domingo, 27 de abril de 2014

Ep. 34 - Mas de Tony (Parte 3)



-Vaya, entonces fue por pura casualidad que lo descubriste?
-Sí, uno de esos accidentes afortunados.
-Y ya de ahí se te hizo costumbre? Ponerte la ropa de tu papá y masturbarte?
-No se me hizo costumbre inmediatamente, me tomó algo de tiempo animarme a repetirlo, en esos tiempos los niños éramos un poco más inocentes, así que no había mucho dónde informarme. En la escuela a duras penas nos enseñaban lo básico sobre los óvulos y los espermatozoides, pero por supuesto, no te decían como le hacían para juntarse, eso lo tenías que averiguar por cuenta propia, casi siempre preguntándole al amigo o al primo que sabían tanto o menos que uno la mayoría de las veces. Sabes? yo creo que ejercité esta parte de mi imaginación con mis dibujos.
-Y nunca te dio no sé, ‘miedito’ que te fueran a descubrir?
-No exactamente, la mayoría de las veces eran dibujos clasificación A, eso sí, con mucho detalle en lo que se refería a su vestimenta. Había otros días en que le daba rienda suelta a mi creatividad y James Bond me salía muy guapo y elegante, además de muy pero muy bien ‘dotado’, estos dibujos no los conservaba por obvias razones. Los admiraba por un rato y después los rompía en muchos pedacitos y los echaba por el inodoro, cierto es que mis padres no se fijaban ya en lo que yo dibujaba porque era algo muy normal para ellos verme echado en el suelo de mi habitación dibujando y coloreando, pero no podía arriesgarme a que un día les diera curiosidad.

Seguimos platicando otro rato mas, Tony me preguntó sobre mis gustos en el vestir, y le comenté que yo era muy clásico, no era fan de ‘arriesgarme’ con cosas que se salieran de lo que a mí me gustaba.

-Entonces ya sé a dónde te llevaré mañana.
-A dónde?
-Es una sorpresa, pero verás que te va a gustar- me dijo mientras se ponía encima de mí.

Su corbata colgaba justo sobre mi cara, y la tomé cuidadosamente y acaricié mis labios con ella, tenía un olor exquisito, y la sensación que me provocaba era como un escalofrío, mis pezones se pusieron duros y por dentro de las mangas de la camisa sentí como se me erizaba el vello. Lo atraje hacia mí y lo besé, tímidamente al principio, pero al ver que él no decía que no, fui un poco mas insolente y lo besé tal y como lo hubiera hecho si tuviera 14 años y quisiera comérmelo completo.

Los besos que nos dimos hicieron subir la temperatura de esa habitación muy pronto. Interrumpí el juego brevemente para quitarle y quitarme los zapatos, cuando lo conseguí, fui directo a sus pantalones y los bajé. Mi sorpresa fue que no salieron tan fácil como yo pensé, creo que Tony era el único hombre que había conocido que utilizaba el botón extra que traen los pantalones por dentro a la altura de la bragueta, así que el mismo se los terminó de quitar y finalmente le bajé los calzoncillos.

Ya lo había visto antes con aquello de fuera, pero era la primera vez que no tendría que compartirlo y me excitaba muchísimo la idea, no hay nada que pueda igualar la carga sexual que tienen dos hombres a solas vestidos de traje, bueno, tal vez un trío, pero ya de ahí en adelante se vuelve un poco impersonal la cosa jeje

Ahora me colocaba yo encima de él y comencé a besar sus orejas, sus labios, su barbilla hasta que llegué al cuello de su camisa, que estaba durísimo y el nudo de su corbata de seda, deliciosa al contacto con los labios. Fui yendo mas y mas abajo hasta que llegué a su pene que estaba totalmente erecto, grueso, venudo y palpitante. Le di unos besitos a su glande, a sus testículos y finalmente me lo metí a la boca, estaba delicioso, justo como lo recordaba de aquélla rápida interacción que habíamos tenido en ‘la casa’.

Las siguientes dos horas pasaron entre besos, abrazos, agasajos, y mucho rozar de cuellos de camisas y corbatas, yo me vine tres veces si mal no recuerdo, Tony otras tantas. Para cuando terminamos, casi sentía pena por la persona de la limpieza que tendría que cambiar las sábanas los siguientes días, aunque supongo que en los hoteles habrán visto de todo, un par de hombres suitlovers fetichistas no les supondrían ningún reto.

Me desperté temprano por la mañana por ahí de las 7 a.m, con la sábana literalmente pegada a la entrepierna. Traté de hacer el menor ruido posible al levantarme y fui a orinar. Cuando salí del baño, Tony ya se había levantado y se estaba vistiendo.

-Buenos días, a dónde tan temprano?
-A recoger mi equipaje al otro hotel, está a unas pocas calles de aquí, no me tardo- me dijo y salió.

Aproveché el rato para darme muy relajante baño, y al salir me puse a tratar de decidir que usaría durante el día. El baño me resultó tan relajante que me quedé dormido junto a una pila de corbatas, pañuelos y tirantes que había sacado de la maleta y colocado en la cama. Me desperté cerca de una hora después, cuando Tony entró de nuevo en la habitación. 

Traía una maleta grande y un vaso de café para mí.

-Ten, parece que lo necesitas.
-Sí, la verdad es que sí me siento un poquito desvelado, como a qué hora crees que nos dormimos? - le dije mientras  le daba unos sorbos al café.
-Eran cerca de las 3 a.m tal vez, pero a que valió la pena?
-Claro que sí – le dije – eso de tener a un trajeado a mi entera disposición es algo a lo que podría acostumbrarme!
-Bueno, tenemos el fin de semana para nosotros. Dime, qué te gustaría hacer?
-No sé, no conozco la ciudad, tú vienes más seguido, tu sugiéreme algo.
-Mira, que te parece si para empezar salimos a desayunar, no sé tú pero yo tengo hambre.
-Me gusta la idea, pero mas o menos como qué debería usar?
-Si te parece, vente un poco informal, sirve y aprovechamos para ir de compras y ya en la noche salimos ahora si tan elegantes como tú desees.
-No se diga más!

