Llevé al muchacho a la habitación y cerré con pestillo. Era
improbable que alguien nos fuera a interrumpir, pero era una costumbre que
tenía desde jovencito y no me la había podido quitar nunca.
Desde el momento en que lo había visto entrar a la casa de
Gibrán, todo tembloroso y con los ojos vendados, había deseado someterlo,
tenerlo bajo mi control total, y apenas unas semanas después, aquí lo tenía
frente a mí, dispuesto.
-Bien muchacho, el juego que me gustaría hacer contigo es de
roles, en este caso yo seré tu amo y tú serás mi sumiso. Se trata de
disciplina, es algo que yo disfruto particularmente, tal vez porque desde muy
pequeño me la inculcaron en el colegio y sé de primera mano lo placentero que
puede llegar a ser obedecer a alguien en todo, o bien, exigir obediencia total.
Para la disciplina, la corrección es indispensable, y si me lo permites, el día
de hoy te daré una breve introducción a esta variante del fetiche que
compartimos tú y yo.
-Nunca lo he probado yo mismo, pero te quiero confesar que
cuando yo era niño, fantaseaba con la idea de estar en un internado de varones,
en donde el uniforme fuera de traje con corbata, y que me obligaran a usarlo
para así tener una excusa de vestir formal. Claro, los azotes y la corrección
no entraban en la fantasía. Si acepto hacer esto contigo, me va a doler mucho?-
me dijo el muchacho.
-No se trata solo de dolor, en el deseo de complacer a
alguien también hay gratificación, saber que estás a la altura de lo que la
otra persona espera de ti, que puedas adivinar lo que quiere de ti y
adelantarte a sus deseos, eso para mí es también un verdadero placer. Sentir
dolor, también tiene lo suyo, después de todo la línea que separa el dolor del
placer es muy delgada muchacho. Cerebralmente, están más cerca de lo que
cualquiera pudiera imaginar, activan el mismo circuito y ambas sensaciones
liberan dopamina. Claro que hay de dolores a dolores, no es lo mismo una
nalgada que un martillazo en el pulgar, y en este caso te prometo que en caso
de que necesites corrección, será un dolor que puedas manejar y ya verás lo
adictiva que puede llegar a ser la sensación.
-Y cómo iniciamos el juego?
-Así me gusta muchacho, que no tengas miedo a explorar
sensaciones nuevas.
-Salvo ciertas excepciones, estoy dispuesto a probar todo por
lo menos una vez y formarme una opinión, y qué mejor que experimentar con
alguien que comparte mi gusto por lo formal?- me dijo.
-Pues entonces empecemos muchacho.
Le expliqué que para esta ocasión, pretenderíamos
que él era mi mozo y yo su patrón. Cuando le diera una orden, él tendría
que obedecer sin chistar, por ejemplo, si le pedía que se quedara inmóvil a mi
lado mientras yo leía el periódico tendría que hacerlo. Si le pedía que hiciera
algo de la casa, desde barrer o sacudir hasta ordenar las corbatas del armario
por color o por patrón, también tendría que hacerlo. De igual manera podría
disponer de él sexualmente como yo quisiera y él tendría que plegarse a mis
deseos con el único objetivo de complacerme, su placer consistiría en que yo
estuviera satisfecho y por supuesto, yo me aseguraría de que él disfrutara de
la experiencia, aunque dejé claro que ese momento sería cuando yo lo decidiera.
Si él osaba tocarse y eyacular antes de que yo le diera permiso, habría un
castigo aguardándolo.
No podría hablar a menos que yo le preguntara algo, y en ese
caso tenía que referirse a mí como ‘Señor’. Si yo consideraba que no estaba
haciendo las cosas tal y como yo lo deseaba, le indicaría su error e
inmediatamente después procedería con la corrección que yo considerara
pertinente. Dicha corrección podría consistir en nalgadas o varazos, y siempre
en lugares donde no dejaran marca visible.
Pude ver que el morbo del muchacho estaba al tope mientras le
detallaba lo que íbamos a hacer, me encantaba que no pusiera peros a nada, sin
duda era mucho más receptivo que cualquiera de los ‘hermanos’ con los que
hubiera estado, pues más de uno había tenido sus dudas al principio y se me
había echado para atrás a mitad del juego, solo esperaba que ésta no fuera la
situación.
-Comencemos- le dije.
-Como usted ordene Señor.
-Por favor acércame la silla que está junto al escritorio y
ponla aquí al pie de la cama – el muchacho obedeció.
-Servido señor.
-Gracias, ahora por favor enciende la lámpara de pie que está
junto al espejo y tráeme el libro que está sobre el buró, quiero leer un poco.
-De inmediato señor – me contestó e hizo exactamente lo que
le pedí.
