-Vaya, entonces fue por pura casualidad que lo descubriste?
-Sí, uno de esos accidentes afortunados.
-Y ya de ahí se te hizo costumbre? Ponerte la ropa de tu papá
y masturbarte?
-No se me hizo costumbre inmediatamente, me tomó algo de
tiempo animarme a repetirlo, en esos tiempos los niños éramos un poco más
inocentes, así que no había mucho dónde informarme. En la escuela a duras penas
nos enseñaban lo básico sobre los óvulos y los espermatozoides, pero por
supuesto, no te decían como le hacían para juntarse, eso lo tenías que
averiguar por cuenta propia, casi siempre preguntándole al amigo o al primo que
sabían tanto o menos que uno la mayoría de las veces. Sabes? yo creo que ejercité esta parte de mi imaginación con
mis dibujos.
-Y nunca te dio no sé, ‘miedito’ que te fueran a descubrir?
-No exactamente, la mayoría de las veces eran dibujos
clasificación A, eso sí, con mucho detalle en lo que se refería a su
vestimenta. Había otros días en que le daba rienda suelta a mi creatividad y
James Bond me salía muy guapo y elegante, además de muy pero muy bien ‘dotado’,
estos dibujos no los conservaba por obvias razones. Los admiraba por un rato y
después los rompía en muchos pedacitos y los echaba por el inodoro, cierto es
que mis padres no se fijaban ya en lo que yo dibujaba porque era algo muy
normal para ellos verme echado en el suelo de mi habitación dibujando y
coloreando, pero no podía arriesgarme a que un día les diera curiosidad.
Seguimos platicando otro rato mas, Tony me preguntó sobre mis
gustos en el vestir, y le comenté que yo era muy clásico, no era fan de
‘arriesgarme’ con cosas que se salieran de lo que a mí me gustaba.
-Entonces ya sé a dónde te llevaré mañana.
-A dónde?
-Es una sorpresa, pero verás que te va a gustar- me dijo
mientras se ponía encima de mí.
Su corbata colgaba justo sobre mi cara, y la tomé
cuidadosamente y acaricié mis labios con ella, tenía un olor exquisito, y la
sensación que me provocaba era como un escalofrío, mis pezones se pusieron
duros y por dentro de las mangas de la camisa sentí como se me erizaba el
vello. Lo atraje hacia mí y lo besé, tímidamente al principio, pero al ver que
él no decía que no, fui un poco mas insolente y lo besé tal y como lo hubiera
hecho si tuviera 14 años y quisiera comérmelo completo.
Los besos que nos dimos hicieron subir la temperatura de esa
habitación muy pronto. Interrumpí el juego brevemente para quitarle y quitarme
los zapatos, cuando lo conseguí, fui directo a sus pantalones y los bajé. Mi
sorpresa fue que no salieron tan fácil como yo pensé, creo que Tony era el
único hombre que había conocido que utilizaba el botón extra que traen los
pantalones por dentro a la altura de la bragueta, así que el mismo se los terminó
de quitar y finalmente le bajé los calzoncillos.
Ya lo había visto antes con aquello de fuera, pero era la
primera vez que no tendría que compartirlo y me excitaba muchísimo la idea, no
hay nada que pueda igualar la carga sexual que tienen dos hombres a solas
vestidos de traje, bueno, tal vez un trío, pero ya de ahí en adelante se vuelve
un poco impersonal la cosa jeje
Ahora me colocaba yo encima de él y comencé a besar sus orejas, sus
labios, su barbilla hasta que llegué al cuello de su camisa, que estaba durísimo
y el nudo de su corbata de seda, deliciosa al contacto con los labios.
Fui yendo mas y mas abajo hasta que llegué a su pene que estaba totalmente
erecto, grueso, venudo y palpitante. Le di unos besitos a su glande, a sus
testículos y finalmente me lo metí a la boca, estaba delicioso, justo como lo
recordaba de aquélla rápida interacción que habíamos tenido en ‘la casa’.
Las siguientes dos horas pasaron entre besos, abrazos,
agasajos, y mucho rozar de cuellos de camisas y corbatas, yo me vine tres veces
si mal no recuerdo, Tony otras tantas. Para cuando terminamos, casi sentía pena
por la persona de la limpieza que tendría que cambiar las sábanas los
siguientes días, aunque supongo que en los hoteles habrán visto de
todo, un par de hombres suitlovers fetichistas no les supondrían ningún reto.
