Solo estuvimos en ‘El Nuevo Mundo’ un rato mas, viendo las
corbatas de una por una, y vaya que tenían surtido; había algunas que no me
hubiera molestado ponerme, pero no había una sola que me provocara ese
sentimiento impetuoso de comprarla y ‘poseerla’.
-Ok, suficientes distracciones, vamos a la tiendita que te
dije desde la mañana.
Tony me puso un brazo en la espalda y salimos de allí.
Caminamos cerca de dos cuadras antes de dar vuelta a la derecha y seguimos
andando poco más de una cuadra, llegamos a un local, una camisería con el
nombre de un héroe sudamericano particularmente popular en Venezuela.
En el aparador había decenas y decenas de diferentes tipos y
colores de camisas, para todos los gustos. Me sentí nuevamente como niño en
dulcería, no terminaba de contemplar una camisa que se veía riquísima cuando
otra capturaba mi atención en otro lado del aparador. Casi de inmediato, un
muchacho joven, yo creo que no tendría ni 20 años, salió a preguntarnos si se
nos ofrecía algo. De entrada me decepcionó un poco, estaba bien que fuera
sábado, pero me parecía completamente inaceptable que anduviera de jeans,
camiseta desfajada y zapatillas deportivas. Le señalé una camisa azul de cuello
y puños blancos, de mancuernillas, que de solo verla me provocaba una erección.
-Tendrás esa camisa en ‘regular fit’?
-Lo siento, no. Todo lo que está en este lado del aparador es
‘slim fit’.
Sería exagerado decir que el corazón se me cayó a los pies,
pero por dentro dije –Scheiße!-
El muchacho me señaló otros modelos de camisas parecidas,
pero ninguna era exactamente como yo la quería, algunas eran de cuello regular
con las puntas un poco mas juntas, otras eran de puño normal, algunas mas eran
de una tela que traía textura (y yo no soy fan de las texturas), en algunas
otras el cuello traía una costura por dentro, en fin, ninguna era lo que yo
traía en mente, y ustedes comprenderán que algunas cosas o las amas o las odias
instantáneamente. En este caso y desafortunadamente, ninguna de las camisas
blancas que vi era la que yo quería.
El joven vendedor no se notaba muy
colmilludo porque no me ofreció opciones, no insistió mucho, después
de un par de preguntas más, nos dejó.
-Quieres ir a ver a otro lado a ver si encuentras tu camisa?-
me preguntó Tony.
-La verdad sí, hay muchas que me gustan aquí, pero quiero una
camisa así como esa, en ‘regular fit’.
-Pero porqué no te la pruebas?
-Es que no me gusta el corte ‘slim fit’, se me haría incómodo traer algo tan ajustado, se me figura que es
como para gente que tiene un mejor cuerpo que mostrar.
-No creo que debieras preocuparte por eso.
-Ni modo, así soy yo, qué quieres que te diga? O ya te
cansaste y no quieres seguir caminando?
-Claro que no, vamos, conozco dos que tres lugares donde ir a
buscar.
Seguimos caminando por esa calle, donde había varias
boutiques mas con camisas exhibiéndose tentadoramente en los aparadores,
entramos a todas y cada una de ellas, pero en ninguna encontramos lo que yo
buscaba. Finalmente llegamos de regreso hasta una avenida principal, cientos de
personas en cada lado de la calle esperaban el cambio de semáforo para poder
cruzar. Apenas se puso el ‘Siga’, ríos de gente se precipitaron a la calle en ambos sentidos.
Pasamos por muchas tiendas más, y de nuevo, en ninguna había lo que yo quería.