-Revisa el armario que está en la habitación
y quiero que ordenes las camisas por color, y las corbatas se ven un poco
desarregladas, acomódalas tal cual deben de ir en sus ganchos.
Lo que le dije pareció música para sus oídos, porque una gran
sonrisa se dibujó en su rostro y de inmediato se aplicó a ordenar el armario.
Comencé a leer algunas páginas, aunque estaba con un ojo
en el libro y el otro en el muchacho, que estaba afanado realizando lo que le
había pedido.
Terminó de ordenar las camisas y sacó las corbatas, con
cuidado se puso a acomodarlas en los ganchos especiales que Alejandro había
traído a fin de que estuvieran más fáciles de identificar y encontrar. De
pronto la emoción le ganó y me hizo un comentario de lo bonita que estaba una
de las corbatas de Alejandro, una de franjas diagonales en dos tonos de violeta alternadas
con líneas delgadas en color azul marino y plata.
-Muchacho, en qué habíamos quedado?
-Que solo puedo hablar si usted me da permiso señor- me
contestó
-Entonces sabes que te voy a castigar.
-Sí
-Sí que?
-Sí señor.
-Muy bien, terminar de ordenar las corbatas y después quiero
que te quedes volteando hacia la esquina, para que pienses en lo que hiciste.
En realidad solo estaba a la espera de que cometiera otro
pequeño error para disciplinarlo, moría de deseos de verlo sentir lo que era
una corrección en ese atuendo que llevaba y que me había fascinado desde que lo
vi en la entrada del café esa mañana.
Habían pasado ya cerca de 20 minutos desde que lo tenía
volteando hacia la pared, creo que ya no le parecía tan entretenido el juego y
tarde que temprano se quebraría. Y en efecto, de pronto dijo:
-Oye, no crees que ya tengo mucho aquí castigado?
-Disculpa, no recuerdo haberte dado permiso de hablar.
-Pero es que…
-Silencio! –
Se lo dije con la voz más firme que pude, y funcionó porque no dijo nada
más. Me acerqué hacia él y lo giré hacia mí para verlo de frente. En ese traje
que llevaba se veía bastante guapo. Lo tomé de la barbilla y lo vi directo a
los ojos.
-Entiendes que acabas de desobedecer una orden que yo te di? – le
pregunté. Él asintió.
Moví un banco acolchado hacia un espejo de cuerpo entero que estaba
en otra esquina de la habitación y lo acomodé para que al sentarme el espejo
quedara a mi izquierda, le ordené que se acercara.
-Ahora por favor quítate el saco y colócalo en el respaldo de la silla.
Yo mismo le quité el cinturón y le bajé los pantalones, sus calcetines
grises con ligas de color azul marino le combinaban a la perfección el traje.
Le pedí que se colocara sobre mi regazo, y vaya que pensaba darle su primera
lección.
Cuando se acomodó, su trasero quedaba perfectamente al alcance mi mano
derecha, y si volteaba hacia un lado, podría ver su cara en el espejo cuando le
diera las nalgadas, mas el plus de verlo vestido de tan estupenda manera.
-Voy a darte 10 nalgadas, si gritas o articulas cualquier otro sonido
diferente de tu respiración, te daré otras dos, conforme?
-Conforme señor – me contestó.
Yo ya estaba gozando de ese momento que vendría, al ver su trasero
desnudo sobre mi regazo, aguardando la primera nalgada, me hacía salivar,
incluso el pulso se me aceleró y la mano me temblaba, pero dejé caer la primera,
firme y bien dada.
-Aaargh!
-Dos más – le dije alegrándome de que se hubiera olvidado ese detalle
tan pronto.
Y le fui dando, una tras otra sobre ese trasero que no tardó en
enrojecerse. Se notaba que le dolían, y para que no fuera tan traumática la
primera experiencia, por cada dos o tres golpes que le daba, le masajeaba las
nalgas para aliviar un poco el escozor que de seguro estaba sintiendo. En el
espejo podía ver que estiraba el cuello y lo movía hacia los lados, sin duda
buscando esa sensación de confort que nos da a cualquiera de nosotros el cuello
duro y firme de una camisa. Me alegró ver que nos estábamos entendiendo, yo en
su lugar habría hecho lo mismo.
Le fui contando en voz alta las nalgadas, yo cada vez me excitaba más y más,
y en el espejo vi que tenía las mejillas coloradas, incluso me llegó el aroma
de mi propio perfume, que únicamente percibía cuando recién me lo ponía en las
mañanas, pero estaba tan excitado que la temperatura de mi cuerpo había subido
y el calor extra había reactivado la esencia. Cuando llegué al número 12,
escuché un suspiro de alivio del muchacho, aunque yo ya tenía otros planes para
él.