Me desperté temprano por la mañana por ahí de las 7 a.m, con
la sábana literalmente pegada a la entrepierna. Traté de hacer el menor ruido
posible al levantarme y fui a orinar. Cuando salí del baño, Tony ya se había
levantado y se estaba vistiendo.
-Buenos días, a dónde tan temprano?
-A recoger mi equipaje al otro hotel, está a unas pocas
calles de aquí, no me tardo- me dijo y salió.
Aproveché el rato para darme muy relajante baño, y al salir
me puse a tratar de decidir que usaría durante el día. El baño me resultó tan
relajante que me quedé dormido junto a una pila de corbatas, pañuelos y
tirantes que había sacado de la maleta y colocado en la cama. Me desperté cerca
de una hora después, cuando Tony entró de nuevo en la habitación.
Traía una maleta grande y un vaso de café para mí.
-Ten, parece que lo necesitas.
-Sí, la verdad es que sí me siento un poquito desvelado, como
a qué hora crees que nos dormimos? - le dije mientras le daba unos sorbos al café.
-Eran cerca de las 3 a.m tal vez, pero a que valió la pena?
-Claro que sí – le dije – eso de tener a un trajeado a mi
entera disposición es algo a lo que podría acostumbrarme!
-Bueno, tenemos el fin de semana para nosotros. Dime, qué te
gustaría hacer?
-No sé, no conozco la ciudad, tú vienes más seguido, tu
sugiéreme algo.
-Mira, que te parece si para empezar salimos a desayunar, no
sé tú pero yo tengo hambre.
-Me gusta la idea, pero mas o menos como qué debería usar?
-Si te parece, vente un poco informal, sirve y aprovechamos
para ir de compras y ya en la noche salimos ahora si tan elegantes como tú
desees.
-No se diga más!
Tony solo se tomó un momento para desempacar su maleta y
colocar sus cosas en el closet, pero fue muy rápido y en apenas un momento ya
estábamos saliendo de la habitación.
El hotel que había elegido Tony para el fin de semana estaba
muy bien ubicado, justo sobre una de las avenidas principales de la ciudad, y
todo quedaba a una distancia que se podía cubrir caminando sin ningún problema.
Conforme íbamos avanzando, yo notaba cosas que no había visto
la noche anterior, Tony hasta eso parecía tener vocación de guía de turistas,
porque a cualquier edificio o monumento que yo le señalaba, parecía conocer la
historia y alguna que otra anécdota que lo involucraba.
Pasamos por un parque muy bonito y disimuladamente calificábamos
a los trajeados que se nos cruzaban por enfrente. Ya sé que me dirán que es
algo muy de adolescentes, pero me emocionaba mucho poder decir –Mira, a tus 4!-
y que Tony supiera a qué me refería. Incluso en un par de ocasiones él mismo se
detuvo a tomarle una fotografía al objeto de nuestro interés, ya fuera porque
llevaba una corbata muy bonita o un conjunto que merecía la pena capturar para
la posteridad.
Llegamos hasta una calle principal, después del parque y de
un palacio dedicado a las Bellas Artes, justo a partir de ahí comenzaba el
centro histórico. Esperamos el cambio del semáforo para poder cruzar, la gente
se iba amontonando detrás y a un lado de nosotros, y del otro lado de la calle
pude ver que sucedía lo mismo. Finalmente la luz cambió al rojo para el tráfico
y se puso en verde para los peatones. Como dije antes, jamás había visto tal
marejada humana moverse junta al mismo tiempo, eran ríos y ríos de gente que
cruzaba la calle en ambas direcciones. Cada que veía a algún hombre trajeado,
me preguntaba hacia dónde se dirigiría? que habría pensado en la mañana cuando
abrió su closet para elegir lo que se pondría? Qué lo había hecho elegir ese
traje, esa camisa y esa corbata por sobre las demás que seguramente tenía?
El centro histórico era un lugar que yo solo había visto la noche anterior, pero me fascinó pasar por ahí en el día y verlo bullicioso y con otros
colores, otro tipo de gente. Me emocionaba en particular pasar por enfrente
de las tiendas de trajes en donde por primera vez en mi vida veía a hombres y
no mujeres atendiendo, y no solo eso, estaban sobre la calle invitando a los
clientes potenciales a pasar y ver la mercancía. Yo me sentía en el séptimo
cielo.
Seguimos caminando, según yo al azar, pero Tony me dijo que
íbamos a una tiendita que él estaba seguro que a mí me iba a fascinar.
