domingo, 13 de marzo de 2016

Ep. 45 - Evento privado

Al paso de unos días, Mateo fue a buscarme a casa muy temprano, me dijo que habría otro ‘evento privado’ esa misma tarde y me preguntó si estaba interesado, yo por supuesto, le dije que sí de inmediato. Me fui preparado y me encontré con él al salir de la universidad.
Esta vez fue un auto el que pasó a recogernos, a diferencia de la ocasión anterior, solo íbamos el chofer, Mateo y yo. Llegamos nuevamente a la enorme casa y entramos por la cocina. Yo esperaba ver a un ejército de jovencitos preparándose para el ‘evento’ y por lo menos a la misma cantidad de cocineros y meseros de la vez anterior, pero no, solo éramos un solitario cocinero y nosotros dos. Mateo me llevó directo a los vestidores donde ya nos estaban esperando un par de fracs que utilizaríamos de uniforme.
Nos dimos una ducha rápida y nos alistamos enseguida. En la cocina el chef ya tenía preparadas algunas bandejas con bocadillos, nos volteó a ver y nos dió una sonrisa de aprobación, como lo mencioné antes, no nos veíamos nada mal vestidos de etiqueta, aunque solo fuera para servir de camareros. Mateo y yo nos dimos a la tarea de surtir el bar del saloncito y preparar la mesa para la cena. Los invitados comenzarían a llegar en apenas media hora, pero nos las arreglamos para tener todo listo.
El anfitrión, Don Giuliano bajó puntual a las 8 de la noche, pidió un whisky y se puso a conversar con Mateo en algún dialecto raro (después me dijo que estaban hablando en siciliano), era obvio que él también era del mismo terruño. Yo medio entendía alguna que otra palabra, pero en general no me enteré de lo que estaban conversando.
Los primeros coches llegaron a las 8:15 y los invitados llegaron uno tras otro, aunque en esta ocasión solo fueron otros 3 caballeros, entre ellos el Sr. Gibrán.



Se sentaron a conversar en los sofás del saloncito mientras se bebían un coctel. Poco antes de las 9 un mayordomo salido de la nada nos indicó que pasáramos a la cocina para ir llevando la cena al salón comedor. A las 9 en punto, entraron Don Giuliano, sus tres invitados y se sentaron a la mesa. Comenzamos a servirles los platos mientras seguían en su plática de negocios. De cuando en cuando el mayordomo les rellenaba las copas de vino, y cada que Don Giuliano terminaba su platillo, los demás dejaban de comer y nosotros hacíamos el cambio de tiempos. Al estar escuchando la plática, me enteré de los nombres de los otros dos, el Sr. Valastro y el Sr. Balbi.
Después de haber recogido los platos del postre, Don Giuliano le indicó al mayordomo que se quedarían a la mesa y pidió que les trajeran whisky y puros para seguir con la velada.
Mateo se apresuró a traer vasos, hielo y el whisky mientras yo les repartía los puros y se los encendía. Nos quedamos en un rincón, al pendiente de lo que se les pudiera ofrecer. Pasados algunos minutos, Don Giuliano le hizo señas a Mateo para que se acercara. Creo que ya lo habían acordado antes o ya lo había hecho con anterioridad, porque sin mediar palabra, Mateo se puso de rodillas y comenzó a hacerle una mamada a Don Giuliano. Los otros 3 caballeros seguían conversando con él como si nada, la charla fluía y Mateo parecía disfrutar de la tarea que tenía encomendada, pues Don Giuliano tenía un miembro razonablemente largo y muy regordete. Escuché que le dijo algo en su dialecto a otro de los invitados, el caballero respondió afirmativamente.
-Eh tú, muchacho, ven, acércate.
-Sí señor?
-Mi invitado desea que le hagas una mamada.
-Perdón?
-Que te hinques y le hagas una mamada.
El Sr. Valastro no era nada feo, un caballero de unos 40 años, bronceado, de cabello y ojos negros, ceja poblada, peinado relamido hacia atrás, nariz levemente aguileña pero de facciones agradables, con una barriga leve.
No me hice del rogar, me puse de rodillas y le abrí la bragueta para encontrarme con un miembro grande y bien formado. Apenas estaba semierecto, pero fue cuestión de darle dos o tres lamidas y cobró vida.
Ahí estábamos Mateo y yo, lado a lado mientras le hacíamos sendas mamadas a los invitados. El Sr. Gibrán y el otro caballero de vez en cuando volteaban y se tocaban el paquete, como si también lo estuvieran deseando pero no quisieran tener la descortesía de interrumpir el disfrute de los otros dos.
La conversación subió de tono muy rápido, el Sr. Balbi, un hombretón de cabello y barba rojiza, de ojos también muy negros, bastante ancho de espaldas y buena estatura se levantó de su silla y comenzó a besarse con Don Giuliano. Yo de reojo podía ver que el Sr. Gibrán solo se sonreía mientras veía la acción, pero no se involucraba activamente, solo se puso de pie y le acariciaba la espalda a los demás mientras me decía cosas como -Sí, disfrútalo, goza de esa verga muchacho, es toda para ti.