Le pedí que se hincara frente a mí, y me abrí la bragueta del pantalón
para dejar mi miembro fuera, que para ese momento estaba duro como una roca y
casi morado de la excitación. El muchacho no necesitó que le dijera nada mas,
de inmediato comenzó a hacerme una mamada espectacular.
Después de solo unos minutos yo estaba a punto de venirme, pero no quise
hacerlo, no tan pronto, tenía que hacer durar éste momento.
Le pedí que se moviera hacia donde estaba el escritorio de la
habitación.
-Apoya tus manos contra el borde y separa las piernas- le ordené.
Tenía un agujero apretadito, rosado y según percibí, más que dispuesto
para los planes que tenía.
De un cajón del mismo escritorio saqué un tubo de lubricante y una caja
de preservativos. Puse una generosa porción en mis dedos y lentamente comencé a
darle un masaje en círculos alrededor de su ano, el muchacho solo gemía de
placer, anticipando lo mucho que iba a disfrutar.
Cuando sentí que ya estaba caliente a más no poder y dilatado, me
coloqué el preservativo y lentamente lo penetré.
Lo escuché gruñir un poco, mi miembro estaba grande pero no era tarea
imposible para su cuerpo. Lo vi que empezaba a tocarse y le advertí que dejara
de hacerlo.
-Crees que te mereces el castigo?- dije alzando la voz.
-Hmmmhu-
-Puedes contestarme bien.
-Sí, lo merezco señor!
- Es tu justa retribución por haberme desobedecido?
-Sí, lo siento amo, no volverá a pasar.
-Eso será lo mejor para ti – le dije. Me había gustado el detalle que
tuvo de llamarme amo, definitivamente íbamos por buen camino. Comencé a
follármelo fuerte, para que sintiera el rigor.
Después de un buen rato decidí cambiar de técnica, le sacaba el miembro
completo y se lo volvía a meter rápidamente y en un solo empujón, hasta el
fondo.
La respiración se me comenzó a agitar, ya estaba cerca del momento, no
quería que terminara, pero sentía una urgencia por eyacular que me sobrepasaba.
Salí de él, lo giré por los hombros y lo hice que se arrodillara, apenas
si alcancé a quitarme el preservativo antes de eyacular en su rostro. Vaya que
fue una descarga abundante, mi leche empezó a correr por sus ojos cerrados y sus
mejillas hasta que se le escurrió a la barbilla, de ahí fue cayendo en gotas
hasta el cuello de su camisa y también a su corbata.
Después unos minutos celestiales, cuando ya la sensación del orgasmo se
había ido, tomé un pañuelo desechable de una caja y le limpié los ojos. El
muchacho quiso limpiarse la boca y las mejillas, pero no se lo permití.
-Quédate así, me gusta memorizar la cara de alguien cuando le pongo mi marca
por primera vez – le dije.
Lo vi directo a los ojos, y con satisfacción pude ver que había encontrado a mi sumiso.
Acabo de encontrar este blog, y muy a mi pesar veo que parece como cerrado, ya no se publican más entradas. Lástima, porque así a primeras lo encontré todo muy excitante. Yo también tengo una pasión casi desenfrenada por llevar traje y corbata. El mero hecho de escribir la palabra "corbata" ya me excita como nada, no digamos ya la sensación de empezar a ponerse una camisa blanca nueva, lentamente, sintiendo cada roze de la camisa en la piel, tocando el cuello duro de la camisa, abotonando los puños, y luego los demás botones de abajo a arriba, hasta el último, bien abotonado y apretado, para luego vivir el momento mágico de ponerse LA CORBATA.
ResponderEliminarPrimero elegir mentalmente el nudo: Doble Windsor? Christensen? Hanover? No, mejor el Balthus, que es simple y te deja el nudo de la corbata perfectamente simétrico.
Bueno pues ahora viene lo mejor: hacerse el nudo de la corbata! Pero antes claro hay que doblar hacia arriba el cuello de la camisa. Algunos lo hacen al momento de ir a atarse la corbata, pero yo dejo el cuello levantado antes de ponerme la camisa. Así es mejor, el cuello no queda tan arrugado.
Pues eso, a atarse la corbata! Y que excitados que estamos ya, pensando, saboreando de antemano los momentos que se aproximan! Parte ancha a la izquierda, parte estrecha a la derecha, con el envés de la corbata mirando hacia fuera, y ya empezamos con los pases mágicos para conseguir el nudo de corbata perfecto! Esto ya no se expresa con palabras, esto se VIVE!
Vale, ya tenemos el nudo de la corbata, que apretamos convenientemente, para que quede fijo, muy fijo, y a ser posible que sobresalga el nudo hacia afuera, como reclamando toda la atención de los presentes hacia él. Para esto hay que atar el nudo realmente atado, y que el cuello de la camisa no tenga ni la más minima holgura!