Ya casi comenzaba a parecer una maldición e incluso me temí que esa camisa que
yo quería simplemente no existía tal y como yo la deseaba. De pronto reparé en
una tienda donde vendían sombreros, se me hizo curioso y pasamos a ver. Tenían
principalmente ropa vaquera, algo que no me imaginaba encontrar en la capital,
pues aquí en este país, ese estilo es más popular en el norte. A Tony le llamó
la atención un sombrero de pelo de castor y entramos a preguntar cuánto
costaba. Ya dentro pudimos ver que tenían en exhibición tirantes, gemelos,
pisacorbatas, camisas de vestir y corbatas. Nuevamente pregunté por una camisa
azul de cuello y puños blancos, en ‘regular fit’, y me dijeron que iban a
buscar en la bodega. En lo que esperábamos, pedí que me mostraran algunos de
los pisacorbatas y gemelos. Había unos muy bonitos, clásicos; otros un tanto
extravagantes para mi gusto con detalles en piedras de joyería y otros mas de 'novedad' con forma de extintores, corcholatas, ositos, hasta unos de Homero Simpson!
El vendedor llegó con tres cajas de camisas, una azul de
cuello blanco pero puños normales, otra de cuello y puños blancos, pero traía
unas líneas de color azul marino que simulaban puntadas en el cuello y los
puños, la última era también de cuello y puños blancos pero no era de doble
puño. De nuevo me sentí desanimado, y creo que el vendedor también cuando le
dije que ninguna de las camisas era lo que buscaba, aunque su expresión cambió
cuando le dije –Pero me llevaré estos tres pares de gemelos y ese pisacorbatas.
Regresamos de nuevo a la calle, y me encantaba el hecho de
que no se podía avanzar más de 10 metros sin que nos encontráramos con otra tienda
de ropa para caballero. No sé si Tony estaba muy acostumbrado a caminar, pero
yo sentía que flotaba a pesar de que llevábamos andando cerca de dos horas
ininterrumpidas. De pronto Tony me jala del brazo y me dice:
-Ven, entremos aquí.
La tienda era un poco más grande que las otras que ya
habíamos visitado, y aparte de ropa para caballero también vendían ropa de
vestir para niño. Tony se acercó a hablar con uno de los dependientes, y yo me
acerqué al lado donde estaban los trajes de primera comunión, y las camisas de
vestir para niño. El olor me transportó instantáneamente a mi infancia, una de
las veces que mi madre me había llevado a una tienda para buscarme un atuendo
para la fiesta de navidad de la escuela. Yo por supuesto, renegando y
pataleando que no quería vestirme así, pero por dentro fantaseando con la idea
de quedarme encerrado allí durante la noche para así poder probarme todas las
camisas que quisiera.
Una palmada en el hombro me sacó de mi ensoñación, era Tony
quien me acercó un pantalón de lana pura, en color gris.
-Y esto?
-Tú dame gusto y pruébatelo – me dijo.
Entré al probador y aunque la etiqueta decía que era de mi
talla, lo sentía un poco ajustado.
-Ya? – me dijo Tony del otro lado de la puerta
-Sí, qué te parece? – le dije después de abrir.
-Me EN-CAN-TA! – dijo con una sonrisa.
El pantalón estaba muy bonito, aunque sin duda yo nunca había pensado en comprar uno de ese estilo hasta ese momento, pero antes de que me
diera cuenta, Tony ya había pagado por él. Al salir de allí, a los pocos metros
nos encontramos en una zapatería.
-De qué número calzas?
- 29.5, por?
-Traigo algo en mente.
Tony se acercó a la dependienta de la zapatería y le señaló
unos botines de color tinto que estaban en el aparador. Entramos y nos
sentamos, a los pocos minutos llegó la dependienta con una caja de zapatos.
-Son para usted? Porque el número me parece un poco grande
-No, son para él – le dijo Tony señalándome.
Me los probé y eran sorprendentemente cómodos, con todo y que
tenían un pequeño tacón, me hizo recordar algunas fotos de mi padre y sus
amigos cuando tenían mi edad y se estilaban ese tipo de zapatos, quizá ya iba
entendiendo por dónde iba el interés de Tony.
Nuevamente Tony pagó por todo y eso a mí ya me estaba dando
un poco de pena, cierto es que yo no llevaba una gran cantidad de dinero
encima, pero quise corresponderle y le dije:
-Oye, quisieras acompañarme de nuevo a la camisería que
visitamos al principio?
-Te quieres probar la camisa ‘slim fit’?
-No, más bien vi una que me encantó para ti y quisiera
regalártela.
-Cómo crees? No es necesario!