Tony solo se tomó un momento para desempacar su maleta y colocar sus cosas en el closet, pero fue muy rápido y en apenas un momento ya estábamos saliendo de la habitación.

El hotel que había elegido Tony para el fin de semana estaba muy bien ubicado, justo sobre una de las avenidas principales de la ciudad, y todo quedaba a una distancia que se podía cubrir caminando sin ningún problema.

Conforme íbamos avanzando, yo notaba cosas que no había visto la noche anterior, Tony hasta eso parecía tener vocación de guía de turistas, porque a cualquier edificio o monumento que yo le señalaba, parecía conocer la historia y alguna que otra anécdota que lo involucraba. 

Pasamos por un parque muy bonito y disimuladamente calificábamos a los trajeados que se nos cruzaban por enfrente. Ya sé que me dirán que es algo muy de adolescentes, pero me emocionaba mucho poder decir –Mira, a tus 4!- y que Tony supiera a qué me refería. Incluso en un par de ocasiones él mismo se detuvo a tomarle una fotografía al objeto de nuestro interés, ya fuera porque llevaba una corbata muy bonita o un conjunto que merecía la pena capturar para la posteridad.

Llegamos hasta una calle principal, después del parque y de un palacio dedicado a las Bellas Artes, justo a partir de ahí comenzaba el centro histórico. Esperamos el cambio del semáforo para poder cruzar, la gente se iba amontonando detrás y a un lado de nosotros, y del otro lado de la calle pude ver que sucedía lo mismo. Finalmente la luz cambió al rojo para el tráfico y se puso en verde para los peatones. Como dije antes, jamás había visto tal marejada humana moverse junta al mismo tiempo, eran ríos y ríos de gente que cruzaba la calle en ambas direcciones. Cada que veía a algún hombre trajeado, me preguntaba hacia dónde se dirigiría? que habría pensado en la mañana cuando abrió su closet para elegir lo que se pondría? Qué lo había hecho elegir ese traje, esa camisa y esa corbata por sobre las demás que seguramente tenía?

El centro histórico era un lugar que yo solo había visto la noche anterior, pero me fascinó pasar por ahí en el día y verlo bullicioso y con otros colores,  otro tipo de gente. Me emocionaba en particular pasar por enfrente de las tiendas de trajes en donde por primera vez en mi vida veía a hombres y no mujeres atendiendo, y no solo eso, estaban sobre la calle invitando a los clientes potenciales a pasar y ver la mercancía. Yo me sentía en el séptimo cielo.

Seguimos caminando, según yo al azar, pero Tony me dijo que íbamos a una tiendita que él estaba seguro que a mí me iba a fascinar.

-Ah yo pensé que íbamos a desayunar.
-Es verdad, como qué se te antoja? Aquí hay de todo eh, de lo que se te ocurra, tu dilo y estoy seguro que encontraremos algo.

Mientras lo pensábamos seguimos caminando, doblamos una esquina y entramos a otra calle un poco más angosta aunque igual de pintoresca que las que habíamos recorrido, lo único inusual de esta calle fue la cantidad de smog que se alcanzaba a apreciar, pues el transporte público corría por allí, y cuando digo que se alcanzaba a apreciar me refiero a que se veía físicamente la nube que nos envolvía. De pronto Tony me da un codazo leve y me dice:

-Mira allí, es una señal!
La señal era un hombre de unos 40 años, de traje negro de dos piezas, camisa azul pastel y corbata de un rosa intenso. Al parecer era el host de un Café muy popular que tenía nombre de grupo de rock, de manera muy atenta y amigable nos invitó a entrar. El lugar estaba a reventar pero se las ingenió para encontrarnos mesa en la segunda planta. Mientras caminábamos por el local, vi a alguno que otro comensal que iba de traje, me invadió cierto sentimiento leve de envidia, yo las pocas veces que había comido estando trajeado había sido en alguna boda o fiesta formal, pero no era muy seguido, digo, las veces que me quedaba solo en casa y pedía una pizza por teléfono no contaban.

Nos sentamos y nos trajeron rápidamente el menú, comida típica del país y la verdad es que todas las opciones se veían deliciosas.

La mesera se acercó a ofrecernos café y pan dulce en lo que nos traían el desayuno, y cada cierto tiempo el capitán de meseros, muy bien trajeado también, se acercaba a la mesa y nos preguntaba si todo estaba bien, si necesitábamos algo, etc.

El desayuno estuvo riquísimo, hasta me pesó no terminármelo pero la verdad es que las porciones estaban un poco grandes para una sola persona.

Salimos de allí y seguimos caminando sobre la misma callecita aprovechando que la nube de smog se había disipado. A lo largo de la acera se podía escuchar toda una sinfonía de voces que te invitaban a comprar desde cristales para gafas de prescripción hasta discos de software pirata en los puestecitos ambulantes que había allí. Me pareció gracioso ver que en uno de ellos vendían corbatas y calcetines a precios muy accesibles, algo que jamás había visto en el lugar donde yo vivía, solo di un vistazo rápido pero no vi ninguna corbata que me gustara particularmente.

Unos metros más adelante, vi una tienda donde vendían trajes para ceremonia, tuxedos, fracs, chaqués, trajecitos de primera comunión, lo que se le pudiera ocurrir a uno.

-Mira! – le dije a Tony – cuando yo era niño me encantaba escabullirme para ir a ver los aparadores de las tiendas como ésta.
-Pues contigo ya somos 14! Yo creo que todos los del grupo tenemos una historia similar con estas tiendas.
-En serio?
-Sí, quieres entrar?
-Pero para qué? No vamos a comprar nada.
-Por ver no se paga – me dijo guiñándome un ojo.

Uno de tanto vendedores que había nos abordó de inmediato.

-Pasen! Pasen caballeros! En qué les podemos ayudar?
-Estoy buscando un traje – le dijo Tony
-Claro que sí, por favor acompáñenme a la segunda planta – nos dijo el vendedor alegremente.

La segunda planta estaba más o menos grandecita, y lleno de trajes de todos los colores habidos y por haber, había varios maniquíes que mostraban los distintos estilos que la tienda manejaba, unos muy sobrios y elegantes, y otros tantos un poco modernos para mi gusto.