Después ya solo quedan los ajustes, que ya se pueden combinar con los primeros juegos, como el manosear la parte interior del cuello de la camisa, como dándose masajes, a la par que sintiendo el suave roze de la corbata y el aún más suave roze de la materia del cuello.
Uau, que momentos! Y bueno ya tenemos el resultado: http://fs2.directupload.net/images/150728/l4twz9wp.jpg
Bueno y ahora a disfrutar en buena compañía, Lo importante al principio: tocar mucho, acariciar mucho. Poner las manos encima del cuello de la camisa, o mejor empezar por los hombros: de fuera hacia el cuello, para sentir el tacto de la camisa lo más posible. desde los hombros hasta el cuello, lentamente, y luego juntando las manos en dirección nudo, pasando de tener las palmas encima de las alas del cuello de la camisa a introducirlas debajo, donde se encuentra lo que más nos apasiona: LA CORBATA! Tocarla, sentirla, fundirse con ella, meter los dedos entre la parte de la corbata que rodea el cuello y el cuello mismo, con movimientos hacia adelante y hacia atrás, para luego asir a nuestro siervo bien asido por la corbata con ambas manos y obligarle a darnos placer mamándonos. O bien continuar con el juego de manos hacia abajo, muy abajo, metiéndole mano y asiéndole con una mano la corbata y con la otra cogiendole sus testículos, sometiéndolo. Para esto por supuesto lo mejor es haberle atado previamente las manos por detrás, para que en ningún momento pueda rebelarse, y la boca también, por si acaso se nos fuera la mano apretándole sus partes.
El pantalón de traje es sin duda lo mejor. Le sacamos los testículos y el pene para fuera, volvemos a subir la cremallera del pantalón todo lo posible, y acto seguido rozarle sus partes con nuestros zapatos negros pulidos y brillantes, que más tarde el abrillantará aún más con su lengua, como siervo nuestro que es. Mientras tanto claro tenerle bién cogido por su corbata, para que no pueda retroceder.
Continuará? No sé...
Ps. - La foto de la entrada, sensacional. La corbata de rayas moradas es sin duda la más bonita.
Lo que son las cosas, justo hoy se me ocurrió publicar. Estamos de vuelta amigo, cualquier cosa, formalwearfetish@gmail.com
EliminarPablo Escudero21 de agosto de 2016, 9:42
EliminarNo podía creer que hubiese alguien con mismo fetichismo, desde pequeño quería ser mayor para poder ponerme corbata simplemente la palabra corbata ya me éxita , hoy amis 40 años en época de invierno no concibo un día sin corbata ,el echo de levantarme por la mañana desayunar ducharme e ir a mi armario y preparar la corbata que voy a llevar durante todo el día me produce un gran placer que no puedo explicar , comienzo con la camisa preferiblemente blanca pantalones de vestir o corte chino zapatos cinturón y por último la CORBATA , en ese momento que deslizó la suabe y sedosa CORBATA por mi cuello empieza mi pulso a ir más rápido y mientras voy andando con mucho cariño la CORBATA me mente empieza a fantasear ,y el momento cumbre para mi es cuando bajo los cuellos de la camisa y ajustó el nudo hay días que no puedo evitarlo y tengo que masturbarme mientras toco mi cuello y mi CORBATA
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar21 de agosto de 2016, 9:42
ResponderEliminarNo podía creer que hubiese alguien con mismo fetichismo, desde pequeño quería ser mayor para poder ponerme corbata simplemente la palabra corbata ya me éxcita , hoy amis 40 años en época de invierno no concibo un día sin corbata ,el echo de levantarme por la mañana desayunar ducharme e ir a mi armario y preparar la corbata que voy a llevar durante todo el día me produce un gran placer que no puedo explicar , comienzo con la camisa preferiblemente blanca pantalones de vestir o corte chino zapatos cinturón y por último la CORBATA , en ese momento que deslizó la suabe y sedosa CORBATA por mi cuello empieza mi pulso a ir más rápido y mientras voy anudando con mucho cariño la CORBATA mi mente empieza a fantasear ,y el momento cumbre para mi es cuando bajo los cuellos de la camisa y ajustó el nudo hay días que no puedo evitarlo y tengo que masturbarme mientras toco mi cuello y mi CORBATA , y salgo ala calle a pasear o hacer cualquier gestión y mi morbo y placer empieza con las miradas furtivas de otros hombres que me cruzo en la calle con traje y corbata donde mi mente se imagina que tienen el mismo fetichismo qué yo y mi pulso se acelera y tal vez también me sonrojo ligeramente