue entonces que Víctor se acercó a mí y me dijo:

-Ahora tienes que conocernos íntimamente a todos y todos tienen que conocerte para que todo quede concluido.

Dicho esto, comenzó a acariciarme la entrepierna, no tardé ni tres segundos en tener una erección. 

Con una mano bastante hábil, Víctor me abrió la bragueta y me sacó el pene, que estaba firme como un soldadito, esperando instrucciones. Se puso de rodillas frente a mí, y se lo metió a la boca. Pude sentir sus labios cálidos y húmedos, succionándome el pene 7 veces. 

Se puso de pie y me dijo que ahora yo me pusiera de rodillas. Rápidamente intuí que era lo que esperaba de mí, así que igual, le abrí la bragueta y tomé su pene, mismo que me metí a la boca gustosamente, e igual que había hecho él, se lo succioné siete veces. Volteé hacia arriba y pude ver que sonreía. Me puse de pie, y me besó apasionadamente en los labios.

-Bienvenido hermano – me dijo.

Volteé  a ver a los doce restantes, y todos sin excepción se acariciaban el paquete por fuera del pantalón, como anticipando lo que vendría a continuación.

Estaban acomodados sin ningún orden en particular, o al menos eso creía yo, hasta que Víctor me dijo que empezara por la izquierda, pues estaban alineados conforme al orden en que se fueron uniendo al grupo. El primero era el Sr. Gibrán y el último a la derecha era Abraham, el chef alto y osuno.

Me puse frente al Sr. Gibrán y él se puso de rodillas frente a mí, me chupó el pene también siete veces, pero lo hizo lentamente, como si quisiera extender ese placer lo más posible. Yo traté de devolverle el gesto, aunque de entrada me costó trabajo hacerlo ya que si bien no tenía el pene particularmente largo, si lo tenía muy grueso y cabezón. Cuando le di sus siete chupadas, nos dimos un beso muy húmedo, y me dijo también:

-Bienvenido hermano- 

Así los recorrí de izquierda a derecha, al Sr. Gibrán, al Rojo, a Paul, a Roberto, a Tony, a Rodrigo, a Leonardo, a Alfonso,  a Xavier, a Alejandro, Joseph y Abraham.

Con todos ellos fue el mismo acto, se ponían de rodillas frente a mí, me hacían siete succiones cada uno de ellos y yo hacía lo mismo, después un beso de lengua y el apretón de manos con un:

–Bienvenido hermano-

Mientras estaba en el recorrido, la excitación era tanta que me temí que fuera a eyacular de improviso en la boca de alguno de ellos, así que tuve que concentrarme en pensar en una tarea de la escuela que tenía pendiente a fin de evitar correrme., tarea o mujeres en bikini, lo que hiciera falta.

Cuando Abraham me dijo –Bienvenido hermano- me sentí tranquilo, ahora si era parte de ellos, mi familia, su familia. Ahora solo restaba disfrutar del resto de la noche, y si todo seguía como hasta ahora, sería la más inolvidable de mi existencia, o al menos empataría con la primera vez que el Rojo y yo habíamos tenido relaciones.

Entre Xavier y Alfonso movieron uno de los divanes al centro de la habitación. Me hicieron la seña de que me acercara y me sentara.

-Falta lo mejor ahora – me dijo Xavier guiñándome un ojo.

Ep. 26 - Mas miembros del grupo (3ra. parte y última)



Me acerqué a los últimos 5 miembros del grupo que aún no había saludado; con todo y que estaba disfrutando muchísimo el conocer a otros fetichistas como yo, me ganaba la curiosidad de saber en qué consistía la iniciación, y estaba a solo 5 personas de distancia de saber en qué consistía.

-Buenas noches, gracias por su hospitalidad, son muy amables en permitir que me una a ustedes.
-Para nosotros es una alegría muy grande recibir a otro fetichista, por cierto soy Tony- me dijo extendiéndome la mano.

Tony era muy delgado, moreno claro, ojos color café muy alegres, nariz recta. Sus labios no eran muy carnosos, pero enmarcaban una sonrisa perfecta que te desarmaba al instante. Su edad me pareció engañosa, aparentaba unos 35 o 36 años, pero bien podría ser efecto de la barba de candado que usaba,  tal vez lo hacía a propósito. Vestía un traje azul gris oscuro de raya de gis con chaleco, una camisa blanca de cuadros finos de línea negra, corbata azul con un patrón de puntitos blancos muy pequeños, cinturón y zapatos color negro también, estilo bostoniano. Traía un pañuelo blanco en el bolsillo de su saco y supongo que algún pisacorbatas que no veía era el que causaba que la suya se saliera un poco del chaleco y se curvara hacia afuera, dándole un toque muy distinguido.