El vendedor se colocó frente a Tony, lo miró con cuidado por un par de segundos y le dijo:

-Usted es talla 36 caballero, verdad?
-Sí, 36 ni más ni menos.
-Válgame, solo con verlo lo supo? – le pregunté
-Uh joven, ya son muchos años, a estas alturas ya con la pura mirada me basta para saber la talla de una persona – dijo mientras descolgaba varios trajes de aquí y de allá.

Rápidamente tomó uno de los sacos y se lo puso a Tony.

-Qué le parece éste joven? Es un color muy bonito, y éste corte está de moda, con las solapas un poco mas angostas y viene un poquito más entallado, a usted le queda de maravilla.
-Me gusta, me gusta – dijo Tony
-También tenemos éste otro de tipo ‘mil rayas’, éste es de tres piezas y es para cuando la ocasión sea un poco más formal – dijo el vendedor quitándole el saco anterior y ayudándolo a ponerse el nuevo rápidamente.
-Oiga, y este estilo se llama ‘mil rayas’ – le pregunté yo – siempre había pensado que era ‘raya de gis’ o ‘raya diplomática’.
-No joven, la ‘raya diplomática’ viene en una separación de por lo menos un centímetro, éste tipo de raya como puede ver viene con una separación mucho menor – me dijo mientras le ajustaba el saco a Tony – y este qué tal le parece joven?
-Pues no está mal, aunque andaba buscando algo que me sirviera tanto para la oficina como para salir a una fiesta elegante de vez en  cuando.
-Ah pues mire, tenemos también éste otro diseño que nos acaba de llegar en ‘Príncipe de Gales’ – dijo mientras descolgaba un saco color gris carbón con un diseño de cuadros finos, muy pero muy elegante.

Tony tiene uno de esos cuerpos delgados y una figura a la cual cualquier cosa que le pongan le queda como si se la hubieran hecho a medida, éste saco en particular no era la excepción.

-Oye, ése está muy padre – le dije yo
-También viene con su chaleco – agregó el vendedor.
-Pues está muy bien, yo creo que me quedo con éste – dijo Tony
-Excelente! – contestó el vendedor, y dirigiéndose a mi me dijo – y para usted joven?
-Eh, no, yo solo vengo acompañándolo
-Ándele, anímese, si se compran los dos les hago un descuento.
-Pruébate uno – me dijo Tony
-Bueno, está bien, me gusta ése mismo diseño – le dije señalando el traje que se iba a comprar Tony.
-Claro que sí, en un momento se lo traigo.

El vendedor ni siquiera me preguntó mi talla, pero tal y como lo pensé, la adivinó solo con verme y era exactamente la que me quedaba. La verdad es que después de años de estarme poniendo los trajes de mi papá y de mi hermano, ni siquiera estaba seguro de cuál era mi propia talla.

-Le gusta joven? – me preguntó el vendedor cuando me vi frente al espejo
-Sí, es un diseño y un color muy bonito – le contesté a la vez que pensaba que si tan solo le pasara por la cabeza lo que yo sentía ese momento probablemente me hubieran echado de ahí a patadas!
-Bien, pues nos los llevamos- dijo Tony entusiasmado.
-Excelente caballeros, solo necesito tomarles las medidas de la cintura y del largo del pantalón para que les hagan los ajustes.
-Oiga, pero la verdad es que yo me voy el lunes, no creo que vaya a haber tiempo para…
-No se preocupe – me dijo el vendedor con su enorme sonrisa – el ajuste se hace en menos de una hora, si gusta puede pasar esta misma tarde a recogerlo después de las 3.

Lo seguimos de nuevo hasta la primera planta para pagar. Yo saqué la tarjeta de crédito adicional que me había dado mi papá, y rogando porque no se me fuera a pasar esconder el estado de cuenta antes de que lo viera, cuando Tony me dijo.

-Éste es mi regalo para ti, guarda eso.
-No, cómo crees?!
-Oye, somos familia, eres como el hermanito suitlover que nunca tuve, así que déjame consentirte.

Acepté mas por verme libre de la preocupación de que mi papá fuera a ver una compra hecha en otra ciudad, en la misma fecha en la que se supone que estaba en el campo  con unos amigos, pero me hice el propósito de devolverle el favor a Tony de una u otra manera cuando el momento llegara.

-Muchas gracias hermano mayor – le dije con verdadera alegría.
-Entonces pueden volver por ellos después de las 3 de la tarde y hasta las 7 que cerremos.
-Ok, muchísimas gracias por todo – le dijo Tony – Por cierto, un último favor, de casualidad no sabe en dónde podemos encontrar corbatas de moño?
-Ah caray, pues mire, de momento aquí solo tenemos las que son para ceremonia, pero creo que usted busca de las otras que se están usando no?
-Así es.
- Creo que he visto de esas corbatas en otra tienda que está sobre esta misma calle, solo tiene que caminar una cuadra pasando la plaza de la Constitución y doblar a mano derecha.
-Muchísimas gracias– le dijo Tony al salir.
-Oye, y sabes cual calle te dice?
-Creo que sí, no las conozco todas por nombre pero me puedo orientar bastante bien.

Siguiendo las señas que nos dio el vendedor, pasamos por una tienda llamada ‘El Nuevo Mundo’, de pronto uno de esos tantos recuerdos inútiles que yo solía guardar en mi memoria salió a flote y le pregunté:

-De pura casualidad no es ésta la tienda donde Juliancito Bravo se quería comprar su trajecito blanco para la primera comunión?-

Tony soltó la carcajada y asintió.

–Cómo es te acuerdas de ésas cosas?! –
-Lo siento, es que tengo buena memoria
-Es que me parece muy graciosa la referencia por la cual ubicas esta tienda, quieres entrar?
-Pues ya estamos aquí no?

Primera Comunión - Juliancito Bravo

La tienda no había cambiado mucho desde 1969, año en que se había filmado esa película que pasaban a cada rato en la televisión cuando yo era niño, si acaso la ropa se había actualizado un poco, pero tanto los escaparates como la distribución de la tienda parecían ser los mismos.

La tienda tenía una sección de ropa para caballero y hacia allá nos dirigimos, hasta eso tenían camisas de vestir de buenas marcas, aunque por más que busqué, no tenían de doble puño que a partir de haber descubierto el grupo, se habían convertido en el nuevo estándar que pensaba seguir.

