viernes, 4 de abril de 2014

Ep. 32 - Tony (Parte 1)



-Si, diga?

-Hola, soy Tony

-Hey hola! Cómo estás?

-Muy bien gracias, y tú?
-Muy bien también, te llamo para ponernos de acuerdo sobre ese asunto pendiente que tenemos.
-Ah claro, pues tú dime, que planes tienes? – le pregunté. Tony había sacado el papelito con el número 1 del sombrero el día que se hizo el sorteo.
-Mira, tu sabes que estoy entusiasmado porque nos conozcamos mejor, normalmente me tomaría un par de días libres de la oficina, pero en esta ocasión estoy saturadísimo de trabajo, incluso por cuestiones del mismo tengo que salir fuera de la ciudad, pero el asunto es que todos los demás también están en la fila y no los puedo hacer esperar mucho tiempo. La idea que tengo es la siguiente, tú dime qué te parece...

Fue entonces que procedió a explicarme que él tenía que estar en la capital por cerca de diez días, empezando un lunes y regresando hasta el miércoles de la semana siguiente. El único espacio libre que tenía era el fin de semana. Me propuso que lo acompañara hasta allá. Me daría un boleto de avión para salir el viernes por la tarde y regresar el lunes por la mañana.

La idea me gustaba y a la vez me asustaba, por muy libertino que quisiera aparentar ser, no estaba seguro de que mis padres me dejarían desaparecerme un fin de semana completo así nomás porque sí, tenía que pensar en un plan y pronto si quería aprovechar.

Le dije a Tony que el plan me parecía genial, pero tenía que hacer unos arreglos antes de poder decirle que sí, le pedí que me diera hasta el final del día para confirmarle.

Inmediatamente le llamé al Rojo y lo puse al tanto de la situación y nos pusimos de acuerdo para decirles a mis padres que él me había invitado a pasar el fin de semana en la casa de campo que tenían sus padres en un pueblo cercano, pasaría por mí el viernes en la tarde según para irnos, pero en realidad iría a dejarme al aeropuerto. El lunes era un día feriado escolar, así que no habría problema con las clases si mis padres preguntaban por eso.

Esperé hasta que llegara mi papá del trabajo, pasadas las seis, y como no queriendo la cosa le dije:

-Oye papá, el fin de semana me voy a ir a pasar el fin de semana con unos amigos al campo.
-Con quienes?
-Pues ya ve que últimamente retomé el contacto con algunos de la secundaria, y pues queremos aprovechar que el lunes no hay clases para tomar el puente.
-Y a casa de quien van?
-Del Rojo, si lo recuerda no?
-El pelirrojo flaco?
-Ese mismo.
-Hmmmm, y sus padres ya saben que van?
-Sí, ya todo está en orden.
-Ok, nomás cuidado con lo que haces y no des molestias.

Le llamé a Tony, le dije que todo estaba arreglado.

-Perfecto, yo me encargo de lo demás y te llamo para los detalles.

La semana transcurrió normal, ir de mi casa a la escuela y de la escuela a casa, los únicos ratos entretenidos entre la espera eran las noches cuando después de cerrar la puerta de mi habitación, me ponía los trajes, camisas y  corbatas que me habían prestado de ‘la casa’. Cada vez que me los ponía, era cuestión de cerrar los ojos para volver a vivir toda esa maravillosa experiencia; me lo facilitaba sobre todo el olor de la ropa, que era el mismo que podía percibir en mis hermanos allá al fondo del perfume que cada uno de ellos usaba, por eso cada que me ponía los puños de la camisa en los labios, era un golpe de adrenalina que me entraba por la nariz y el recuerdo se hacía más vívido y por supuesto, los orgasmos que tenía eran espectaculares!

Durante esos días, le di a guardar al Rojo un par de trajes, y algunas camisas, a fin de no salir de mi casa con una maleta grande y levantar sospechas, probablemente mis padres ni siquiera se iban a fijar en mi equipaje, pero yo me sentía totalmente paranoico, y con justa razón, pues les estaba ocultando cosas como nunca antes.

El miércoles en la tarde Tony me llamó y me informó que me había reservado un vuelo para salir el viernes a las  5 de la tarde, el boleto de avión lo recogería en el mostrador de la aerolínea, y también me recomendó estar por lo menos con dos horas de anticipación, por cualquier cosa.

Los dos días que faltaban se me hicieron larguísimos, pero por fin llegó el viernes. El Rojo pasó por mi poco después de las 2 de la tarde, me despedí a toda prisa de mis padres y nos fuimos.