Otro joven se presentó como Joseph. Era de la misma estatura de Tony, aunque un poco mas moreno y ancho de hombros. Yo creo que debe haber tenido unos 28 años, aunque se veía demasiado sofisticado para ser tan joven. Y era que me sorprendió la atención que ponía a los detalles. Llevaba un traje negro, que le ajustaba excelentemente, sin duda había sido confeccionado a su medida. La camisa era blanca, de cuello italiano y gemelos cuadrados de plata que tenían una aplicación como de mosaico en color rosa oscuro. La camisa a primera vista se veía riquísima, almidonada y muy bien planchada, cada que se movía se escuchaba un ligero crujido que a mí me hacía salivar. Traía una corbata de seda, de un color rosa pastel, con puntos de un tono rosa más claro, que destellaban cuando le daba la luz. Completaba su traje con un pañuelo de lino blanco que sobresalía apenas del bolsillo de su saco. Les comento lo de los detalles porque en verdad parecía salido de un catálogo, no había una sola cosa fuera de lugar. El nudo de su corbata era perfecto, la longitud de la misma era la exacta requerida, las mangas de su camisa sobresalían justo lo necesario de las del saco para dejar ver los puños y los gemelos. Sus zapatos eran de color negro, muy formales y perfectamente lustrados. Pepe simplemente había conseguido hacer del traje una extensión de su cuerpo, se movía en él con la mayor naturalidad, sabía llevarlo.

Un caballero de cabello gris, el doctor con el que tendría que ir a examinarme, me extendió la mano y se presentó.

-Soy Paul, mucho gusto en conocerte.
-Encantado de conocerte Paul.
 
Paul era, cómo decirlo? Hmmm grandote, no se me ocurre otra palabra, yo creo medía como 1.95 y quizá pesaba unos 110 kilos pero  sin duda esos kilos eran de puro músculo porque tenía cuerpo de boxeador de peso pesado o levantador de pesas. Era extranjero sin duda, hablaba bien español, pero era imposible para él disimular su acento. Era de piel blanca, algo bronceado, llevaba el cabello corto, peinado hacia adelante. Tendría unos 50 años tal vez y su cabello gris lo hacía verse más interesante. 

Lo que sea de cada quien era muy guapo, ojos cafés muy expresivos; sonreía todo el tiempo, y dejaba ver una fila de dientes blancos y perfectos en una boca no muy ancha con unos labios muy antojables. Tenía la nariz respingona y también unas finas líneas junto a los ojos. Otra cosa que me llamó mucho la atención eran sus manos, eran enormes! Aunque claro, con esa estatura y esa complexión era difícil que fuera de otro modo. 

Su traje era evidentemente hecho a la medida, no creo que hubiera conseguido algo que le ajustara tan bien directamente en una tienda. Era de color gris Oxford, de raya diplomática, de tres piezas. Usaba una camisa blanca de gemelos y estos eran redondos, en color plata con una aplicación en morado oscuro. Su corbata era de un color púrpura, satinado y brillante, con puntos en color blanco, la mantenía en su lugar con un pisacorbatas que alcanzaba a verse apenas un poco arriba de la línea del chaleco. Llevaba un pañuelo en color lila con el borde blanco en el bolsillo del saco. Sus zapatos, tipo Oxford, eran muy formales, negros, de cordones finos, que hacían juego perfectamente con su atuendo. Hasta ahora, todo lo que había podido observar de Paul me tenía fascinado, su presencia física de verdad imponía.

Otro caballero también me extendió la mano para presentarse. Se llamaba Alfonso y se veía relativamente joven, unos 24 o 25 años. Era muy moreno, fornido, y de mi estatura más o menos. También era bastante guapo, cabello negro y corto, labios carnosos, nariz recta, ojos café oscuro, bien afeitado. Vestía un traje negro, entallado, camisa blanca de cuello italiano, una corbata de rayas en diagonal, una franja en color negro, separada por una línea blanca delgada, seguida de otra franja ancha en color plata, muy bonita y muy formal. Llevaba gemelos redondos de color negro con borde dorado. Usaba un cinturón y zapatos negros también de estilo Oxford. Por supuesto, no faltaba el toque del pañuelo color blanco en el bolsillo del saco.

El último del grupo era un joven que me llamó la atención porque era muy bajito. Tal vez midiera 1.60, aunque no por eso menos atractivo que cualquiera de los que estaban reunidos allí. Se llamaba Xavier, era moreno claro, de cabello negro peinado hacia atrás, ojos color café, cejas pobladas y algo arqueadas, de nariz recta y boca chica y carnosa. Utilizaba lentes de moldura muy delgada, casi imperceptible. Me impresionó lo bien que le quedaba su atuendo. Traje negro muy bien cortado, una camisa azul de gemelos con líneas blancas muy muy delgadas, imperceptibles desde lejos, de cuello y puños blancos. Llevaba una corbata de franjas azules y rosas, con algunas líneas más delgadas (también azules) atravesadas aquí y allá. Alcancé a ver que usaba tirantes en color azul marino oscuro. En el bolsillo del saco traía un pañuelo de seda en color azul celeste que combinaba con su camisa y su corbata. Sus zapatos, eran obviamente formales, color negro lustroso, aunque de punta cuadrada, se le veían excelentemente bien.