-Por favor, déjame hacerlo, creo que te gustará a ti también.
-Si insistes, vamos pues.
Yo no tenía ni idea de donde estaba, andaba ‘norteado’, pero
Tony conocía el lugar bastante bien, así que fue cuestión de caminar un par de
cuadras y nuevamente estábamos frente a la camisería.
-Y a ver, dime, cuál te gustó para mí?
-Esa- dije señalando una camisa en un color azul pastel, de
rayas blancas – Creo que te quedaría muy bien, no se me
ocurre con qué traje o con cual corbata, pero la camisa me parece simplemente
hermosa y quisiera vértela puesta.
-Está muy bonita, y créeme que hay muchísimas opciones para
combinarla.
Entramos a la camisería, y esta vez nos atendió un señor que
ya pasaba de los 40 años, aunque cosa extraña, usaba una camisa de vestir, pero
de florecitas. Vaya que me estaban llegando flashbacks de los años 70 esa
tarde.
A pesar del aparente desorden que imperaba dentro de la
tienda, de inmediato encontró la camisa entre los cientos de
cajas que estaban en estantes por encima del nivel de un techo regular.
-Mire, ésta camisa es de algodón 100%, el cuello es de tipo
italiano, como podrá ver las puntas son un poco más abiertas que una camisa
regular, es algo que está muy de moda en este momento. El corte es ‘slim fit’ y
a usted le va a quedar espectacular si se la pone con un traje oscuro.
-Me encanta, el color, el corte, la tela, me la llevo.
-Perfecto! Mire, la
tela es lo que hace la diferencia en una camisa, le garantizo que esta no se
encoge ni se deforma, porque ya ve que luego uno compra algo que le parece muy
‘trendy’ o ‘fashion’ solo para encontrar que después de la primera lavada el
color se va y la forma se pierde.
El hombre hablaba con tal seguridad que en ningún momento se
me ocurrió cuestionar o contradecirlo, sin duda conocía su oficio y sus
mercancías.
Conforme avanzó la plática, resultó que era el dueño del
local, y había estado trabajando ahí desde que era un niño, de ahí que los
empleados que tenía lo trataran de ‘Tú’.
-Cómo la ven con estos igualados? – nos dijo bromeando –
Aquél que está trepado en la escalera tiene 37 años trabajando aquí, mi papá lo
contrató desde que era jovencito, este otro señor que está tomándole medidas a ese otro cliente, lleva también
cerca de 30 años aquí, yo los conozco a los dos desde que era niño, prácticamente ya somos familia!
-Oiga, pues entonces ya tiene mucho con éste negocio?
-Uuuh joven, esta camisería se abrió en el año de 1898, ya
son muchas generaciones de la familia las que hemos trabajado aquí.
-En serio? No tenía idea de que tuvieran más de 100 años
funcionando!
-Pues así como lo oye, tenemos clientes que llevan décadas con nosotros, siempre regresan porque saben que aquí los tratamos bien y
siempre encuentran lo que necesitan y si no lo encuentran lo conseguimos.
-Pues eso es muy conveniente eh, yo no vivo aquí y a veces me
es muy complicado conseguir una camisa de tal o cual estilo.
-Faltaba más, nosotros hacemos envíos a todo el mundo – me
dijo dándome una tarjeta - no es por presumirle pero por ejemplo los
embajadores en Egipto y Argelia son clientes nuestros, y varias veces les hemos
hecho envíos, eso sí, hay que tener maña para enviar las cosas, por ejemplo,
las camisas las tenemos que mandar un poco sucias, porque de otro modo ‘se
pierden’ en la aduana.
-Ah caray, cómo así?
-Las revolcamos en el polvo de la calle, así sucias y
arrugadas no le interesan a nadie, pero no es nada que con una ida a la
tintorería no se resuelva, quedan como nuevas!
-Oiga, fíjese que llevo toda la tarde buscando una camisa de
cuello italiano, azul de cuello y puños dobles blancos, pero no he encontrado,
la más parecida que he visto es una que tiene ahí en el aparador, pero es ‘slim
fit’ y no me convence mucho ese estilo.