Tony estaba mirando detenidamente una camisa azul celeste, marca Pierre Cardin.

-Te gusta? – le pregunté
-Es muy bonita, me hizo recordar una que tenía mi padre.
-Y tú la usabas?
-Por supuesto! Era mi favorita!
-Pues si es como esta, me queda claro por qué te gustaba tanto!
-Sabes, la única vez que estuvieron a punto de sorprenderme vestido así fue por culpa de esa camisa.
-Cuéntame! Cuéntame! – le dije ya casi eufórico.
-Pues fue un día que mi padre se alistaba para salir a algún lado, era tal vez un viernes o un sábado por la tarde. Mi madre había salido desde temprano a visitar a mis abuelos junto con mis hermanos menores, yo tenía las actividades para-escolares los sábados, acababa de entrar a la preparatoria, tendría como 15 años.
-Y que pasó?
- Me gustaba jugar un juego que consistía en entrar cuando él se estaba bañando, elegir algo de su clóset, ponérmelo, verme en el espejo, quitármelo antes de que saliera, volver a dejar todo en su sitio y salir de allí sin que me vieran. Esa tarde hice lo mismo, solo que me encontré con la novedad de esa camisa. Mi padre se la había comprado recientemente y yo no había tenido oportunidad de ‘estrenarla’, y no me pude resistir. Se sentía realmente deliciosa así almidonada como estaba, se me erizó la piel de todo el cuerpo y tuve una erección mientras me anudaba la corbata y sentí como empezaba a lubricar dentro de los pantalones. Estaba totalmente embobado mirándome al espejo, moviendo los brazos, haciendo una y otra pose a fin de maximizar las sensaciones en el torso, los brazos y el cuello, cuando escuché que mi papá estaba girando la chapa de la puerta del baño. Entré en pánico, porque el baño estaba justo a la entrada de la habitación y no había manera de salir de allí sin que me alcanzara a ver por lo menos la espalda. Reaccioné instintivamente, arrojé mi ropa adentro del closet  y me metí yo también, apenas alcancé a emparejar la puerta. Desde adentro podía escuchar perfectamente como mi papá se sentaba en cama y se secaba el cuerpo con la toalla, cómo abría los cajones para sacar unos calcetines y en general como se vestía. Yo solo rogaba porque no se le ocurriera abrir la puerta del closet para buscar una camisa o algo. Por suerte ese día ya tenía lista sobre una silla la ropa que se iba a poner, y después de unos 10 minutos salió, en cuanto lo escuché bajar las escaleras salí de allí lo más rápido que pude y entré a mi habitación donde a pesar del infarto que casi me daba, no me quité su ropa. A los minutos escuché que me gritaba desde abajo.

-Hijoooo, ya me voy, regreso mas tarde.
-Que te vaya bien papá!

El de esa tarde fue tal vez el orgasmo más intenso que tuve en toda mi adolescencia. Jamás he sentido tanta adrenalina como en esa ocasión y durante años me bastó con recordar ese momento para tener el ‘combustible mental’ que necesitaba para masturbarme.
-Amigo! Qué historia!
-Uy, si te contara!

jueves, 24 de abril de 2014

Ep. 33 - Conociendo mas de Tony (parte 2)



Justo en ese momento llegó el mesero con la cena y nos interrumpió sin querer queriendo.

Hasta eso la comida estaba deliciosa, aunque ya no pudimos seguir platicando de cómo es que Tony se había convertido en un fetichista porque la mesa de enseguida la ocuparon un par de señoras que se notaba a leguas que nomás estaban parando oreja, pero al menos tenía una pista, había sido cuando era un niño, igual que yo.

Terminamos de cenar y entramos a la tienda que estaba junto al restaurante, vendían desde cochecitos de control remoto, pasando por plumas de lujo, discos compactos y hasta claro, corbatas.

Estuvimos viéndolas de una por una un buen rato, pero ni él ni yo encontramos alguna que nos gustara especialmente, así que volvimos a salir a la calle.

Ya eran pasadas de las 11 de la noche y el lugar era un hervidero de gente, parecía que todos se hubieran puesto de acuerdo para salir a la calle a la misma hora, aunque el sentimiento colectivo de algarabía era contagioso, no pude evitar sentirme un poquito cohibido yendo de traje y corbata, porque aunque vi a varios hombres que llevaban traje, prácticamente ninguno llevaba corbata. Tony pareció leerme el pensamiento porque se acercó y me dijo al oído –No te preocupes, aquí nadie le presta atención a nadie, relájate y disfruta-.

Seguimos caminando otro rato, a veces nos deteníamos enfrente de alguna tienda para ver las vitrinas cuando algo nos llamaba la atención, claro, a esa hora ya todo estaba cerrado, poco después de la media noche regresamos al hotel.

Yo no estaba acostumbrado a andar tanto con zapatos de vestir, así que en cuanto entramos a la habitación me los quité, el saco del traje también lo dejé sobre el respaldo de una silla pero todo lo demás me lo dejé.

Nos habían dado una habitación en el décimo piso, y me acerqué a la ventana para ver la ciudad. Era la primera vez que estaba realmente ahí, las escalas en el aeropuerto  definitivamente no contaban puesto que ahí no se podía apreciar el espíritu caótico y a la vez encantador de un lugar tan grande y con ríos de gente cruzando las calles en cada cambio de semáforo.

En esos pensamientos estaba cuando sentí el abrazo de Tony desde atrás. Me gustó sentir su calor y el tenue aroma de su perfume, que creí identificar como un Versace, dulce y a la vez muy masculino.

-Tony, sígueme contando por favor – le dije. Le quité su saco y lo coloqué encima del mío sobre el respaldo de la silla. Después lo abracé por detrás y lo llevé hacia la cama donde nos recostamos y así abrazados como estábamos comenzó a contarme.