Alfonso trabajaba en una inmobiliaria, le encantaba su trabajo, amén de las comisiones que eran muy buenas, era un empleo que le dejaba vestir de punta en blanco todos los días. 

Xavier, era jefe regional de soporte técnico en Dell, y aunque me comentó que no tenían un código de vestir muy estricto, por lo menos dos veces a la semana se iba muy formal a trabajar, y aunque al principio sí lo llegaban a ver con extrañeza, en la oficina todos terminaron acostumbrándose y después únicamente le hacían comentarios del tipo –Me encanta tu corbata!’.

Tony era diseñador gráfico, y tenía su propia empresa, en la que por supuesto, vestía de traje a diario, e igual, les habia requerido un código de vestimenta formal a sus demás colaboradores.

Joseph trabajaba para un despacho de publicidad de los mas importantes de la ciudad, llevaba varias cuentas importantes, y claro, el traje y la corbata no estaban sujetos a discusión, me contó que algunas veces había escuchado a alguno de sus compañeros de la oficina quejarse de lo formal que era ese despacho cuando en otros lados la informalidad era lo que estaba de moda; él solo estaba agradecido de tener un jefe entrado en años y muy conservador, al que se había echado a la bolsa precisamente por ser tan formal.

Estuve charlando con ellos por unos 10 o 15 minutos cuando sentí que alguien me puso un brazo alrededor de la espalda, era el Rojo.

-Bueno, parece que ya los has conocido a todos no?
-Sí!- le contesté emocionado
-Y qué te hemos parecido hasta ahora?
-Todos parecen ser personas sumamente interesantes, y muy agradables todos ellos. No he querido preguntar mucho pero me encantaría conocerlos mejor.
-Todo a su tiempo- me dijo el Rojo y me guiñó un ojo – Entonces creo que ya podemos proceder con tu iniciación.
Vi que le hizo una señal a su tío y este discretamente se acercó a los demás y les dijo algo, todos comenzaron a caminar hacia otra puerta al final de la habitación.
-Es hora, vamos – me dijo, yo le eché el brazo en los hombros y comenzamos a caminar hacia esa puerta.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Ep. 26 - Los miembros del grupo (Parte 2)



Me acerqué al siguiente grupo, eran cuatro caballeros que charlaban animadamente. 

A dos de ellos ya los había conocido antes, eran Víctor el tío del Rojo y el Sr. Gibrán a quien había conocido en la tintorería. Los otros dos eran caras nuevas para mí, pero no por ello menos interesantes.

-Gusto en saludarte de nuevo – me dijo el Sr. Gibrán estrechándome la mano
-Hola, es un placer encontrármelo aquí en estas circunstancias, siendo honestos nunca me hubiera imaginado que teníamos esto en común.
-Yo sí noté esa mirada en tus ojos el día que te conocí, de haber tenido tiempo yo mismo habría llevado la conversación hacia este tema cuando me fijé como veías el frac que fui a recoger, desafortunadamente ya iba tarde y tenía un compromiso que a estas alturas ya podrás imaginar de qué era- me dijo guiñándome un ojo. 

El Sr. Gibrán tendría entre 45 y 50 años, no era para nada alto  como Abraham o Leonardo, era más bajito que yo, de piel morena clara, unos ojos verdes enmarcados por unas pestañas inusualmente largas y unas cejas pobladas bien delineadas, nariz aguileña, cabello negro, con unos toques de gris que ya comenzaban a aparecer en sus sienes. Vestía un traje negro de raya de gis, camisa blanca de gemelos, y una corbata de seda de color azul marino y rayas blancas muy delgadas. Traía una mano en el bolsillo así que pude ver que traía cinturón en vez de tirantes, y unos zapatos negros lustrosos que hacían juego. Su complexión era un poco robusta, no era gordo, simplemente no era delgado como por ejemplo Alejandro. Era evidente que era un oso, pues aparte de la barba bien arreglada que tenía, sus manos eran velludas, lo cual me daba un buen presentimiento, pues a mí me encantan los osos.

El otro caballero que estaba en el grupo me extendió la mano y se presentó.