-Ah yo pensé que íbamos a desayunar.
-Es verdad, como qué se te antoja? Aquí hay de todo eh, de lo
que se te ocurra, tu dilo y estoy seguro que encontraremos algo.
Mientras lo pensábamos seguimos caminando, doblamos una
esquina y entramos a otra calle un poco más angosta aunque igual de pintoresca
que las que habíamos recorrido, lo único inusual de esta calle fue la cantidad
de smog que se alcanzaba a apreciar, pues el transporte público corría por
allí, y cuando digo que se alcanzaba a apreciar me refiero a que se veía
físicamente la nube que nos envolvía. De pronto Tony me da un codazo leve y me
dice:
-Mira allí, es una señal!
La señal era un hombre de unos 40 años, de traje negro de dos
piezas, camisa azul pastel y corbata de un rosa intenso. Al parecer era el host
de un Café muy popular que tenía nombre de grupo de rock, de manera muy atenta
y amigable nos invitó a entrar. El lugar estaba a reventar pero se las ingenió
para encontrarnos mesa en la segunda planta. Mientras caminábamos por el local,
vi a alguno que otro comensal que iba de traje, me invadió cierto sentimiento
leve de envidia, yo las pocas veces que había comido estando trajeado había
sido en alguna boda o fiesta formal, pero no era muy seguido, digo, las veces
que me quedaba solo en casa y pedía una pizza por teléfono no contaban.
Nos sentamos y nos trajeron rápidamente el menú, comida
típica del país y la verdad es que todas las opciones se veían deliciosas.
La mesera se acercó a ofrecernos café y pan dulce en lo que
nos traían el desayuno, y cada cierto tiempo el capitán de meseros, muy bien
trajeado también, se acercaba a la mesa y nos preguntaba si todo estaba bien,
si necesitábamos algo, etc.
El desayuno estuvo riquísimo, hasta me pesó no terminármelo
pero la verdad es que las porciones estaban un poco grandes para una sola
persona.
Salimos de allí y seguimos caminando sobre la misma callecita
aprovechando que la nube de smog se había disipado. A lo largo de la acera se
podía escuchar toda una sinfonía de voces que te invitaban a comprar desde
cristales para gafas de prescripción hasta discos de software pirata en los
puestecitos ambulantes que había allí. Me pareció gracioso ver que en uno de
ellos vendían corbatas y calcetines a precios muy accesibles, algo que jamás había visto en el lugar
donde yo vivía, solo di un vistazo rápido pero no vi ninguna corbata que me
gustara particularmente.
Unos metros más adelante, vi una tienda donde vendían trajes
para ceremonia, tuxedos, fracs, chaqués, trajecitos de primera comunión, lo que
se le pudiera ocurrir a uno.
-Mira! – le dije a Tony – cuando yo era niño me encantaba
escabullirme para ir a ver los aparadores de las tiendas como ésta.
-Pues contigo ya somos 14! Yo creo que todos los del grupo
tenemos una historia similar con estas tiendas.
-En serio?
-Sí, quieres entrar?
-Pero para qué? No vamos a comprar nada.
-Por ver no se paga – me dijo guiñándome un ojo.
Uno de tanto vendedores que había nos abordó de inmediato.
-Pasen! Pasen caballeros! En qué les podemos ayudar?
-Estoy buscando un traje – le dijo Tony
-Claro que sí, por favor acompáñenme a la segunda planta –
nos dijo el vendedor alegremente.
La segunda planta estaba más o menos grandecita, y lleno de
trajes de todos los colores habidos y por haber, había varios maniquíes que
mostraban los distintos estilos que la tienda manejaba, unos muy sobrios y
elegantes, y otros tantos un poco modernos para mi gusto.
El vendedor se colocó frente a Tony, lo miró con cuidado por
un par de segundos y le dijo:
-Usted es talla 36 caballero, verdad?
-Sí, 36 ni más ni menos.
-Válgame, solo con verlo lo supo? – le pregunté
-Uh joven, ya son muchos años, a estas alturas ya con la pura
mirada me basta para saber la talla de una persona – dijo mientras descolgaba
varios trajes de aquí y de allá.
Rápidamente tomó uno de los sacos y se lo puso a Tony.
-Qué le parece éste joven? Es un color muy bonito, y éste
corte está de moda, con las solapas un poco mas angostas y viene un poquito más
entallado, a usted le queda de maravilla.