-Emocionado? – me preguntó el Rojo.
-Sí, un poquito, y tal vez algo asustado también…
-Pero porqué?
-No sé, es una sensación rara que tengo, no sabría explicarte.
-No será ansiedad y ya?
-Tal vez, pero casi me estoy sintiendo como el día que me vendaste los ojos y me llevaste ‘la casa’.
-Eso fue solamente para darle un efecto más teatral jeje, pero esta vez es diferente, sabes a dónde y con quién vas a llegar.
-Pues tanto como saber saber pues no eh.
-Mira, yo conozco a Tony de hace un buen tiempo, es una excelente persona, es muy atento, muy amable, y un excelente anfitrión, te aseguro que te la vas a pasar muy bien en su compañía.
-No lo dudo, pero y que tal que es él quien no se la pasa bien conmigo?
-Por qué piensas eso?
-Es que yo soy nuevo en esto, no tengo mucho que contar, que tal que se aburre?
-Te garantizo que los dos se la van a pasar muy bien, ya verás.

Llegamos al aeropuerto con buen tiempo, pasé al mostrador a recoger mi boleto y por suerte no hubo ningún problema. Dado que solo llevaba mi mochila de acampar y un portatrajes que me había prestado el Rojo, no tuve que documentar nada, eso sí, a la hora de pasar los rayos X fue un fastidio porque un frasco de perfume que llevaba en la mochila le pareció sospechoso al guardia y hube de sacar todo lo que llevaba. Y no es que sea inusual ver que alguien lleva camisas y corbatas en la maleta, el problema es que yo llevaba por lo menos veinte, mas algunos tirantes, pañuelos, mancuernillas, y en fin, muchas cosas que me había tomado mi tiempo empacar con cuidado para que no llegaran arrugadas, ni maltratadas, y al final tuve que meterlas de nuevo en la mochila a toda prisa porque ‘se está haciendo larga la fila joven!’
.
Ya en la sala de abordar caí en cuenta que no había traído nada para leer, busqué algo en una librería, pero no vi nada que me llamara la atención entre las revistas de chismes, de deportes, de cine, de decoración, etc, etc. Se me hizo curioso ver una revista GQ en el stand, recordaba que alguien del grupo me había platicado que en sus tiempos ésa sí que era una buena revista, dedicada enteramente a los caballeros y al buen vestir, incluso la llegaba a esconder debajo del colchón y que fue un momento infinitamente mas incómodo que si hubiera sido una 'Playboy' cuando su madre la encontró; se quejaba amargamente de que en los últimos años había perdido por completo el rumbo, se había convertido en una versión unisex del Vogue e incluso las portadas eran ahora casi exclusivamente de mujeres, así que adiós a los trajes y a las corbatas.

En estos pensamientos estaba cuando se me ocurrió una idea. Todavía faltaba un buen rato para abordar, y yo traía mi equipaje completo conmigo al no haber documentado nada. Me fui a los sanitarios, y rápidamente me cambié. Llevaba listo un traje azul marino de tres piezas y raya diplomática mas una camisa azul de un tono celeste muy bajito. De la mochila saqué mis zapatos negros de vestir, unos calcetines azul oscuro y una corbata con un patrón muy pequeño, tipo hexagonal en azul marino y blanco que me até en un medio Windsor. Para cuando salí me sentía otro, como siempre que me ponía traje, pero esta vez la sensación era de mayor euforia porque estaba en público, y porque sabía que por los próximos dos días, no tendría que inventar excusas de que iba a una boda, o a una graduación, o que tenía una exposición en la escuela.

Noté las miradas de dos o tres personas mientras esperaba a que llamaran para el abordaje, y admito que me sentí halagado, y es que no me veía nada mal tampoco, poco a poco estaba empezando a mostrar un poquito más de autoconfianza con los trajes, eso de enderezar la espalda y mantener la cabeza en alto realmente ayuda a tener un buen porte.

Cuando vi que los empleados de la aerolínea comenzaron a moverse y a hablar por el radio, me acerqué discretamente hacia la puerta, y cuando finalmente llamaron al abordaje, yo era el primero de la fila.

Le envié un mensaje de texto a Tony para decirle que ya estaba en el avión y que en aproximadamente dos horas estaría por allá, aunque no sabía a qué sala llegaría. Me contestó enseguida y me dijo que tenía una idea de dónde recogerme, pues él había tomado ese mismo vuelo la semana anterior.

Fue un vuelo tranquilo, poco menos de dos horas, y por suerte me tocó viajar solo así que pude extenderme un poquito más y no hubo necesidad de llevar mi saco hecho bolita sobre mis piernas.

Casi a punto de llegar a la Capital pude ver por la ventanilla del avión que estaba lloviendo fuerte, y ya estaba temiendo que hubiera sido un error haberme cambiado en el último minuto. El avión aterrizó sin problemas, y en apenas unos minutos nos permitieron descender. Yo le mandé un mensaje a Tony en cuanto mi teléfono volvió a tener señal, me dijo que ya iba en camino, pero que estaba unos minutos retrasado, y que para colmo la batería de su teléfono estaba prácticamente agotada, y me pedía que solo le mandara mensajes de texto a fin de que durara un poquito más.