-Pues mira, creo que todo comenzó cuando yo era un niño, creo que tendría tal vez unos 10 años. Un día vi en la televisión una película de James Bond, que yo creo fue lo que causó la primera gran impresión en mi, pues éste agente secreto además de ser muy atractivo y tener un éxito arrollador con cualquier mujer que se cruzaba en su camino, tenía muy buen gusto para vestir. Incluso en las películas más nuevas puedes notar que siempre hay algunas escenas donde se hace hincapié en el vestuario del 007, ya sea que él elija algo, o que alguien le haga un comentario sobre lo elegante que se ve, y se nota que el personaje lo disfruta.

Fue así que James Bond se convirtió en un modelo a seguir para mí, no porque ansiara una licencia para matar  sino porque era atrevido, valiente, su vida estaba siempre llena de aventuras y claro, tenía un guardarropa para morirse de la envidia!

Yo desde siempre fui muy hábil para dibujar, tenía sus inconvenientes porque en la escuela cuando fuera que a la maestra se le ofreciera un dibujo para el periódico mural o para cualquier cosa que se te ocurra, aquí estaba su dibujante oficial al que ni siquiera tenía que darle las gracias ya no digas un extra en sus calificaciones. Sin embargo, lo que sí me gustaba de tener buen ojo y buen pulso, era que yo comencé a dibujar mis propias historietas. Al principio eran solo viñetas simples, ya fuera que James Bond fuera a comprarse una corbata nueva o algún traje, pero de esa manera yo cubría la necesidad que sentía de vestirme así, porque la verdad, yo no tenía ningún traje propio. A veces, cuando la oportunidad se presentaba, casi siempre los viernes, yo me dejaba el uniforme de la escuela, que era de lo más simple: pantalón gris a cuadros, camisa blanca de manga larga y un suéter horrible de color verde botella. Cuando mi papá llegaba del trabajo, a veces se quitaba la corbata sin desanudarla y la dejaba sobre el picaporte de la puerta o sobre la silla, entonces era cuando yo la tomaba a escondidas y me metía al baño, me la ajustaba y me quedaba viéndome en el reflejo del espejo por un largo tiempo, aún no descubría la masturbación, pero con lo que sentía en el estómago y los escalofríos en la espalda me bastaba, salía de allí y ahora que soy adulto podría equiparar esa satisfacción con lo que se siente después de tener buen sexo, con las ganas por un cigarrillo incluídas.
Siempre tenía la precaución de dejar la corbata exactamente en la misma posición que mi papá la había dejado, y quiero creer que nunca se dio cuenta.

Un día sucedió una de esas cosas que te cambian la vida. Mi hermano menor apenas iba a entrar a la primaria, así que mis padres fueron a inscribirlo a la escuela un sábado por la mañana. Me dejaron solo en casa por primera vez en mi vida, porque creo que una de mis tías iba a ir de visita pero mis padres temían no regresar con buen tiempo, así que yo me quedé para abrirle en caso de que llegara temprano.

Justo en cuanto escuché el auto de mi papá arrancar, corrí hacia su closet. Él trabajaba en una oficina, así que tenía quizá una docena de trajes y cerca de 20 camisas de vestir de todos los colores y estilos, corbatas tendría como unas 30, que en aquél entonces se me hacían muchísimas, claro, cuando yo junté mis primeras 100 y ahora que tengo cerca de 350 no puedo evitar recordar con ternura ese pensamiento que tuve.

A mis 10 años yo todavía estaba muy delgadito, pero no me quise quedar con las ganas de ponerme una camisa de mi papá, que tal y como esperaba, me quedaba enorme. Fue muy rico sentir el olor de la tela y el almidón extra en los puños y el cuello. Tomé también una corbata roja muy bonita que mi papá casi nunca se ponía, pero no pude atinar a anudármela correctamente, y mira que lo intenté varias veces, fue entonces que busqué en la silla de siempre o en el picaporte de la puerta para ver si de casualidad seguía allí la corbata del día anterior y sí, allí estaba. Yo ni siquiera conocía el concepto, pero apliqué lo que se conoce como ‘ingeniería inversa’, fui aflojando el nudo de la corbata a fin de poder ver cuantas vueltas tenía y como estaban hechas, a fin de poder hacer frente al espejo los pasos en el orden contrario, y lo creas o no, así fue como aprendí a hacer mi primer nudo de corbata.

Estaba tan absorto en la experiencia que no noté que otra cosa diferente también estaba sucediendo con mi cuerpo. En cuanto me puse la camisa de mi padre, tuve una erección, esto yo ya lo había experimentado muchas veces así que no fue raro, sin embargo, lo raro fue que empecé a sentir una especie de palpitaciones y unas cosquillas  o comezón muy parecida a lo que se siente cuando estás a punto de estornudar. Me agradó mucho la sensación pero no sabía a qué se debía. Me bajé los pantalones y los calzoncillos y vi que mi pene, aparte de que estaba más duro que nunca, se le había puesto la cabecita de un color rojo intenso. Me sentí inmensamente orgulloso de lo grande que se me veía, así que me levanté la camisa a fin de poder ver tanto mi pene como el  cuello y el nudo de la corbata en el espejo. 

Comencé a mover la cadera hacia los lados porque se me hacía gracioso ver como hacía un efecto de látigo, claro, no contaba que con eso solo me estaba excitando mas y de repente esas cosquillas y comezoncita que sentía se transformaron en algo mucho más intenso que un estornudo, y es que justo en el momento en que la sensación fue lo más delicioso que hubiera sentido en la vida, también comenzaron a salirme unas gotas de un líquido viscoso y de color blanco, que yo no tenía ni idea de qué era. Rápidamente fui por papel higiénico para limpiar lo que se había caído al suelo y guardé de vuelta en el closet la camisa y la corbata de mi papá. A la otra que había quitado del picaporte de la sala la volví a apretar y la puse donde la había encontrado.

Me quedé pensando un buen rato en qué había sido eso que había sentido, aunque de algo sí estaba seguro, si se sentía así de rico, no podía ser algo malo.

viernes, 4 de abril de 2014

Ep. 32 - Tony (Parte 1)



-Si, diga?

-Hola, soy Tony

-Hey hola! Cómo estás?