-Me gusta, me gusta – dijo Tony
-También tenemos éste otro de tipo ‘mil rayas’, éste es de
tres piezas y es para cuando la ocasión sea un poco más formal – dijo el
vendedor quitándole el saco anterior y ayudándolo a ponerse el nuevo rápidamente.
-Oiga, y este estilo se llama ‘mil rayas’ – le pregunté yo –
siempre había pensado que era ‘raya de gis’ o ‘raya diplomática’.
-No joven, la ‘raya diplomática’ viene en una separación de
por lo menos un centímetro, éste tipo de raya como puede ver viene con una
separación mucho menor – me dijo mientras le ajustaba el saco a Tony – y este
qué tal le parece joven?
-Pues no está mal, aunque andaba buscando algo que me
sirviera tanto para la oficina como para salir a una fiesta elegante de vez
en cuando.
-Ah pues mire, tenemos también éste otro diseño que nos acaba
de llegar en ‘Príncipe de Gales’ – dijo mientras descolgaba un saco color gris
carbón con un diseño de cuadros finos, muy pero muy elegante.
Tony tiene uno de esos cuerpos delgados y una figura a la
cual cualquier cosa que le pongan le queda como si se la hubieran hecho a
medida, éste saco en particular no era la excepción.
-Oye, ése está muy padre – le dije yo
-También viene con su chaleco – agregó el vendedor.
-Pues está muy bien, yo creo que me quedo con éste – dijo Tony
-Excelente! – contestó el vendedor, y dirigiéndose a mi me
dijo – y para usted joven?
-Eh, no, yo solo vengo acompañándolo
-Ándele, anímese, si se compran los dos les hago un descuento.
-Pruébate uno – me dijo Tony
-Bueno, está bien, me gusta ése mismo diseño – le dije
señalando el traje que se iba a comprar Tony.
-Claro que sí, en un momento se lo traigo.
El vendedor ni siquiera me preguntó mi talla, pero tal y como
lo pensé, la adivinó solo con verme y era exactamente la que me quedaba. La
verdad es que después de años de estarme poniendo los trajes de mi papá y de mi
hermano, ni siquiera estaba seguro de cuál era mi propia talla.
-Le gusta joven? – me preguntó el vendedor cuando me vi
frente al espejo
-Sí, es un diseño y un color muy bonito – le contesté a la
vez que pensaba que si tan solo le pasara por la cabeza lo que yo sentía ese
momento probablemente me hubieran echado de ahí a patadas!
-Bien, pues nos los llevamos- dijo Tony entusiasmado.
-Excelente caballeros, solo necesito tomarles las medidas de
la cintura y del largo del pantalón para que les hagan los ajustes.
-Oiga, pero la verdad es que yo me voy el lunes, no creo que
vaya a haber tiempo para…
-No se preocupe – me dijo el vendedor con su enorme sonrisa –
el ajuste se hace en menos de una hora, si gusta puede pasar esta misma tarde a
recogerlo después de las 3.
Lo seguimos de nuevo hasta la primera planta para pagar. Yo
saqué la tarjeta de crédito adicional que me había dado mi papá, y rogando
porque no se me fuera a pasar esconder el estado de cuenta antes de que lo
viera, cuando Tony me dijo.
-Éste es mi regalo para ti, guarda eso.
-No, cómo crees?!
-Oye, somos familia, eres como el hermanito suitlover que
nunca tuve, así que déjame consentirte.
Acepté mas por verme libre de la preocupación de que mi papá
fuera a ver una compra hecha en otra ciudad, en la misma fecha en la que se
supone que estaba en el campo con unos
amigos, pero me hice el propósito de devolverle el favor a Tony de una u otra
manera cuando el momento llegara.
-Muchas gracias hermano mayor – le dije con verdadera
alegría.
-Entonces pueden volver por ellos después de las 3 de la
tarde y hasta las 7 que cerremos.
-Ok, muchísimas gracias por todo – le dijo Tony – Por cierto,
un último favor, de casualidad no sabe en dónde podemos encontrar corbatas de
moño?
-Ah caray, pues mire, de momento aquí solo tenemos las que
son para ceremonia, pero creo que usted busca de las otras que se están usando
no?
-Así es.
- Creo que he visto de esas corbatas en otra tienda que está
sobre esta misma calle, solo tiene que caminar una cuadra pasando la plaza de la
Constitución y doblar a mano derecha.
-Muchísimas gracias– le dijo Tony al salir.
-Oye, y sabes cual calle te dice?
-Creo que sí, no las conozco todas por nombre pero me puedo
orientar bastante bien.