Puesto que no había documentado equipaje, no tuve que esperar en lo absoluto, salí hasta el área donde estaban los taxis y volteé a todos lados para ver si veía a Tony por ahí. Esperé más o menos diez minutos antes de volver a mandarle un mensaje.

-Ya estoy aquí afuera donde los taxis, y tú?
A los pocos segundos me llegó la respuesta:
-Justo voy llegando, en qué terminal estás?
Contesté:
-Creo que es la terminal 1, la puerta A.
-Ok, ya me pasé, pero el taxi no se va a poder regresar, podrías caminar hasta la puerta C?
-Ok, voy para allá.

La terminal 1 era enorme, así que me tomó unos minutos llegar hasta donde me había dicho Tony, claro, tampoco ayudó que yo iba bobeando constantemente viendo a la enorme cantidad de hombres trajeados que deambulaban por allí; fuera de una boda, jamás había visto a tantos en el mismo lugar.

De pronto escuché como alguien gritaba ni nombre, y era Tony; me venía siguiendo desde hacía varios metros y yo ni siquiera lo había visto por estar contemplando a los trajeados. 

Tony iba muy guapo y elegante, con un traje negro de dos piezas, una camisa hermosísima, blanca y de cuadros finos color negro, remataba con una corbata de seda negra con unos puntos blancos.

Nos dimos un abrazo y me dice:

-Vamos, el taxi ya nos está esperando afuera.

Subimos a la segunda planta de la terminal para llegar a un puente peatonal que conectaba directamente con un hotel del otro lado de la avenida. Caminamos en silencio al principio porque no sabía muy bien cómo romper el hielo, así que lo más lógico era hablar del clima, eso nunca falla, que si la lluvia, que si el frío, etc. En eso estábamos cuando una monja se nos acercó y nos preguntó dónde podía tomar el tren para la siguiente terminal, a pesar de que Tony viajaba bastante seguido, no le supo decir cuál era el camino, aunque por suerte para ella, un guardia de seguridad la escuchó y se ofreció a acompañarla. Después de esto, ya nos sentimos más en confianza, Tony me puso una mano en la espalda y me dijo:

-Te ves muy bien, creo que no pudiste haber empezado este viaje mejor vestido!
-Tú también vas muy elegante, y tienes mejor porte amigo.
-Que va! Este traje es el que menos me gusta, de hecho creo que ésta será la última vez que me lo ponga.
-Pues a mí me parece que te ves increíble, y además, si no te gusta porqué te lo pones?
-Hoy cerrábamos la negociación con la empresa que estoy buscando un contrato, y hay que usar un traje oscuro para ocasiones como esta.
-Pues es una pena que no te guste, porque el traje te queda exageradamente bien, te da ese actitud que apenas alguien como nosotros puede percibir – no le quise decir que desde el primer momento en que lo vi en el aeropuerto ya me urgía abrazarlo, meter las manos por debajo de su saco, olerlo, lamer su cuello, besar el nudo de su corbata, etc.
-Muchas gracias amigo- me dijo y sonrió.

Llegamos hasta el otro lado de la calle pero ni señas del taxista, seguimos caminando casi otra cuadra pero nada. Como la lluvia comenzaba a caer nuevamente, entramos por la parte de atrás del lobby del hotel del aeropuerto, cruzamos el vestíbulo y salimos a la avenida principal.

-No te muevas de aquí, voy a buscar al taxista.
-Oye, no crees que se habrá ido?
-Pues peor para él, aún no le he pagado el primer viaje!
-Ah, a poco se fían de la palabra de uno?
-Jeje, no, para nada, lo que pasa es que ya lo conozco, me ha estado llevando y trayendo esta semana que he estado aquí.

Tony se fue a buscar al taxista y yo me quedé esperando. Me encantaba estar de traje en una situación tan ‘normal’; hasta ese entonces solamente los había usado por cuestiones que ya he mencionado antes, siempre por alguna ocasión especial. En cambio ahí nadie me conocía, nadie haría preguntas, y a lo mucho me volteaban a ver porque no era común que alguien con traje de ejecutivo vaya por ahí cargando una mochila gigante de esas de campamento.

Después de unos minutos pude ver que Tony me hacía señas desde dentro de un taxi que se paró frente a mí. El taxista descendió y guardó mi mochila en el maletero del coche. Una vez arriba, Tony le dijo al taxista que nos llevara al hotel.

Me llamó muchísimo la atención ver que el taxista iba muy presentable (tuve tiempo de escanearlo cuando se bajó a guardar mi maleta), pantalones de vestir, zapatos negros de cordón, camisa de vestir azul y corbata, no era un uniforme, eso se notaba; es probable que la compañía de taxis les hubiera dado un código de vestimenta, pero no parecía molestarle en lo absoluto, y pues a mí tampoco.