-Muy bien gracias, y tú?
-Muy bien también, te llamo para ponernos de acuerdo sobre ese asunto pendiente que tenemos.
-Ah claro, pues tú dime, que planes tienes? – le pregunté. Tony había sacado el papelito con el número 1 del sombrero el día que se hizo el sorteo.
-Mira, tu sabes que estoy entusiasmado porque nos conozcamos mejor, normalmente me tomaría un par de días libres de la oficina, pero en esta ocasión estoy saturadísimo de trabajo, incluso por cuestiones del mismo tengo que salir fuera de la ciudad, pero el asunto es que todos los demás también están en la fila y no los puedo hacer esperar mucho tiempo. La idea que tengo es la siguiente, tú dime qué te parece...

Fue entonces que procedió a explicarme que él tenía que estar en la capital por cerca de diez días, empezando un lunes y regresando hasta el miércoles de la semana siguiente. El único espacio libre que tenía era el fin de semana. Me propuso que lo acompañara hasta allá. Me daría un boleto de avión para salir el viernes por la tarde y regresar el lunes por la mañana.

La idea me gustaba y a la vez me asustaba, por muy libertino que quisiera aparentar ser, no estaba seguro de que mis padres me dejarían desaparecerme un fin de semana completo así nomás porque sí, tenía que pensar en un plan y pronto si quería aprovechar.

Le dije a Tony que el plan me parecía genial, pero tenía que hacer unos arreglos antes de poder decirle que sí, le pedí que me diera hasta el final del día para confirmarle.

Inmediatamente le llamé al Rojo y lo puse al tanto de la situación y nos pusimos de acuerdo para decirles a mis padres que él me había invitado a pasar el fin de semana en la casa de campo que tenían sus padres en un pueblo cercano, pasaría por mí el viernes en la tarde según para irnos, pero en realidad iría a dejarme al aeropuerto. El lunes era un día feriado escolar, así que no habría problema con las clases si mis padres preguntaban por eso.

Esperé hasta que llegara mi papá del trabajo, pasadas las seis, y como no queriendo la cosa le dije:

-Oye papá, el fin de semana me voy a ir a pasar el fin de semana con unos amigos al campo.
-Con quienes?
-Pues ya ve que últimamente retomé el contacto con algunos de la secundaria, y pues queremos aprovechar que el lunes no hay clases para tomar el puente.
-Y a casa de quien van?
-Del Rojo, si lo recuerda no?
-El pelirrojo flaco?
-Ese mismo.
-Hmmmm, y sus padres ya saben que van?
-Sí, ya todo está en orden.
-Ok, nomás cuidado con lo que haces y no des molestias.

Le llamé a Tony, le dije que todo estaba arreglado.

-Perfecto, yo me encargo de lo demás y te llamo para los detalles.

La semana transcurrió normal, ir de mi casa a la escuela y de la escuela a casa, los únicos ratos entretenidos entre la espera eran las noches cuando después de cerrar la puerta de mi habitación, me ponía los trajes, camisas y  corbatas que me habían prestado de ‘la casa’. Cada vez que me los ponía, era cuestión de cerrar los ojos para volver a vivir toda esa maravillosa experiencia; me lo facilitaba sobre todo el olor de la ropa, que era el mismo que podía percibir en mis hermanos allá al fondo del perfume que cada uno de ellos usaba, por eso cada que me ponía los puños de la camisa en los labios, era un golpe de adrenalina que me entraba por la nariz y el recuerdo se hacía más vívido y por supuesto, los orgasmos que tenía eran espectaculares!

Durante esos días, le di a guardar al Rojo un par de trajes, y algunas camisas, a fin de no salir de mi casa con una maleta grande y levantar sospechas, probablemente mis padres ni siquiera se iban a fijar en mi equipaje, pero yo me sentía totalmente paranoico, y con justa razón, pues les estaba ocultando cosas como nunca antes.

El miércoles en la tarde Tony me llamó y me informó que me había reservado un vuelo para salir el viernes a las  5 de la tarde, el boleto de avión lo recogería en el mostrador de la aerolínea, y también me recomendó estar por lo menos con dos horas de anticipación, por cualquier cosa.

Los dos días que faltaban se me hicieron larguísimos, pero por fin llegó el viernes. El Rojo pasó por mi poco después de las 2 de la tarde, me despedí a toda prisa de mis padres y nos fuimos.

-Emocionado? – me preguntó el Rojo.
-Sí, un poquito, y tal vez algo asustado también…
-Pero porqué?
-No sé, es una sensación rara que tengo, no sabría explicarte.
-No será ansiedad y ya?
-Tal vez, pero casi me estoy sintiendo como el día que me vendaste los ojos y me llevaste ‘la casa’.
-Eso fue solamente para darle un efecto más teatral jeje, pero esta vez es diferente, sabes a dónde y con quién vas a llegar.
-Pues tanto como saber saber pues no eh.
-Mira, yo conozco a Tony de hace un buen tiempo, es una excelente persona, es muy atento, muy amable, y un excelente anfitrión, te aseguro que te la vas a pasar muy bien en su compañía.
-No lo dudo, pero y que tal que es él quien no se la pasa bien conmigo?
-Por qué piensas eso?
-Es que yo soy nuevo en esto, no tengo mucho que contar, que tal que se aburre?
-Te garantizo que los dos se la van a pasar muy bien, ya verás.

Llegamos al aeropuerto con buen tiempo, pasé al mostrador a recoger mi boleto y por suerte no hubo ningún problema. Dado que solo llevaba mi mochila de acampar y un portatrajes que me había prestado el Rojo, no tuve que documentar nada, eso sí, a la hora de pasar los rayos X fue un fastidio porque un frasco de perfume que llevaba en la mochila le pareció sospechoso al guardia y hube de sacar todo lo que llevaba. Y no es que sea inusual ver que alguien lleva camisas y corbatas en la maleta, el problema es que yo llevaba por lo menos veinte, mas algunos tirantes, pañuelos, mancuernillas, y en fin, muchas cosas que me había tomado mi tiempo empacar con cuidado para que no llegaran arrugadas, ni maltratadas, y al final tuve que meterlas de nuevo en la mochila a toda prisa porque ‘se está haciendo larga la fila joven!’
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Ya en la sala de abordar caí en cuenta que no había traído nada para leer, busqué algo en una librería, pero no vi nada que me llamara la atención entre las revistas de chismes, de deportes, de cine, de decoración, etc, etc. Se me hizo curioso ver una revista GQ en el stand, recordaba que alguien del grupo me había platicado que en sus tiempos ésa sí que era una buena revista, dedicada enteramente a los caballeros y al buen vestir, incluso la llegaba a esconder debajo del colchón y que fue un momento infinitamente mas incómodo que si hubiera sido una 'Playboy' cuando su madre la encontró; se quejaba amargamente de que en los últimos años había perdido por completo el rumbo, se había convertido en una versión unisex del Vogue e incluso las portadas eran ahora casi exclusivamente de mujeres, así que adiós a los trajes y a las corbatas.