-Pero qué tiene de malo el ‘slim fit’?
-Pues no es para gente musculosa o atlética?
-Para nada, ‘slim fit’ solo significa que tiene dos pulgadas
menos de tela a los lados, las camisas de corte regular simplemente son más
amplias, pero la gran mayoría de la gente no necesita ese espacio extra, mire,
porqué no se la prueba? – me dijo mientras me tomaba la medida del cuello.
Inmediatamente rebuscó entre el montón de cajas que estaban sobre su cabeza y
la encontró.
La camisa se sentía RIQUÍSIMA al tocarla, pude sentir como
mis jugos fluían tan solo rozarla con los dedos, hasta las rodillas me
flaquearon.
-Pues sí, está muy bonita.
-Si gusta pase allá a la trastienda para que se la pruebe,
aunque hay gente que aquí mismo se las mide, pero no se qué tan penoso sea
usted – bromeó.
Efectivamente, un caballero de unos 40 años con un torso muy
velludo se encontraba midiéndose una camisa blanca de rayas color azul marino
muy bonita, sin importarle que la tienda estuviera llena. Yo le tomé la palabra
y me fui hasta atrás y me la probé. Se sentía mejor de lo que imaginaba. Sabía
que sin importar lo que costara, me la llevaría.
Cuando regresé, Tony y el dueño de la camisería seguían
conversando.
-Que tal le quedó? – me pregunta el dueño.
-Pues me gustó, me ajusta bien-
-Se lo dije, el ‘slim fit’ no tiene nada de malo, solo son
dos pulgadas menos de tela a los lados.
-Es que me quedé con una impresión distinta, veía a otras
personas a las que les quedaban las camisas exageradamente entalladas.
-Pero eso es porque usan una talla mas chica que la que les
corresponde, si usted se pone la talla que le queda, la camisa no tiene porqué
sentirse incómoda.
-Pues sí, tiene razón – le dije al tiempo en que doblaba la
camisa para volver a meterla en el empaque.
-Me permite? Yo sé que
usted seguramente aprendió en internet a doblarlas así, pero si gusta la puedo
volver a dejar como si jamás la hubiera sacado del empaque.
-Claro, tome, aunque en realidad fue mi hermano quien me
enseñó a doblar la ropa de ese modo, pero no es improbable que él haya aprendido
en internet – y le di la camisa.
Tal y como me dijo, la camisa quedó como si jamás la hubieran sacado de su
empaque, pero supongo que tras toda una vida trabajando en el mismo lugar, ya
lo podía hacer hasta con los ojos cerrados.
-Oiga, de casualidad tendrá corbatas de moño? – le pregunté
-Hmmm si, aunque justo ahora no tenemos mucha variedad, ya tengo un pedido
en camino, pero aún no me llega – me dijo mientras sacaba tres cajas del
mostrador, llenas con corbatas de moño.
Efectivamente, el surtido no era espectacular, y la verdad es
que fuera de un par de ellas, no me gustaron mucho. Elegí una de color rojo con
un patrón de rombos y cuadritos blancos y azules.
-Sabe como anudársela?
– me preguntó
-Tengo una idea, pero la verdad es que nunca he podido.
-Es muy sencillo, como atarse los cordones de los zapatos.
-Ah sí?
-Así es – me dijo mientras daba la vuelta al mostrador y se
colocaba detrás de mí. De inmediato comenzó a anudarme la corbata y en un dos
por tres había hecho un nudo perfecto – ya ve? Es muy sencillo, inténtelo
usted.
Yo traté de seguir los pasos, pero simplemente no me salía.
Me hizo repetir los pasos de uno por uno hasta que encontró mi error, a la hora
de pasar la vuelta sobre el moño, lo hacía del lado equivocado, por eso no se
formaba el nudo.
-Yo aprendí en una emergencia sabe?