Siguiendo las señas que nos dio el vendedor, pasamos por una
tienda llamada ‘El Nuevo Mundo’, de pronto uno de esos tantos recuerdos
inútiles que yo solía guardar en mi memoria salió a flote y le pregunté:
-De pura casualidad no es ésta la tienda donde Juliancito
Bravo se quería comprar su trajecito blanco para la primera comunión?-
Tony soltó la carcajada y asintió.
–Cómo es te acuerdas de ésas cosas?! –
-Lo siento, es que tengo buena memoria
-Es que me parece muy graciosa la referencia por la cual
ubicas esta tienda, quieres entrar?
-Pues ya estamos aquí no?
Primera Comunión - Juliancito Bravo
La tienda no había cambiado mucho desde 1969, año en que se
había filmado esa película que pasaban a cada rato en la televisión cuando yo era niño, si acaso la ropa se había actualizado un poco, pero
tanto los escaparates como la distribución de la tienda parecían ser los
mismos.
La tienda tenía una sección de ropa para
caballero y hacia allá nos dirigimos, hasta eso tenían camisas de vestir de
buenas marcas, aunque por más que busqué, no tenían de doble puño que a partir de
haber descubierto el grupo, se habían convertido en el nuevo estándar que
pensaba seguir.
Tony estaba mirando detenidamente una camisa azul celeste,
marca Pierre Cardin.
-Te gusta? – le pregunté
-Es muy bonita, me hizo recordar una que tenía mi padre.
-Y tú la usabas?
-Por supuesto! Era mi favorita!
-Pues si es como esta, me queda claro por qué te gustaba
tanto!
-Sabes, la única vez que estuvieron a punto de sorprenderme
vestido así fue por culpa de esa camisa.
-Cuéntame! Cuéntame! – le dije ya casi eufórico.
-Pues fue un día que mi padre se alistaba para salir a algún
lado, era tal vez un viernes o un sábado por la tarde. Mi madre había salido desde
temprano a visitar a mis abuelos junto con mis hermanos menores, yo tenía las
actividades para-escolares los sábados, acababa de entrar a la preparatoria,
tendría como 15 años.
-Y que pasó?
- Me gustaba jugar un juego que consistía en entrar cuando él
se estaba bañando, elegir algo de su clóset, ponérmelo, verme en el espejo, quitármelo
antes de que saliera, volver a dejar todo en su sitio y salir de allí sin que
me vieran. Esa tarde hice lo mismo, solo que me encontré con la novedad de esa
camisa. Mi padre se la había comprado recientemente y yo no había tenido
oportunidad de ‘estrenarla’, y no me pude resistir. Se sentía realmente
deliciosa así almidonada como estaba, se me erizó la piel de todo el cuerpo y tuve una erección mientras me
anudaba la corbata y sentí como empezaba a lubricar dentro de los pantalones. Estaba totalmente embobado mirándome al espejo, moviendo los
brazos, haciendo una y otra pose a fin de maximizar las sensaciones en el
torso, los brazos y el cuello, cuando escuché que mi papá estaba girando la
chapa de la puerta del baño. Entré en pánico, porque el baño estaba justo a la
entrada de la habitación y no había manera de salir de allí sin que me
alcanzara a ver por lo menos la espalda. Reaccioné instintivamente, arrojé mi
ropa adentro del closet y me metí yo
también, apenas alcancé a emparejar la puerta. Desde adentro podía escuchar
perfectamente como mi papá se sentaba en cama y se secaba el cuerpo con la
toalla, cómo abría los cajones para sacar unos calcetines y en general como se
vestía. Yo solo rogaba porque no se le ocurriera abrir la puerta del closet
para buscar una camisa o algo. Por suerte ese día ya tenía lista sobre una
silla la ropa que se iba a poner, y después de unos 10 minutos salió, en cuanto
lo escuché bajar las escaleras salí de allí lo más rápido que pude y entré a mi
habitación donde a pesar del infarto que casi me daba, no me quité su ropa. A
los minutos escuché que me gritaba desde abajo.
-Hijoooo, ya me voy, regreso mas tarde.
-Que te vaya bien papá!
El de esa tarde fue tal vez el orgasmo más intenso que tuve
en toda mi adolescencia. Jamás he sentido tanta adrenalina como en esa ocasión
y durante años me bastó con recordar ese momento para tener el ‘combustible
mental’ que necesitaba para masturbarme.
-Amigo! Qué historia!
-Uy, si te contara!
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