En estos pensamientos estaba cuando se me ocurrió una idea. Todavía faltaba un buen rato para abordar, y yo traía mi equipaje completo conmigo al no haber documentado nada. Me fui a los sanitarios, y rápidamente me cambié. Llevaba listo un traje azul marino de tres piezas y raya diplomática mas una camisa azul de un tono celeste muy bajito. De la mochila saqué mis zapatos negros de vestir, unos calcetines azul oscuro y una corbata con un patrón muy pequeño, tipo hexagonal en azul marino y blanco que me até en un medio Windsor. Para cuando salí me sentía otro, como siempre que me ponía traje, pero esta vez la sensación era de mayor euforia porque estaba en público, y porque sabía que por los próximos dos días, no tendría que inventar excusas de que iba a una boda, o a una graduación, o que tenía una exposición en la escuela.

Noté las miradas de dos o tres personas mientras esperaba a que llamaran para el abordaje, y admito que me sentí halagado, y es que no me veía nada mal tampoco, poco a poco estaba empezando a mostrar un poquito más de autoconfianza con los trajes, eso de enderezar la espalda y mantener la cabeza en alto realmente ayuda a tener un buen porte.

Cuando vi que los empleados de la aerolínea comenzaron a moverse y a hablar por el radio, me acerqué discretamente hacia la puerta, y cuando finalmente llamaron al abordaje, yo era el primero de la fila.

Le envié un mensaje de texto a Tony para decirle que ya estaba en el avión y que en aproximadamente dos horas estaría por allá, aunque no sabía a qué sala llegaría. Me contestó enseguida y me dijo que tenía una idea de dónde recogerme, pues él había tomado ese mismo vuelo la semana anterior.

Fue un vuelo tranquilo, poco menos de dos horas, y por suerte me tocó viajar solo así que pude extenderme un poquito más y no hubo necesidad de llevar mi saco hecho bolita sobre mis piernas.

Casi a punto de llegar a la Capital pude ver por la ventanilla del avión que estaba lloviendo fuerte, y ya estaba temiendo que hubiera sido un error haberme cambiado en el último minuto. El avión aterrizó sin problemas, y en apenas unos minutos nos permitieron descender. Yo le mandé un mensaje a Tony en cuanto mi teléfono volvió a tener señal, me dijo que ya iba en camino, pero que estaba unos minutos retrasado, y que para colmo la batería de su teléfono estaba prácticamente agotada, y me pedía que solo le mandara mensajes de texto a fin de que durara un poquito más.

Puesto que no había documentado equipaje, no tuve que esperar en lo absoluto, salí hasta el área donde estaban los taxis y volteé a todos lados para ver si veía a Tony por ahí. Esperé más o menos diez minutos antes de volver a mandarle un mensaje.

-Ya estoy aquí afuera donde los taxis, y tú?
A los pocos segundos me llegó la respuesta:
-Justo voy llegando, en qué terminal estás?
Contesté:
-Creo que es la terminal 1, la puerta A.
-Ok, ya me pasé, pero el taxi no se va a poder regresar, podrías caminar hasta la puerta C?
-Ok, voy para allá.

La terminal 1 era enorme, así que me tomó unos minutos llegar hasta donde me había dicho Tony, claro, tampoco ayudó que yo iba bobeando constantemente viendo a la enorme cantidad de hombres trajeados que deambulaban por allí; fuera de una boda, jamás había visto a tantos en el mismo lugar.

De pronto escuché como alguien gritaba ni nombre, y era Tony; me venía siguiendo desde hacía varios metros y yo ni siquiera lo había visto por estar contemplando a los trajeados. 

Tony iba muy guapo y elegante, con un traje negro de dos piezas, una camisa hermosísima, blanca y de cuadros finos color negro, remataba con una corbata de seda negra con unos puntos blancos.

Nos dimos un abrazo y me dice:

-Vamos, el taxi ya nos está esperando afuera.

Subimos a la segunda planta de la terminal para llegar a un puente peatonal que conectaba directamente con un hotel del otro lado de la avenida. Caminamos en silencio al principio porque no sabía muy bien cómo romper el hielo, así que lo más lógico era hablar del clima, eso nunca falla, que si la lluvia, que si el frío, etc. En eso estábamos cuando una monja se nos acercó y nos preguntó dónde podía tomar el tren para la siguiente terminal, a pesar de que Tony viajaba bastante seguido, no le supo decir cuál era el camino, aunque por suerte para ella, un guardia de seguridad la escuchó y se ofreció a acompañarla. Después de esto, ya nos sentimos más en confianza, Tony me puso una mano en la espalda y me dijo:

-Te ves muy bien, creo que no pudiste haber empezado este viaje mejor vestido!
-Tú también vas muy elegante, y tienes mejor porte amigo.
-Que va! Este traje es el que menos me gusta, de hecho creo que ésta será la última vez que me lo ponga.
-Pues a mí me parece que te ves increíble, y además, si no te gusta porqué te lo pones?
-Hoy cerrábamos la negociación con la empresa que estoy buscando un contrato, y hay que usar un traje oscuro para ocasiones como esta.
-Pues es una pena que no te guste, porque el traje te queda exageradamente bien, te da ese actitud que apenas alguien como nosotros puede percibir – no le quise decir que desde el primer momento en que lo vi en el aeropuerto ya me urgía abrazarlo, meter las manos por debajo de su saco, olerlo, lamer su cuello, besar el nudo de su corbata, etc.
-Muchas gracias amigo- me dijo y sonrió.