-Y cómo fue eso? – le preguntó Tony quien observaba la escena
muy entretenido
-El día de mi graduación de la preparatoria, llevaba yo un
smoking (tuxedo), pero mi papá se olvidó de llevarme la corbata de moño a la
casa, yo tenía que pasar a recoger a algunos amigos antes de llegar a la
fiesta, y me dijo mi papá que llegara a la tienda y tomara uno. Me dijo que
estaban en tal cajón, pero cuando llegué no encontré nada, así que le llamé, y
le dije:
–Papá, no encuentro los moños, solo hay unos listones negros –
- Pues esos son animal! -
-Y ya me fue diciendo por teléfono como hacerle, fue
prueba y error hasta que le hallé el modo. Cuando me vio mi papá en la fiesta
me dijo –mírate! Pero si no eres tan wey (tonto)! , pero bueno, nunca se me ha
olvidado desde entonces. Y la verdad es que hasta hace poco que se pusieron de
moda, no eran para nada populares, era raro que alguien viniera buscando
corbatas de moño, pero no le miento, la navidad pasada vendimos como 15 cajas
como éstas. A cada uno de los clientes que tuve les expliqué paso
por paso como hacer los nudos, aquí sí nos tomamos la molestia y el cuidado de
no solo vender las cosas sino explicarle a los clientes cómo se llevan. Va
usted por ejemplo a otras tiendas como esta de la esquina de ‘Aldo Conti’, y ya
se los venden anudados y con un clip, o en el remoto caso de que lleguen a
tener de estas clásicas, no le van a saber decir cómo se anudan –Te doy el
instructivo impreso- le dicen, y eso no sirve para nada.
-Y a todo esto, cuánto cuestan?- le pregunté. Me dio un precio muy razonable, y eso que eran de seda.
-Mire, aquí es más barato porque yo los mando maquilar
directo a la fábrica, no hay necesidad de comprarle a grandes marcas para tener
calidad, el otro día llegó uno de mis sobrinos preguntándome si no tenía uno
parecido a uno de ‘Hugo Boss’ que se había comprado en una tienda
departamental. Le pregunté cuanto le había costado, y me dijo que alrededor de
100 dólares. No me aguanté y le dije –Ah pero como hay gente pendeja! El metro
de seda cuesta 80 dólares, y te salen 20 moños!-.
-Vaya, pues si es redituable entonces – le dije – por cierto,
me llevo éste de color rojo.
-Entonces es el moño, las dos camisas, algo más?
-Creo que me llevaré ésta, ésta y ésta otra – dijo Tony
señalándole tres pares de gemelos que le habían gustado.
-Están muy bonitos, pero ya cuantos pares tienes? - le dije
-Joven, usted no se fije en eso - me dijo el vendedor- son un gusto que uno se da de vez en cuando, mi papá que en paz descanse llegó a tener cerca de 450 pares, le gustaba coleccionarlos.
-Uh no, yo estoy muy pero muy lejos de ese número - le dije - a lo mucho lo que colecciono son corbatas?
-Ah le gusta este estilo?
-Muchísimo, aunque por mi edad a veces me dicen que me veo demasiado formal-
-Usted no haga caso, vístase como quiera, es parte de la personalidad de cada quien!-
-Gracias por el ánimo, de vez en cuando ayuda escuchar que le echen porras a uno - y sonreí.
-Están muy bonitos, pero ya cuantos pares tienes? - le dije
-Joven, usted no se fije en eso - me dijo el vendedor- son un gusto que uno se da de vez en cuando, mi papá que en paz descanse llegó a tener cerca de 450 pares, le gustaba coleccionarlos.
-Uh no, yo estoy muy pero muy lejos de ese número - le dije - a lo mucho lo que colecciono son corbatas?
-Ah le gusta este estilo?
-Muchísimo, aunque por mi edad a veces me dicen que me veo demasiado formal-
-Usted no haga caso, vístase como quiera, es parte de la personalidad de cada quien!-
-Gracias por el ánimo, de vez en cuando ayuda escuchar que le echen porras a uno - y sonreí.
Pagamos y al salir de la tienda nos dimos cuenta que había
transcurrido cerca de hora y media desde que habíamos entrado! Vaya que el
tiempo vuela cuando te estás divirtiendo.
-Sabes qué? Aún tenemos que ir por los trajes – me dijo Tony,
cierran a las 7 y ya va siendo hora.