Pasaron unos minutos y Don Giuliano me dijo que me detuviera, creo que ya estaba cerca de venirse, así que me levanté y aproveché para ajustarme la pajarita y la chaqueta del frac. De pronto sentí la respiración de alguien en la nuca, era el Sr. Balbi, quien me abrazaba desde atrás al tiempo que me desabrochaba los pantalones. Sin decir más, me tomó en su brazos y me levantó en vilo, colocándome boca arriba sobre una esquina de la mesa. Entre él y el Sr. Gibrán me terminaron de quitar los pantalones, tarea que no era sencilla considerando que llevaba tirantes, pero al final terminé sobre esa mesa, con los tobillos al aire y el culo expuesto y vulnerable. Don Giuliano se acercó, se escupió en la mano y comenzó a lubricar mi agujero, con dedos hábiles y decididos. Yo estaba bastante excitado de por sí, así que no tardé en ceder lugar a esos dedos, pronto no me cabían uno sino tres. Todos los demás, incluído Mateo, se alternaban para besarme o meterme el pene en la boca. Yo cerré los ojos y disfrutaba tratando de adivinar cuál de ellos era el que me estaba besando, o de quién era el pene que estaba saboreando mientras Don Giuliano seguía haciendo lo suyo, lenta y cuidadosamente.
En el momento menos esperado, sentí que me jalaban a la orilla de la mesa y la inconfundible sensación de ser penetrado. Los dedos solo te preparan para lo que viene, pero un pene siempre es más largo y más grueso, y Don Giuliano no estaba siendo precisamente gentil, me follaba rápido y fuerte. Yo trataba de distraerme de esa sensación masturbándome y succionado con más fuerza el pene que tenía en la boca, pero la verdad es que me estaba doliendo al punto de ser incómodo. Traté de decirle que tuviera más cuidado y me ignoró, siguió dándome de empellones. Traté de empujarlo e incorporarme pero los demás invitados me sujetaron de los brazos con fuerza, obligándome a permanecer de espaldas en la mesa, sin que Don Giuliano se detuviera o aminorara el ritmo con que me estaba follando.
Yo estaba genuinamente asustado y deseaba que se detuviera, pero todos mis ruegos continuaron siendo ignorados.
-Por favor Don Giuliano! Me está doliendo! Deténgase!
-’Stai zitto putana schifosa!- me contestó presa de un total frenesí
Yo gritaba del dolor, y genuinamente estaba tratando de zafarme, pero entre los demás me tenían completamente dominado. Me besaban y me decían cosas al oído como:
-No te resistas o te va a doler más!
-Déjate ir, gózalo!
-Lo estás disfrutando, no finjas!
Esto  continuó por no sé cuanto tiempo, pero los minutos se me hicieron eternos. Finalmente Don Giuliano comenzó a gemir más y más fuerte y sentí como eyaculaba dentro de mi. Fue una sensación de alivio cuando finalmente me dejó.
El problema es que no tuve ni un minuto de tregua, porque apenas se retiró Don Giuliano, el pelirrojo Sr. Balbi se abrió camino, sin pedir permiso ni nada, comenzó a follarme también. Su pene era un poco más estrecho que el de Don Giuliano, por lo cual no me dolía tanto, sin embargo sí era más largo, y sentí que llegaba mucho más profundo y comenzaba a estimularme un poco más. Me follaba igual de rápido y fuerte, pero la sensación no era tan dolorosa ya. El Sr. Gibrán y Mateo, quienes me sostenían de los brazos, no habían aflojado ni un poquito todavía, el Sr. Valastro se ocupaba de mi boca, ya fuera dándome besos apasionados o metiéndome el pene a la fuerza en la boca y casi me ahogaba.
Para cuando el Sr. Balbi comenzó a gemir más fuerte, seña inequívoca de que estaba por eyacular, el Sr. Valastro comenzó a masturbarse y al tiempo que uno eyaculaba dentro de mí, el otro lo hacía sobre mi ropa. Pude levantar la cabeza para ver y sentir como los trallazos de semen caían sobre mi pecho y cuello. No sé si sería algo común entre ellos el sincronizarse para eyacular, pero se dieron de palmadas en la espalda y se besaron apasionadamente. Fueron a sentarse junto a Don Giuliano, y le dijeron a Mateo:
-Fóllatelo tú ahora, sé creativo.
Yo estaba agotado, y a pesar de que me sentía genuinamente violado, estaba más caliente que nunca.
Mateo y yo habíamos follado varias veces ya y nos habíamos agarrado el punto, él sabía qué me gustaba y yo sabía que cosas le daban placer.
Comenzó metiéndome el pene a la boca para que le hiciera una mamada mientras yo comenzaba a masturbarme. Me acaricié el torso para sentir las solapas del frac, el chaleco y la camisa almidonada, me excitó sobremanera sentir el semen del Sr. Valastro todavía sobre mi ropa, sobre mi cuello, comencé a esparcirlo sobre las diferentes prendas y lamentándome por dentro de que no podría quedarme con ese frac para futuras sesiones.