Llegamos al hotel en poco menos de media hora, y por suerte ya no estaba lloviendo. Tony se encargó de hacer el check in, y cuando íbamos subiendo, caí en cuenta que él no traía equipaje.

-Y tus maletas?
-Están en el otro hotel
-Ah, me quedaré yo únicamente?
-No, lo que pasa es que me fui a recogerte al aeropuerto directamente de la oficina, y mi salida de allá es hasta mañana, y pasaré temprano a recoger mi equipaje.

En eso estábamos cuando llegamos a la habitación que nos asignaron. La sorpresa fue que la habitación estaba sucia.
-Creo que nos dieron una habitación vacía-sucia, o al menos así he escuchado que les dice Leonardo.
-Leonardo…Leonardo? Se me escapa su cara - le dije
-Es el alto, de cabello negro y corto, con cara de muñequito de pastel.
-Ahhh ya lo recuerdo, trabaja en hotelería verdad?
-Así es. Bien, pues de regreso a que nos cambien de habitación.

Regresamos a la recepción y rápidamente nos dieron una habitación nueva.

-Hay un detalle – me dijo Tony
-Cual?
-Que ya no les quedan habitaciones dobles y nos dieron una con solo una cama.
-Uy, que problemón!
-No te preocupes, ponemos una almohada en el medio y pacto de caballeros – me dijo riendo.

La habitación se veía cómoda, y tenía muy buena vista, pues estábamos en un décimo piso. De inmediato me puse a desempacar, sin saber muy bien como dar el siguiente paso, porque al menos yo, estaba más que deseoso de echármele encima. Aproveché para mostrarle las corbatas que había traído, y a él le parecieron muy bonitas y elegantes, mas que adecuadas para lo que tenía planeado en esos dos días.

Tony se había quitado el saco y se distraía cambiando los canales de la televisión sentado al borde de la cama, y yo como no queriendo la cosa comencé a darle un masaje en los hombros. Él solo sonreía mientras yo me acercaba a su cuello y aspiraba su olor, usaba un perfume tan rico que por un instante me hizo olvidar lo que pensaba hacer. Lo abracé fuertemente y nos tumbamos en la cama, yo acariciaba su espalda y hundía mi nariz en su cuello, sintiendo los mis labios el nudo de su corbata, el cuello de su camina, y perdiéndome en la experiencia más que nada. Me dio un poco de pena pero tenía que hacerlo, puse mi mano directamente sobre su pene y pude sentir como se iba poniendo duro. Seguí frotándoselo mientras nos dábamos unos besos tímidos. Así estuvimos por un rato y cuando parecía que las cosas iban a subir de temperatura, Tony se apartó y me dijo:

-Ven, vamos a caminar afuera para que conozcas, ya de regreso tenemos toda la noche para hacer lo que tú quieras - me dijo con una sonrisa.

Lo cierto es que yo también tenía algo de hambre, y aunque me moría de ganas por seguir con lo que ya habíamos empezado, le di la razón, sirve y la tensión crecía aún mas en lo que dábamos una vuelta.

Yo solamente había estado de paso en la Capital, transbordando de un avión a otro, y no conocía absolutamente nada.

Tony había elegido un hotel muy céntrico para que nos hospedáramos, cerca de absolutamente todo.

Apenas caminamos un par de calles y ya estábamos en el centro histórico de la ciudad, donde había un sinfín de edificios y monumentos que yo solo había visto en mis libros de texto de la escuela, y la verdad es que en vivo resultaban mucho más imponentes. Había una cantidad enorme de gente en las calles y eso que ya eran casi las 10 de la noche, la razón es que era viernes y todos aprovechaban para salir y desvelarse. Me fascinaba el hecho de que para donde volteara a ver, había hombres vestidos de traje y corbata, amén de un sinfín de boutiques y tienditas donde en los escaparates se veían trajes, camisas y corbatas al por mayor. Para mí fue una experiencia similar a la que muy probablemente debía sentir un turista 'normal' cuando caminaba en la calle de las sex shops en el distrito rojo de Ámsterdam; y es que así es como lo veía yo, una sucesión de sex shops, cada una mas kinky que la anterior.

Entramos a un edificio muy bonito, cubierto de azulejos, famoso por unas enchiladas que servían. Nos encontraron mesa de inmediato y en lo que nos traían la cena comenzamos a platicar.

-Tony, cuéntame de ti.
-Y cómo qué te gustaría saber?
-Pues por ejemplo, cómo fue que te convertiste en un fetichista?
-Ah bueno, sí que hay una historia detrás de todo eso eh. Pues todo se remonta a cuando yo era niño y…

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