Nos enfilamos rumbo a la tienda, que por suerte no estaba
lejos, el vendedor que nos atendió nos reconoció de inmediato y después de
saludarnos fue a recoger los trajes. Al momento que llegó con ellos, los puso
sobre el mostrador y abrió la funda para mostrarnos que ya les habían hecho los
ajustes del largo y que venía todo completo, saco, chaleco y pantalón. Le dimos
las gracias, y al salir de la tienda nos dijo –Felicidades! –
Al principio yo no entendí porqué nos felicitaba, suponía que
por la compra, pero a poco sería tan espectacular que alguien comprara un traje
que requiriera de una felicitación? Pero dado que Tony se había reído cuando
nos dijo eso, le pregunté.
-Tú por qué crees que sea? – me dice
-Ni idea.
-Piensa, piensa, qué fecha está a la vuelta de la esquina?
- No sé, el día de la bandera?
-Otra fecha, un poco más comercial.
-El 14 de febrero?
- Y qué suele haber el 14 de febrero?
-Adolescentes cargando globos, flores y regalándose
paletas en forma de corazón?
- Gente un poco mas adulta…
-…que propone matrimonio? Que se casa?
-Así es.
-Aaahhh – y entonces me quedó claro, en la capital era el
único lugar del país donde los matrimonios entre personas del mismo sexo eran
legales, había algunos otros estados donde era posible hacer ‘uniones civiles’,
pero no se les designaba como matrimonio, y en la capital sí – Entonces creyó
que nos íbamos a casar?
-Tal vez porque los dos trajes son iguales…
- No lo había pensado antes, pero sí se presta a confusiones –
dije.
Nos encaminamos de vuelta al hotel, cargados de bolsas de
compra y de un traje cada quien. En el camino me tocó ver a muchos trajeados
mas, que seguro venían saliendo de la oficina, de vez en cuando nos topábamos
con alguno que iba particularmente bien vestido y entonces Tony y yo nos
volteábamos a ver en una mirada cómplice y sonreíamos.
Unos metros adelante, había un par de jóvenes vestidos de
frac, cantando arias de ópera en plena calle, aunque parecía que estaban
bromeando entre ellos, la verdad es que lo hacían bastante bien, tenían una voz muy potente y espectacular. En mi ciudad
me había tocado ver artistas callejeros pero ninguno como éstos dos. Se veía
que apenas pasaban de los 20 años, uno de ellos era moreno, delgado y bastante
guapo con el pelo peinado hacia atrás con gomina. El otro era un poco más alto,
de cabello castaño claro, de cuerpo más atlético. Lo que me llamó la atención de
éste último era que aparte del pelo engominado, llevaba barba y bigote estilizado con cera, parecía sacado de una fotografía antigua, y vestido de frac ni se
diga. Nos quedamos embobados escuchándolos cantar, otras pocas personas también
se detuvieron a ver el espectáculo. Pude ver que Tony les puso un billete
grande en el sombrero de copa cuando terminaron de cantar. Yo no pude evitar pensar qué se sentiría estar los 4 juntos, sin pantalones, en la privacidad de nuestra habitación.
-Oye, y cómo es que cantan tan bien y trabajan de artistas callejeros?
-Es probable que sean estudiantes apenas, muchos lo hacen para financiarse la escuela, o simplemente para tener un ingreso extra sin tener que estar atados a un horario - me dijo sin dejar de caminar.
Llegamos por fin al hotel, me dejé caer en una silla y me
quité los zapatos, no me dolían los pies, pero sentí que me volvía el alma al
cuerpo al apoyarlos descalzos sobre la alfombra.
Tony y yo nos desnudamos y entramos a darnos una ducha juntos. Después de una tarde tan ajetreada, me cayó de perlas sentir el agua fresca resbalándome por la espalda. Me hubiera gustado iniciar algo en la regadera, pero Tony parecía tener otros planes.
-Por qué no te pones el pantalón y los botines que te compré? - sugirió Tony
-Tony, eres un perverso, creo que ya me estoy imaginando porqué me los compraste! - le dije guinándole un ojo.