Cuando el pene de Mateo estuvo bien duro, se subió a la mesa conmigo, me separó las piernas y me lo metió de un empujón. No me dolió para nada, a esas alturas yo ya me encontraba completamente dilatado, y a pesar de que Mateo tenía un pene de buen tamaño, solo sentí placer desde el primer momento. Comenzó a darme duro y rápido como los dos anteriores, a veces se acercaba a mi y me besaba con pasión, sentía su lengua entrando y saliendo de mi boca y yo me dejaba hacer. Me cambió de postura, y me puso en 4 patas, hizo a un lado las colas del frac y me penetró nuevamente. Comenzó a hacer un juego que me gustaba mucho, me lo metía hasta el fondo y luego me lo sacaba por completo, para volvérmelo a meter. Alternaba la velocidad con que lo hacía, así que no no estaba seguro de en qué momento me iba a volver a entrar, a veces las penetraciones eran muy rápidas, y en otras se tomaba su tiempo para hacerlo, al punto de que yo le decía -ya métemelo por favor!
Don Giuliano y sus invitados nos observaban desde sus sillas, ocasionalmente le decían a Mateo que variara la velocidad, o que me cambiara de postura, cosa que él hacía para complacerlos. Finalmente, me puso boca arriba y comenzó a masturbarse, y sentí sus chorros de semen caliente cayendo sobre mi cara y cuello al tiempo que exhalaba con satisfacción.
-Creo que solo falto yo - dijo el Sr. Gibrán y se acercó a mi.
Me hizo bajar de la mesa y arrodillarme, me metió su pene cabezón a la boca y no tardó en estar duro y dispuesto. Sentía como cada empellón me llegaba hasta la garganta y eso me excitaba todavía más.
Me indicó que le desabrochara y le bajara los pantalones, cosa que hice, dejando al descubierto sus calcetines transparentes con ligas, comencé a acariciarle las piernas, mis lo manos recorrían de arriba a abajo y escuchaba como su respiración aumentaba de ritmo.
Se sentó y me atrajo hacia él. Yo sabía lo que quería, así que tomé su pene, lo acomodé justo para que me entrara y me senté lentamente, sintiendo como su carne me iba entrando centímetro a centímetro. Comencé a darle velocidad y yo también comencé a disfrutar plenamente de la situación. Escuchaba como Don Giuliano volvía a la carga y se besaba ruidosamente con el Sr. Balbi y el Sr. Valastro.
El Sr. Gibrán me acariciaba las solapas del frac, me tomaba de los hombros y me sujetaba para tener más control y penetrarme más rápido, y yo solo gemía de placer y lujuria.
Duramos así un buen rato, hasta que me dijo que quería cambiar de postura. Me volvió a poner en 4 patas, pero esta vez volteando hacia los otros invitados.
Ha sido una de las escenas que mejor se me han quedado grabadas en la mente. Recuerdo perfectamente los sonidos, el olor a semen, la sensación de los besos y de las vergas que entraron y salieron de mi boca esa noche, y sobre todo, la elegancia con la que todos estábamos vestidos.
El Sr. Gibrán no pudo resistir mucho más, y comenzó a exhalar y a gemir muy alto, antes de recargarse sobre mi espalda y abandonarse al placer que sentía.
Cuando su pene se puso flácido, salió solito de mi culo, junto con una gran cantidad de semen. Esto terminó de animar al público que nos observaba, quienes se levantaron de sus sillas y comenzaron a masturbarse frente a mi, para ir eyaculando uno a uno y cubrirme la cara por completo con semen. Yo ya no podía más, me recosté en el piso y me vine casi al instante. Fue la culminación perfecta para una noche bastante inusual.
En el sentido estricto de la palabra, yo había sido violado, pero comenzaba a dudar si en verdad lo habría sido considerando que lo había disfrutado enormemente. Decidí ignorar todas estas cuestiones y me convencí a mi mismo de que simplemente lo había hecho por trabajo.
Los invitados agradecieron a Don Giuliano por la velada y se despidieron. Mateo me ayudó a arreglarme la ropa para regresar a los vestidores, aunque era evidente que cualquier persona que trabajara en esa casa estaba al tanto de lo que ocurría allí cuando el patrón tenía invitados a cenar.
Nos dimos una ducha rápida, pues nos habían dicho que un coche nos llevaría a casa dentro de 20 minutos.
El mayordomo nos entregó un sobre con la paga por nuestros servicios, muy generosa debo decir, era suficiente para cubrir mis gastos por un mes, o para gastarla en algún capricho que tuviera, tal vez un traje hecho a medida? Un frac propio con todo y sus accesorios? Un viaje? Igual no tenía que decidirlo de inmediato, pero supe que a la próxima que Mateo me dijera que había algún evento especial, acudiría sin dudarlo.