-Hola, un gusto conocerte, soy Roberto. Desde que me dijeron que teníamos un nuevo candidato estoy que me consumía de la ansiedad!
-El gusto es mío Roberto, yo ni siquiera pude dormir anoche esperando este momento!
Roberto era un señor que ya rondaba los 50 años. Un poco más alto que yo, blanco y de rostro lampiño. Con algunas canas y cejas delgadas, me recordaba un poco a mi papá. Sus ojos eran azules, y me miraban de arriba abajo sin disimulo, como si quisiera grabarse mi imagen en la memoria con todo detalle. Sus labios eran también delgados pero sus dientes eran perfectos, era evidente que era de personalidad seria, pues no sonreía mucho, su voz era de un registro grave, muy agradable, ideal para trabajar en la radio... o una línea erótica.

Vestía una traje negro de raya diplomática muy delgada, apenas perceptible, camisa blanca que se notaba estaba muy bien almidonada, una corbata roja que traía anudada perfectamente y cinturón y zapatos negros. No pude identificar que loción estaba usando, pero me encantó, era dulce y a la vez picante y con un toque de maderas, estuve tentado a preguntarle cual era, pero tampoco consideré que fuera adecuado en ese momento.

El otro rostro nuevo para mí correspondía a un joven de ojos grises, de unos 26 años, de complexión delgada, blanco y de cabello castaño muy claro y algo enmarañado. Vestía traje negro de 3 botones, llevaba una corbata de franjas doradas con gris que le combinaba muy bien con la camisa azul celeste que llevaba. 

Se presentó como Rodrigo y me estrechó fuertemente la mano. 

-Tú y yo seremos buenos amigos, escuché atentamente tu historia y coincidimos en varias cosas, eres un fetichista al 100% como yo, y por cierto, me gusta tu corbata.
-A mí también me encanta la tuya, de hecho me encanta todo lo que estás usando – le dije.
-Bueno, ahora somos familia, el día que quieras te lo puedes probar.
-No me tientes! Me encantaría!
-El día que tengamos para nosotros podemos hacerlo, aunque ya habrá tiempo para hacer planes – me dijo sonriendo y enseñando unos dientes grandes y muy blancos.

La otra persona en el grupo era Víctor, el tío del Rojo, a quien ya había conocido aquélla ocasión en el billar. Iba tan impecablemente vestido como siempre, con un traje y zapatos negros, una camisa blanca de doble raya delgada en color gris, que le ajustaba perfectamente, llevaba unos gemelos en color plata y una corbata exquisita de seda, el patrón era de una franja ancha roja seguida por una línea blanca delgada, otra franja azul marino, línea blanca delgada y nuevamente una franja roja, había visto antes algunas parecidas, pero ninguna como esta. Llevaba un pañuelo azul marino un poco más claro en el bolsillo del saco que le completaba el atuendo.

-Nos encontramos de nuevo – me dijo con una sonrisa.
-Muchas gracias por invitarme, sé que usted fue quien arregló todo para que esto sucediera tan rápido, en verdad no sé como podré agradecérselo, esto es un sueño hecho realidad para mí.
-Recuerdo cuando conocí a mi primer amigo suitlover, fue una emoción tremenda, tardé varios días en asimilarlo. Esa misma mirada que tú tienes ahorita, la tuve yo hace ya varios años, y me da mucho gusto saber que ahora tenemos un hermano mas, verás que te va a encantar ser parte de la familia.

-Y a qué te dedicas? – me preguntó Roberto.
-Estudio administración de empresas.
-Vaya! Serás mi colega entonces!
-En verdad?
-Sí, yo soy egresado de la misma carrera! Claro, en mi caso ya han pasado algunos años, y creo que a ti te faltan dos o tres años no?
-Sí, apenas voy por el 4to semestre, pero ya me urge trabajar, me faltan pretextos para usar traje diariamente – bromeé.
-Ah, es lo mejor de dedicarse a los números, no hace falta en lo más mínimos usar corbata, pero todos esperan que lo hagas y en nuestro caso es una bendición!
-Y tu a qué te dedicas amigo? – le pregunté a Rodrigo.
-Soy Ingeniero Industrial, trabajo la planta de Audi.
-Y supongo que no usas traje diariamente?
-Te equivocas- me dijo sonriente- aunque el código de vestimenta nos pide que llevemos corbata,  yo aprovecho y llevo traje todos los días, cuando llego a la oficina dejo mi saco en el respaldo de la silla, pero siempre llego y salgo perfectamente trajeado, cuando llegué a vivir aquí, me hice la promesa a mi mismo de que encontraría un trabajo que me permitiera vestir como a mí me gusta, y pues tuve la suerte de caer ahí.

Platicamos animadamente durante algunos minutos más, después el Sr. Gibrán me hizo la seña para que volteara a ver a los últimos 5 miembros del grupo que me faltaba por conocer.

-Habibi, ve a presentarte con ellos, para poder proceder con tu iniciación.

Sin duda algo interesante tenía que ser ese rito de iniciación, pues parecían muy interesados en que se llevara a cabo.

Me despedí momentáneamente de ellos y me acerqué al último grupo que conversaba cerca del barecito.