Llegamos hasta el otro lado de la calle pero ni señas del taxista, seguimos caminando casi otra cuadra pero nada. Como la lluvia comenzaba a caer nuevamente, entramos por la parte de atrás del lobby del hotel del aeropuerto, cruzamos el vestíbulo y salimos a la avenida principal.

-No te muevas de aquí, voy a buscar al taxista.
-Oye, no crees que se habrá ido?
-Pues peor para él, aún no le he pagado el primer viaje!
-Ah, a poco se fían de la palabra de uno?
-Jeje, no, para nada, lo que pasa es que ya lo conozco, me ha estado llevando y trayendo esta semana que he estado aquí.

Tony se fue a buscar al taxista y yo me quedé esperando. Me encantaba estar de traje en una situación tan ‘normal’; hasta ese entonces solamente los había usado por cuestiones que ya he mencionado antes, siempre por alguna ocasión especial. En cambio ahí nadie me conocía, nadie haría preguntas, y a lo mucho me volteaban a ver porque no era común que alguien con traje de ejecutivo vaya por ahí cargando una mochila gigante de esas de campamento.

Después de unos minutos pude ver que Tony me hacía señas desde dentro de un taxi que se paró frente a mí. El taxista descendió y guardó mi mochila en el maletero del coche. Una vez arriba, Tony le dijo al taxista que nos llevara al hotel.

Me llamó muchísimo la atención ver que el taxista iba muy presentable (tuve tiempo de escanearlo cuando se bajó a guardar mi maleta), pantalones de vestir, zapatos negros de cordón, camisa de vestir azul y corbata, no era un uniforme, eso se notaba; es probable que la compañía de taxis les hubiera dado un código de vestimenta, pero no parecía molestarle en lo absoluto, y pues a mí tampoco.

Llegamos al hotel en poco menos de media hora, y por suerte ya no estaba lloviendo. Tony se encargó de hacer el check in, y cuando íbamos subiendo, caí en cuenta que él no traía equipaje.

-Y tus maletas?
-Están en el otro hotel
-Ah, me quedaré yo únicamente?
-No, lo que pasa es que me fui a recogerte al aeropuerto directamente de la oficina, y mi salida de allá es hasta mañana, y pasaré temprano a recoger mi equipaje.

En eso estábamos cuando llegamos a la habitación que nos asignaron. La sorpresa fue que la habitación estaba sucia.
-Creo que nos dieron una habitación vacía-sucia, o al menos así he escuchado que les dice Leonardo.
-Leonardo…Leonardo? Se me escapa su cara - le dije
-Es el alto, de cabello negro y corto, con cara de muñequito de pastel.
-Ahhh ya lo recuerdo, trabaja en hotelería verdad?
-Así es. Bien, pues de regreso a que nos cambien de habitación.

Regresamos a la recepción y rápidamente nos dieron una habitación nueva.

-Hay un detalle – me dijo Tony
-Cual?
-Que ya no les quedan habitaciones dobles y nos dieron una con solo una cama.
-Uy, que problemón!
-No te preocupes, ponemos una almohada en el medio y pacto de caballeros – me dijo riendo.

La habitación se veía cómoda, y tenía muy buena vista, pues estábamos en un décimo piso. De inmediato me puse a desempacar, sin saber muy bien como dar el siguiente paso, porque al menos yo, estaba más que deseoso de echármele encima. Aproveché para mostrarle las corbatas que había traído, y a él le parecieron muy bonitas y elegantes, mas que adecuadas para lo que tenía planeado en esos dos días.

Tony se había quitado el saco y se distraía cambiando los canales de la televisión sentado al borde de la cama, y yo como no queriendo la cosa comencé a darle un masaje en los hombros. Él solo sonreía mientras yo me acercaba a su cuello y aspiraba su olor, usaba un perfume tan rico que por un instante me hizo olvidar lo que pensaba hacer. Lo abracé fuertemente y nos tumbamos en la cama, yo acariciaba su espalda y hundía mi nariz en su cuello, sintiendo los mis labios el nudo de su corbata, el cuello de su camina, y perdiéndome en la experiencia más que nada. Me dio un poco de pena pero tenía que hacerlo, puse mi mano directamente sobre su pene y pude sentir como se iba poniendo duro. Seguí frotándoselo mientras nos dábamos unos besos tímidos. Así estuvimos por un rato y cuando parecía que las cosas iban a subir de temperatura, Tony se apartó y me dijo:

-Ven, vamos a caminar afuera para que conozcas, ya de regreso tenemos toda la noche para hacer lo que tú quieras - me dijo con una sonrisa.

Lo cierto es que yo también tenía algo de hambre, y aunque me moría de ganas por seguir con lo que ya habíamos empezado, le di la razón, sirve y la tensión crecía aún mas en lo que dábamos una vuelta.

Yo solamente había estado de paso en la Capital, transbordando de un avión a otro, y no conocía absolutamente nada.

Tony había elegido un hotel muy céntrico para que nos hospedáramos, cerca de absolutamente todo.

Apenas caminamos un par de calles y ya estábamos en el centro histórico de la ciudad, donde había un sinfín de edificios y monumentos que yo solo había visto en mis libros de texto de la escuela, y la verdad es que en vivo resultaban mucho más imponentes. Había una cantidad enorme de gente en las calles y eso que ya eran casi las 10 de la noche, la razón es que era viernes y todos aprovechaban para salir y desvelarse. Me fascinaba el hecho de que para donde volteara a ver, había hombres vestidos de traje y corbata, amén de un sinfín de boutiques y tienditas donde en los escaparates se veían trajes, camisas y corbatas al por mayor. Para mí fue una experiencia similar a la que muy probablemente debía sentir un turista 'normal' cuando caminaba en la calle de las sex shops en el distrito rojo de Ámsterdam; y es que así es como lo veía yo, una sucesión de sex shops, cada una mas kinky que la anterior.

Entramos a un edificio muy bonito, cubierto de azulejos, famoso por unas enchiladas que servían. Nos encontraron mesa de inmediato y en lo que nos traían la cena comenzamos a platicar.

-Tony, cuéntame de ti.
-Y cómo qué te gustaría saber?
-Pues por ejemplo, cómo fue que te convertiste en un fetichista?
-Ah bueno, sí que hay una historia detrás de todo eso eh. Pues todo se remonta a cuando yo era niño y…